Parte 17

808 43 3
                                    

Chiara comenzaba su gira por España con una mezcla de emoción y nerviosismo. Los conciertos eran un éxito rotundo, y las fans la seguían con devoción en cada ciudad. Sin embargo, la tensión entre ella y Violeta era palpable, un constante recordatorio de los sentimientos no resueltos entre ambas. Cada vez que Violeta entraba en el camerino de Chiara para verificar su seguridad, la atmósfera se cargaba de una tensión eléctrica que ninguna de las dos sabía cómo manejar.

El autobús de la gira se desplazaba por las carreteras españolas, llevando a Chiara y su equipo de una ciudad a otra. Las luces de la madrugada iluminaban tenuemente el camino, creando un ambiente de serenidad que contrastaba con la tormenta emocional en el interior del vehículo. Chiara miraba por la ventana, absorta en sus pensamientos, mientras Violeta se mantenía alerta, vigilante como siempre.

En Madrid, el primer gran concierto de la gira, las cosas se intensificaron. El recinto estaba lleno a rebosar y la emoción era palpable. Chiara dio todo de sí en el escenario, su voz resonando con una pasión que electrificaba a la multitud. Pero en cada pausa entre canciones, su mirada buscaba a Violeta entre la multitud, encontrando consuelo en la figura estoica que se aseguraba de su seguridad.

Después del concierto, el caos se desató. Fans emocionadas se agolpaban en la salida, buscando un vistazo de Chiara, y Violeta tuvo que estar más cerca que nunca para protegerla. La multitud empujaba y gritaba, y en un momento de tensión, Violeta se vio obligada a pegar su cuerpo al de la cantante, presionó su pecho firmemente contra el de ella mientras con sus brazos rodeaba el cuerpo de la morena para crear una barrera humana.

—¿Estás bien? —preguntó Violeta con voz baja y urgente en el oído de Chiara. Sus miradas conectaron durante lo que se sintió una eternidad impidiendo a la cantante escuchar nada que saliera de los labios de Violeta, de esos hermosos y carnosos labios que había probado y deseaba hacerlo nuevamente una y otra vez sin soltarlos nunca. Sus ojos viajaban desde ese lugar preciado a sus preciosas orbes color café y sin evitarlo, imágenes de como su piel se erizaba bajo su tacto, el calor que desprendía su cuerpo o como sus ojos se oscurecieron de deseo en aquel cubículo del baño vinieron a su mente. Su pulso comenzó a acelerarse y aquella proximidad con la pelirroja no estaba ayudando. — Kiki... la pelirroja movió la mano frente a Chiara intentando llamar su atención. — ¿estás bien?

Emm.. sí, sí, perdona —respondió la morena, su corazón latía con fuerza, y estaba segura de que Violeta podía notarlo.

Después de la intensidad del concierto en Madrid, el equipo se preparó para el próximo destino: Valencia. El viaje en autobús transcurrió entre risas y conversaciones animadas del equipo, pero para Chiara y Violeta, cada kilómetro recorrido fue una montaña rusa de emociones. Sentadas cerca una de la otra, el silencio entre ellas era solo interrumpido por las vibraciones del motor, aunque sus pensamientos eran un tumulto constante. Ambas revivían el momento en que sus cuerpos se unieron, la cercanía en el tumulto de la multitud, el roce que había encendido un fuego inextinguible. Chiara miraba de reojo a Violeta, mientras su mente reproducía una y otra vez el calor de su contacto, mientras Violeta, con una postura aparentemente relajada, luchaba por mantener su enfoque en las carreteras que se extendían frente a ellas. Las luces de la carretera se deslizaban rápidamente, pero el tiempo parecía ralentizarse para ellas, en un viaje que prometía ser tan memorable como el reencuentro de sus cuerpos en el torbellino de emociones que se desataba con cada mirada furtiva, con cada recuerdo compartido. Al llegar a Valencia, ambas sabían que el concierto sería otro gran éxito, pero el verdadero desafío sería manejar la intensa conexión que seguía creciendo entre ellas.

Al finalizar el concierto, Violeta vigilaba el camerino de la cantante mientras se cambiaba, asegurándose que nadie entrara en él sin permiso, cuando escuchó un fuerte estruendo en el interior. Sin dudarlo, abrió la puerta para descubrir qué había sucedido y la imagen frente a ella la desestabilizó por completo. La visión de Chiara, medio desnuda y cubierta por una suave capa de sudor que hacía brillar su piel, fue casi demasiado para Violeta. Intentó desviar la mirada, pero sus ojos eran irresistiblemente atraídos hacia ella.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora