RWBY: El Príncipe de los Grimm

Capítulo 8: Glynda Goodwitch

Glynda Goodwitch había dedicado toda su vida a luchar por la humanidad. Desde muy joven, había sabido que su lugar... su lugar estaba en primera línea, como un baluarte contra los Grimm. Nacida de un par de padres amorosos en una ciudad fronteriza, la historia de Glynda no fue única ni tan rara... pero eso no la hizo menos trágica.

Sus padres, junto con todo el pueblo, habían sido asesinados, aniquilados en un ataque de los Grimm. Glynda fue la única superviviente, quedó huérfana cuando aún era una niña. Como todos los demás habían huido y habían sido perseguidos o luchados y muertos de todos modos, los padres de Glynda la habían escondido, la habían obligado a quedarse muy quieta y le habían dicho en términos muy claros que debía quedarse donde estaba hasta que llegara la ayuda.

En verdad, probablemente no habría sido suficiente para salvarla si esa ayuda no hubiera llegado justo a tiempo. Esconderse en lugar de intentar huir o luchar había significado que ella era simplemente la última de los aldeanos en ser olfateada por los Grimm. Justo cuando su escondite había sido descubierto por un Beowulf, justo cuando su joven vida estaba a punto de terminar... él había aparecido.

Ozpin, o como ella lo conocía, Ozma. Todavía había sido relativamente joven en esta última vida suya. Un cazador adulto que acumula un currículum y una tasa de éxito bastante impresionantes en sus misiones. Era la estrella en ascenso en Vale, alguien a quien todos admiraban porque, a pesar de su relativa juventud, siempre hacía el trabajo.

Por supuesto, más tarde, cuando ella tuvo mucha más confianza en él, Glynda descubrió la verdad sobre su increíble habilidad y asombrosa competencia. Esta no era la primera vida que Ozpin había vivido y, con suerte, tampoco sería la última. Porque fue Ozpin, o mejor dicho, Ozma, quien había sido el mayor protector de la humanidad durante siglos. Fue Ozma quien había cargado con el peso del mundo y el conocimiento de la verdad de los Grimm todo este tiempo.

Para Glynda, él siempre sería el hombre que le salvó la vida, que estuvo ahí para ella cuando nadie más lo estaba. Pero él también era mucho más que eso. Y verlo completamente perdido y confundido... le causó mucho dolor.

Toda su vida se había esforzado por vivir según su ejemplo. Como Ozpin, había pasado de ser una estrella en ascenso de cazador a director de la Academia Beacon. Cuando Glynda siguió sus pasos y se convirtió en una cazadora capaz y consumada por derecho propio, recibir la invitación de su salvador para enseñar en Beacon había sido uno de los momentos más felices de su vida.

... Y, sin embargo, una parte de ella siempre le había irritado un poco el estado de las cosas. No era que hubiera culpado a Ozpin, nunca a Ozpin... pero el mundo simplemente no era justo, y ella siempre había odiado eso. En un mundo justo, podrían decirles a todos la verdad y unir a la humanidad detrás de Ozpin para derrotar a Salem de una vez por todas. Sin embargo, había una razón por la que saber que los Grimm estaban controlados por un ser inteligente era una especie de fruto prohibido.

Ozpin le había contado lo que había sucedido en el pasado, cuando intentó unir a la humanidad contra Salem. Sus ejércitos de Grimm y Darkness abrumarían a cualquier fuerza de combate de mortales que pudiera reunir, sin importar cuán fuertes fueran sus convicciones, sin importar cuán variadas y versátiles fueran sus apariencias. El aura, la luz de la propia alma, era una herramienta poderosa contra los Grimm... pero no lo suficientemente poderosa.

Al final, Ozpin finalmente descubrió que Salem permitiría que los restos de la humanidad permanecieran en un área pequeña determinada. En comparación con la gran totalidad de Remnant, los Cuatro Reinos ocupaban una cantidad de espacio verdaderamente minúscula. Pero lejos de que existiera el potencial de otros pueblos y otras civilizaciones en otras partes de su mundo, Ozpin había dejado muy claro que no eran más que mareas interminables de Grimm en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista.