Parte 11

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POV Violeta

Sus palabras se quedaron colgando en el aire, pesadas por la confesión y la tristeza que contenían. La miré, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía a lo que se refería, y parte de mí quería gritar que yo también lo deseaba, que quería dejar de fingir que todo estaba bien, que quería dejar de preocuparme por lo que era profesional y lo que no. Pero otra parte de mí sabía que eso era peligroso, que no podíamos permitirnos ese lujo.

—Kiki... —empecé, pero las palabras se me quedaron atascadas en la garganta.

Ella me miró con esos ojos llenos de esperanza y dolor, y supe que no había nada que pudiera decir que aliviara la tensión entre nosotras. No podíamos cambiar nuestra situación sin arriesgarlo todo.Finalmente, opté por la verdad más cruda.

—Lo sé. Yo también lo pienso. Pero no podemos, Chiara. No ahora.

La decepción en su rostro fue palpable, y sentí como si una daga atravesara mi corazón. La solté suavemente, dejando que nuestra conexión física se rompiera para mantener una distancia que ambas necesitábamos, aunque doliera.

—Deberías descansar —dije en voz baja, levantándome del sofá. La dejé allí, sabiendo que necesitábamos tiempo y espacio para procesar nuestros sentimientos.

Esa noche, me encerré en mi habitación y lloré en silencio, sabiendo que el camino que habíamos elegido no era el más fácil, pero era el único que teníamos.

POV Chiara

Los días pasaron y la tensión entre nosotras se hacía más palpable con cada mirada, con cada roce accidental. Intenté enfocarme en mi trabajo, en las sesiones de fotos, en las entrevistas, en todo lo que me mantenía ocupada y distraída de mis sentimientos por Violeta. Pero cada noche, cuando el frenesí del día se calmaba, el vacío volvía, y con él, la necesidad de ahogar mis emociones en algo que me hiciera olvidar.

Era una mañana tranquila, con el sol filtrándose a través de las cortinas de la sala de estar. Había decidido tomarme el día libre después de semanas de trabajo intenso. Estaba sentada en el sofá, revisando algunos correos electrónicos y organizando mi agenda cuando una idea cruzó por mi mente. No sabía mucho sobre el pasado profesional de Violeta, y sentí la necesidad de conocer más sobre ella. Me importaba demasiado y quería saber todo lo posible para entender mejor su mundo y el camino que la había llevado hasta mí.

Abrí mi navegador y comencé a buscar información sobre Violeta. Al principio, encontré artículos que hablaban de su éxito como guardaespaldas y el respeto que se había ganado entre sus compañeros a pesar de ser un mundo de hombres. Me sentí orgullosa al leer sobre sus habilidades y la dedicación que ponía en su trabajo.

Sin embargo, mientras seguía leyendo, un artículo en particular captó mi atención. El titular me dejó helada: "Denuncia de abuso contra la guardaespaldas Violeta Hódar". Mi corazón comenzó a latir más rápido, y un nudo se formó en mi estómago. Sin pensarlo dos veces, hice clic en el enlace y comencé a leer.

El artículo detallaba una denuncia presentada por una anterior clienta de Violeta, acusándola de abuso de poder y conducta inapropiada. La denunciante afirmaba que Violeta había cruzado límites profesionales, utilizó su posición para intimidar y manipular. A medida que leía, sentía una mezcla de incredulidad y pánico. Las palabras en la pantalla eran como puñaladas, cada una más dolorosa que la anterior.

"No puede ser verdad", me repetía a mí misma, pero las dudas comenzaban a arraigarse en mi mente. No podía entender cómo Violeta, la persona que conocía y en quien confiaba, podría estar involucrada en algo así. Las descripciones eran gráficas y detalladas, y aunque una parte de mí quería desecharlo todo como una mentira, otra parte se sentía abrumada por la posibilidad de que pudiera ser cierto.

La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora