La noche avanzó y el ambiente se llenó de una tranquila serenidad. Chiara y Violeta, ahora más incómodas pero tratando de mantener la compostura, cerraron los ojos y se dejaron llevar por el cansancio acumulado del día. Aunque la proximidad física era inevitable, ambas intentaron ignorar la tensión palpable en el aire.
Cuando el sol matutino comenzó a filtrarse por la ventana, las dos mujeres se despertaron lentamente. Violeta fue la primera en abrir los ojos y, durante unos minutos, observó el techo, evitando mirar a Chiara. La mezcla de confusión y nerviosismo la mantenía alerta.
Chiara, sintiendo el cambio en la respiración de Violeta, despertó poco después. Sus ojos se encontraron brevemente antes de que ambas apartaran la mirada, sintiendo la incomodidad de la situación.
—Buenos días —murmuró Violeta, sin saber muy bien qué decir.
—Buenos días —respondió Chiara, estirándose ligeramente mientras evitaba el contacto visual.
Ambas sabían que tenían que levantarse y enfrentar el día, pero el ambiente tenso hacía que cualquier movimiento pareciera forzado. Finalmente, después de unos minutos más de silencio incómodo, se levantaron y comenzaron a prepararse para el día.
Después de desayunar y arreglarse, decidieron llamar al fontanero para solucionar el problema de la tubería rota. Mientras esperaban, trataron de planificar el resto del día, aunque la conversación se mantenía superficial y evitaban cualquier tema relacionado con la noche anterior.
El fontanero llegó a media mañana, solucionando rápidamente la fuga. Con el baño de Chiara nuevamente operativo, las dos mujeres respiraron aliviadas. Sin embargo, ninguna mencionó la noche anterior, prefiriendo mantener la distancia emocional que habían adoptado.
Decidieron volver a la playa, esta vez con una actitud más cautelosa. El sol brillaba intensamente, y la brisa marina acariciaba sus pieles mientras caminaban por la orilla. Se sentaron en la arena, dejando que las olas les mojara los pies, y empezaron a hablar sobre temas triviales, evitando cuidadosamente cualquier conversación profunda.
—El mar está hermoso hoy —comentó Violeta, mirando el horizonte.
—Sí, realmente lo está —respondió Chiara, jugando con la arena entre sus dedos.
Pasaron el resto del día disfrutando de la playa, nadando y jugando, aunque la espontaneidad y la risa del día anterior se habían desvanecido. Cada momento compartido parecía cargado de una incomodidad que ninguna de las dos sabía cómo manejar.
Al caer la noche, regresaron a la casa de alquiler, agotadas pero sin la alegría del día anterior. La tensión seguía presente, y ambas evitaban cualquier tipo de contacto físico. Se prepararon para la cena, cocinando juntas en silencio, con solo comentarios esporádicos rompiendo la quietud.
Sentadas a la mesa, con la luz de las velas creando un ambiente íntimo, brindaron por el día, aunque sus sonrisas eran forzadas.
—Por nosotras —dijo Violeta, levantando su copa con una sonrisa tensa.
—Por nosotras —respondió Chiara, chocando su copa con la de Violeta, tratando de parecer natural.
Después de la cena, Chiara y Violeta se encontraron en la sala de estar, sintiendo la necesidad de llenar el silencio incómodo que las rodeaba. Sentadas en el sofá, evitaban mirarse directamente, pero cada gesto y cada palabra parecía llevar consigo un peso que ninguno de los dos quería abordar.
—El pescado estaba realmente bueno esta noche —comentó Chiara, rompiendo el silencio mientras jugueteaba con la etiqueta de su copa.
—Sí, sí lo estaba. Tienes buen ojo para elegir recetas —respondió Violeta, con una sonrisa leve y forzada.
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La guardaespaldas
FanfictionLa cantante Chiara Oliver se ha visto involucrada en varios acontecimientos incómodos en los últimos meses, por lo que su equipo ha decidido contratar a una guardaespaldas para llevar a cabo la difícil tarea de mantener a salvo la reputación de la a...