Parte 1

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El sol entraba por el pequeño ventanal a mi derecha dejando una pequeña estela en la mesa frente a mi, donde se amontonaban cientos de carpetas con expedientes e información confidencial. 

Había recibido una llamada esta mañana donde me citaban a las 11:00 am sin indicarme el motivo. Llevaba un mes recluida en casa sin apenas tener contacto con el exterior. No había leído la prensa, ni redes sociales. No quería ver nada de lo que tuvieran que decir u opinar sobre la situación en la que me había visto envuelta. Sin duda alguna, habían sido las peores semanas de mi vida, y, seguramente, el motivo por el que hoy me encontraba en este despacho. Mi trabajo como guardaespaldas tenía los días contados por esa niñita mimada que había desatado esta situación.

Las manecillas del reloj y mis pensamientos se mezclaban en aquel habitáculo falto de vida. No entendía como mi vida había dado un giro tan inesperado y repentino. Apenas llevaba poco más de un año en aquella empresa pero me había ganado el respeto de todos. Las primeras semanas, pocos entendían qué hacía alguien como yo, una mujer, en aquel mundo de "hombres", pero poco a poco me hice un hueco entre ellos.

Durante los ocho meses que había servido a la primera clienta conseguí amar mucho más mi trabajo, me apasionaba el hecho de poder proteger a alguien y permitir que se sintiera segura. Carmen era una señora adinerada, de la jet set madrileña que desprendía elegancia por cada poro de su piel. Sin embargo, no podía ser más cariñosa con todas las personas que la rodeaban, incluyendo a sus trabajadores. El problema llegó cuando me tocó trabajar para su hija, una niña mimada y caprichosa que buscaba conseguir todo lo que se proponía sin importar a quien se llevase por delante en el proceso. Vivía de fiesta en fiesta, emborrachándose noche sí y noche también. Constantemente intentaba escaparse del cuerpo de seguridad y nos hacía la vida imposible, sobre todo a mi. Logró convencer a su madre para que yo pasara a ser parte de su seguridad, tal vez pensando que sería más fácil de evadir que el resto. Pero no, nunca consiguió engañarme con alguna de esas artimañas. Por ello decidió joderme la vida. Por ella llevo suspendida de empleo y sueldo todo este tiempo y hoy, probablemente, me echarán del trabajo de mis sueños.

El cierre de la puerta tras de mi me deshizo de todos aquellos pensamientos, mientras seguía con la mirada a Noemí, la jefa de "Galera Security". Tomó asiento frente a mi mostrando su particular semblante serio.

- Buenos días, Violeta. - su tono era neutro, conciso. - Supongo que te preguntas el por qué de esta citación. - solo alcancé a mover afirmativamente mi cabeza. El miedo me invadía, tenía claro que mi imagen estaba completamente dañada y que una empresa con tal prestigio no permitiría tener entre sus filas a alguien con la reputación que yo cargaba. No iban siquiera a investigar si era cierto o no de lo que me culpaban, porque la cantidad que pagaban los clientes por sus servicios era suficiente como para cumplir aquello de que "el cliente siempre tiene la razón". - El escándalo en el que se ha visto involucrada con la señorita Aldánez ha puesto en el punto de mira a esta empresa, Violeta. Muchos de nuestros clientes han deshecho sus contratos. - mis manos temblaban. Estaba completamente jodida.

- Yo... Noemí, siento mucho toda esta situación, pero de verdad, nada de lo que ha contado esa niña es verdad. Yo no sería capaz... - bajé la mirada. Las lágrimas amenazaban con salir. - Respeto mi trabajo y, por ende, todo lo que ello supone. Conozco los límites, Noemí. Yo nunca to...

- Lo sé, Violeta. - me cortó. - Por eso estás aquí. - Clavó su mirada en la mía por primera vez. - Tenemos increíbles referencias de los meses en los que serviste a su madre. Sin embargo, su hija ha conseguido despedir a varios de tus compañeros. - Vale, ahora sí tengo claro que es mi último día en esta empresa. - A todos ellos los hemos podido reasignar fácilmente, pero tu caso ha sido mediático, Violeta. Hemos conseguido guardar tu anonimato, pero nuestro nombre ha aparecido en todos los medios de este país y nos están mirando con lupa.

- No te preocupes, entiendo que me quieran fuera. Ya les he ocasionado muchos problemas. - me levanté  y le tendí la mano para saludarla antes de salir de allí. - Pero no me gustaría irme sin agradecer la confianza que me habéis brindado. - Tomé el bolso y giré para abandonar el despacho.

- ¿A dónde vas? - giré sobre mis talones para volverme hacia ella.

- Estoy fuera de esta empresa, ¿no? Para eso me has llamado.

- No exactamente. Por favor, toma asiento de nuevo. - las dudas me estaban consumiendo. - Toma. - me tendió una carpeta.

- No estoy entendiendo nada. - una pequeña y casi imperceptible sonrisa se dibujó en su rostro.

- Como te he comentado, estamos pasando por momentos difíciles y hemos perdido a clientes importantes. Por todo esto, hemos tenido que aceptar todo aquello que nos han propuesto. - mi cara debía mostrar lo perdida que estaba. - Ahí es donde entras tú, Violeta. - Abrí aquella carpeta y lo primero que pude leer fue el nombre de Chiara Oliver. Miré a Noemí sin comprender. - Trabajarás para ella, Violeta.

- A ver si estoy entendiendo bien. Me suspenden durante un mes por una polémica en la que me he visto envuelta y que ha afectado a la empresa. ¿Y hoy me llaman para ofrecerme trabajar con una nueva clienta? Perdóname pero estoy perdida.

- A pesar de lo que la señorita Aldánez comentó sobre ti me negaba a que te fueras de la empresa, Violeta. Soy de dar segundas oportunidades. Sin embargo, mis socios no estaban tan de acuerdo. - volví a bajar la mirada a aquel informe. Chiara Oliver, 20 años. Menorquina con residencia en Barcelona. - Este es de esos servicios que no solemos aceptar, Violeta. Los artistas y personajes públicos no están entre nuestra cartera de clientes pero nos hemos visto en la necesidad de aceptarlo.

- ¿Y cuál es mi papel en todo esto? 

- Es la condición que han puesto mis socios para que continúes en la empresa. Debes ocuparte de la seguridad de la señorita Oliver. - la miré con incredulidad.

- ¿Sólo eso? -  no entendía por qué el requisito era precisamente ocuparme de alguien cuando me habían acusado de no saber hacerlo.

- ¿Sólo? Veo que no la conoces... - Se levantó para acercarse a mi sujetando un Ipad. - Es la nueva estrella del concurso OT, apenas hace unos meses que ha salido y se ha vuelto un problema para sus padres. La  señorita Oliver no conoce la magnitud de lo que está viviendo. Los medios y fans la persiguen allá donde va y cada uno de sus actos tiene una repercusión inmensa. Es rebelde y no sigue normas. Por todo esto sería como una prueba para ti, Violeta. Debes hacerte cargo de la seguridad de Chiara Oliver. - me miró fijamente. - Y sobre todo, conseguir que deje de ser la comidilla de todos los medios.

Tomé el Ipad repasando las  innumerables fotos de titulares que contenía. "Chiara, la nueva estrella del pop español, pillada en pésimas condiciones a la salida de un famoso club de Barcelona"; "Chiara Oliver no puede mantener la farsa de la academia y destapa su verdadera personalidad". Junto a algunos de esos titulares se muestra la imagen de una morena de ojos verdes, piel pálida y, aparente inocencia.

- Este trabajo no va a ser fácil, Violeta, pero es la única oportunidad de mantener tu puesto. - su mano reposaba sobre mi hombro en un intento de mostrar apoyo y seguridad. - Mañana debes viajar a Barcelona. 

- ¿Mañana? Tengo que recoger mis cosas, debo buscar un piso en Barcelona, necesito documentarme sobre la señorita Oliver y gestionar un plan de actuación. Es imposible, Noemí. - en esos momentos era puro nervio dando pasos de un lado al otro de aquel pequeño despacho.

- Vivirás con ella, Violeta. No tendrás que buscar piso. Tan solo recoge tus cosas y mañana debes estar rumbo a tu nuevo cometido. A partir de mañana serás la guardaespaldas de Chiara Oliver.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora