Parte 21

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Violeta llegó a Motril con una mezcla de emociones en el corazón. Por un lado, anhelaba el refugio de su hogar, el calor de su familia y el consuelo de los amigos que la conocían desde siempre. Por otro lado, sabía que estaba huyendo de algo más profundo, algo que había crecido entre ella y Chiara, algo que la aterrorizaba enfrentar. Necesitaba tiempo y espacio para poner en orden sus pensamientos, y Motril y el mar, le ofrecían justo eso.

Desde que había llegado, Violeta había pasado los días sumergida en la familiaridad de su entorno. Las mañanas comenzaban con el aroma del café recién hecho, la risa de sus padres y las historias cotidianas que llenaban la casa. Su hermano, Alex, la había arrastrado a jugar al fútbol en la playa un par de veces, y aunque la brisa marina y la arena entre los dedos le traían paz, no podía dejar de pensar en Chiara. Sin embargo, en casa, se sentía segura, y cada día lograba distraerse un poco más.

Por las noches, Violeta a menudo se encontraba en la terraza, mirando la luna y las estrellas mientras el murmullo del mar se colaba por las ventanas abiertas. Había retomado viejos hábitos como pintar y escribir, y en ambos casos, la luna siempre era formaba parte de ello. Pero ahora también se mezclaban sus dudas y Chiara.

"Luces pasan a toda velocidad
Ruido blanco se cuela en cada calá'
Miro al cielo y me devuelve la mirá'
Y en mis uñas reflejá' la luna
Uh-uh, sentadita en el umbral
Uh-uh, soy un hueco y nada má'
Todo pasa por detrás, quiere salir
Parece que to' está bien
Pero tengo miedo de
Se apaga la luz
Y solo estás tú
Parece que me caigo, pero me elevo
Traigo do' angelitos negros
Y apaga la luz
Y solo estás tú
Y se acerca lento a mí
Me susurra el porvenir"

Llevaba una semana en Motril y sus dudas seguían estando intactas, no había conseguido aclarar nada, de hecho, cada vez se sentía más confundida. Sabía que quería a Chiara, le encanta su forma de ser, lo entregada que es para todo aquello que ama y que, aunque tenga miedo, siempre intenta superar las dificultades. Pero cada vez veía más difícil mantener una relación con la cantante porque en algún momento la gente se enteraría y todo estallaría, comenzarían a investigar sobre ella y su pasado con la hija de la señora Aldánez volvería a estar presente. Tenía miedo, tenía miedo a volver a ser juzgada por todos a su alrededor, pero sobre todo, de que Chiara la rechazara cuando salieran a la luz todas las cosas que dijo sobre ella esa niñita malcriada.

Denna:

Vio!!! Te tengo un planazo!!! Nos vamos al "Libertá" esta noche con los chicos. Te recogemos en una hora y no acepto un no como respuesta!!

Cuarenta y cinco minutos después, Violeta se miraba al espejo. No se veía del todo mal con aquel body de encaje transparente y unos pantalones vaqueros. Se había maquillado resaltando sus ojos y con un tono ligero tono nude en los labios. Llevaba meses, o tal vez algo más de un año sin salir de fiesta, sin sentir el ritmo de la música recorriendo su cuerpo, y aunque al principio dudó, terminó aceptando. Era hora de despejarse de todo lo que la agobiaba, de disfrutar de la compañía de sus amigos y, quizás, olvidar por un rato lo que había dejado días atrás.

Denna, Alex y Juanjo pasaron a recogerla. Motril tenía una vida nocturna vibrante, y esa noche, la ciudad parecía estar más viva que nunca. Las luces de la discoteca parpadeaban al ritmo de la música, y el lugar estaba lleno de gente, tanto locales como turistas, todos con la intención de disfrutar de una noche sin preocupaciones.

Violeta se dejó llevar por el ambiente. Una copa en la mano, las risas de sus amigos resonando en sus oídos y la música que vibraba en el suelo bajo sus pies. Se sentía bien, casi como si pudiera dejar atrás todas las dudas y miedos que la habían estado atormentando. Después de un par de copas, incluso logró desconectar su mente de los pensamientos que giraban en torno a Chiara.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora