Parte 20

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Violeta y Chiara se encontraban en el baño del camerino de la cantante. El espacio reducido parecía arder con la intensidad de los besos que compartían, sus cuerpos entrelazados mientras el vapor de la ducha apenas usada impregnaba el aire. Los labios de Chiara exploraban con avidez cada rincón del cuello de Violeta, quien correspondía con igual pasión acariciando la piel suave bajo la blusa de la morena.

El deseo parecía aumentar con cada segundo que pasaba, Chiara metió su pierna entre las de la pelirroja ejerciendo presión en su entrepierna. Un suave gemido escapó de los labios de la guardaespaldas que consiguió calentar a la cantante sintiendo como comenzaba a mojarse ella también. Los besos eran torpes por el deseo creciente y cuando Chiara comenzó a deslizar sus manos por la espalda de Violeta, con la clara intención de sacar su camisa,  la de motril la detuvo, poniendo suavemente una mano sobre el pecho de Chiara.

—Espera, Chiara... —dijo Violeta con la voz entrecortada, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y preocupación—. No podemos hacer esto, no aquí... no ahora.

Chiara la miró, sus respiraciones aún descompasadas, y aunque en sus ojos se podía ver el deseo, también se reflejaba la comprensión. Sabía que Violeta tenía razón, aunque detenerse en ese momento parecía lo más difícil del mundo.

—Está bien —respondió Chiara, retirando sus manos lentamente—. Pero te prometo que esto no ha terminado.

Pero justo cuando Violeta abrió la boca para responder, la realidad se coló en su mente como una corriente fría. No podía seguir adelante con esa conversación, no ahora, no aquí, no cuando todo estaba tan enredado en su cabeza. Se apartó ligeramente de Chiara, evitando su mirada mientras trataba de buscar las palabras adecuadas.

—Chiara, yo... —comenzó, pero su voz se quebró. Cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de todo lo que no podía decir, de todo lo que temía admitir incluso ante sí misma.

Chiara la observaba, su preocupación creciendo a cada segundo que pasaba en silencio. Sabía que algo no estaba bien, que algo la estaba alejando de Violeta, y aunque quería presionarla para que hablara, también sabía que debía ser paciente.

—Violeta, por favor, dime qué está pasando. ¿Es por algo que hice? —preguntó Chiara, su voz era un susurro cargado de dolor.

Violeta negó con la cabeza, pero no podía encontrar las palabras. No quería lastimar a Chiara, pero cada vez sentía más que estaba atrapada en una situación que no sabía cómo manejar. La presión de la gira, su trabajo, y los sentimientos cada vez más fuertes que tenía por Chiara estaban empezando a superarla. No quería fallar, no quería decepcionar a Chiara, pero tampoco podía evitar el miedo que la invadía cada vez que pensaba en lo que podría suceder entre ellas.

—No es eso, Chiara. Es solo que... todo esto es tan abrumador —logró decir finalmente, eligiendo una excusa que sonaba débil incluso para sus propios oídos—. La gira, la seguridad, asegurarme de que todo salga bien. Es mucho, y a veces me siento sobrepasada.

Chiara la miró con incredulidad, claramente viendo a través de la excusa. Violeta nunca había sido del tipo que se sentía abrumada por su trabajo; siempre había sido fuerte, enfocada y profesional. Sabía que había algo más, algo que Violeta no estaba diciéndole.

—¿Eso es todo? —preguntó Chiara, con un tono que mezclaba duda y decepción.

Violeta asintió rápidamente, sin atreverse a mirarla a los ojos. No podía decirle la verdad, no podía admitir que el miedo de no estar a la altura de lo que Chiara sentía por ella era lo que la estaba deteniendo. Era una verdad que ella misma aún no había aceptado por completo.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora