Parte 13

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El sol brillaba intensamente en el cielo despejado cuando Chiara y Violeta salieron de la pequeña casa de alquiler y se dirigieron a la playa. La brisa marina era refrescante y el sonido de las olas rompiendo en la orilla les daba una sensación de paz. Violeta llevaba un sombrero de ala ancha y gafas de sol, mientras que Chiara optó por una gorra que la hacía lucir casual y relajada. Ambas llevaban consigo toallas, una sombrilla y una pequeña nevera portátil con bebidas y algo de comida.

—Este lugar es realmente perfecto —comentó Chiara mientras caminaban por la arena blanca y suave.

Sí, lo es. Realmente necesitábamos esto —respondió Violeta, mirando el horizonte con una sonrisa.

Encontraron un lugar ideal cerca del agua, donde colocaron sus cosas. Violeta montó la sombrilla mientras Chiara extendía las toallas. Una vez instaladas, se quitaron las camisetas y pantalones cortos, revelando sus trajes de baño. Chiara llevaba un bikini color turquesa, mientras que Violeta optó por un traje de baño de una pieza negro que realzaba su figura atlética.

—¿Lista para un poco de diversión? —preguntó Chiara, con una sonrisa traviesa.

—Siempre —respondió Violeta, devolviéndole la sonrisa.

Corrieron hacia el agua como niñas pequeñas, riendo y gritando al sentir la fría agua del mar. Chiara se zambulló primero, seguida de Violeta. Jugaron en las olas, salpicándose y riendo sin parar. En un momento, Violeta levantó a Chiara en sus brazos y la lanzó al agua, provocando una gran carcajada de ambas.

—¡Eso fue trampa! —protestó Chiara entre risas.

—No hay reglas en la guerra de agua —respondió Violeta, divertida.

Continuaron jugando en el agua durante un buen rato, hasta que el cansancio empezó a hacer mella. Salieron del mar y se tumbaron sobre las toallas bajo la sombra de la sombrilla, disfrutando del cálido sol y la suave brisa.

—Esto es maravilloso —dijo Chiara, cerrando los ojos y dejando que el sol calentara su piel.

—Sí, lo es. No recordaba la última vez que me sentí tan relajada. —respondió Violeta, mirando a Chiara con una sonrisa.

Después de descansar un poco, decidieron jugar con una pelota que encontraron abandonada en la playa. Comenzaron a lanzársela de un lado a otro. A medida que jugaban, la competencia amistosa se intensificó. Chiara era sorprendentemente buena, pero Violeta, con su agilidad y reflejos, la igualaba en habilidad.

¡No vas a ganarme tan fácilmente! —gritó Chiara, lanzando la pelota con fuerza.

¡Eso ya lo veremos! —respondió Violeta, atrapando la pelota en el aire con una habilidad impresionante.

Las risas continuaron mientras jugaban, atrayendo algunas miradas curiosas de los otros visitantes de la playa. Sin embargo, ellas estaban completamente absortas en su juego, disfrutando cada momento.

Después de un rato, decidieron tomar un descanso y sentarse bajo la sombrilla para comer. Sacaron sándwiches, frutas y refrescos de la nevera portátil y se sentaron a disfrutar de un almuerzo sencillo pero delicioso.

—Este día está siendo perfecto —dijo Chiara, mordiendo un trozo de sandía.

Totalmente de acuerdo. Necesitábamos desconectar así —respondió Violeta, tomando un sorbo de su bebida.

Después de comer, volvieron a la orilla del mar. Esta vez se tumbaron en la arena, dejando que las olas les acariciaran los pies. Hablaron sobre sus sueños, sus miedos y sus esperanzas para el futuro. La conversación fluyó naturalmente, y ambas se sintieron más conectadas que nunca.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora