Jueves, 01 de Marzo de 2012.
Presente.
Ronald Abardier era un arqueólogo mediocre. Sus excavaciones siempre terminaban en desilusiones, con apenas unos pocos fragmentos de cerámica para mostrar como recompensa de sus esfuerzos. Entre las personas de su rama, era conocido, pero no por sus descubrimientos, sino por lo fracasado que era. La fama, era una diosa que le sonreía a todos sus camarades, menos al mismo Ron.
Un día, en un bar de mala muerta del centro. A donde siempre solía asistir para ahogar las penas de sus fracasos como explorador. Escuchó la conversación de unos borrachos, que hablaban sobre una extraña tienda que vendía cualquiera criatura que quisieras. Que según, eran animales que hasta podían conceder milagros.
Enseguida que Ronald escuchó eso, levantó el trasero de la barra, y se abalanzó medio borracho hacia esos hombres. Se les acercó como si fueran amigos de toda la vida. Y con el encanto, que él realmente tenía para ganarse a las personas. Les preguntó la dirección de esa tienda. Y para su sorpresa, esta quedaba detrás de aquel bar.
Los ojos se le iluminaron a Ronald, más de ambición que otra cosa. Y el arqueólogo, salió disparado del bar. Fue directo hacia esa extraña tienda, sin importarle haber escuchado por esos mismos hombres, que todo eso no era más que un rumor.
Porque realmente. Nadie había vivido demasiado para contar la verdad de la tienda de Madame Fame.
Y todo, siempre era solo eso. Un rumor.
Ron, en medio de sus propios deseos, llegó en un pestañeo a la tienda. La ubicó enseguida al darse cuenta de que era la única tienda de esa calle que era tan extraña, y que estaba en la esquina, escondida.
El arqueólogo bajó torpemente las escaleras bajas, entre medio borracho y medio sobrio. Y entonces, entró a la tienda para encontrarse con un laberinto de cortinas rojas. No vio nada más que eso, y sintió bajo sus narices, un aroma a incienso. Se adentró, y caminó por aquel largo pasillo rojo, con la visión un poco borrosa. Escuchó sonido, pero no supo de donde provenía. Hasta que vio como algo se movió entre las cortinas, y cuando Ronald esforzó la vista, vio como lo que parecía ser un niño con una sabana blanca encima, que tenía dos huecos. Salió, y lo empujó entre risas, y despues de eso, tres niños más, disfrazados igual que el mayor. Salieron de entre las cortinas, y empujaron al pobre borracho arqueólogo.
Ronald se tambaleó entre maldiciones. Y finalmente, se cayó en el suelo gracias a los empujones, de rodillas. Los niños ahogaron carcajadas cómplices, y soltaron:
—¡Hacer esto es tan divertido! —la única niña de esos niños, exclamó, riéndose.
—¿Ya ves porque siempre salimos de la cama a estas horas, Evita? —Luther, el hermano mayor, habló.
—Chsss, hablan demasiado fuerte. —interfirió Alphonse, ahogando una risilla.
El arqueólogo, levantó la cabeza para decirles un montón de cosas. Pero quizás, estaba tan borracho que no se dio cuenta cuando los niños se fueron. Porque simplemente, habían desaparecido.
Y en su lugar, una figura más esbelta y extravagante emergió de una de las cortinas. Esa. Era Madame Fame.
Emergió con un sombrero grande, que le cubría un poco la cara, y que hacía juego con aquel vestido negro que llevaba. Ronald, se quedó reposando en el suelo, absorto ante la belleza etérea de esa misteriosa mujer. Mientras que Fame, se acercó y se pavoneó a su alrededor, ronroneando con un tono de culpa:
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La tienda de animales extraños de Madame Fame
HorrorMadame Fame es la dueña de una misteriosa tienda de criaturas paranormales. Cualquier animal que quieras, ella lo tiene. Pero todo tiene un precio, y nada es lo que parece. ADVERTENCIA: Mis libros contienen temas inquietantes. Esto incluye gore, ase...