Violeta se quedó mirando la puerta por la que Chiara había desaparecido, su mente una tormenta de pensamientos confusos. La pasión de hace un momento se había transformado en una fría y dura realidad. La incertidumbre y la inseguridad llenaban cada rincón de su ser. Se levantó del sofá y se dirigió lentamente hacia su habitación, sintiendo que cada paso pesaba como una tonelada. Decidió que necesitaba un tiempo para pensar, para entender qué estaba pasando realmente.
Esa noche, Violeta no pudo dormir. Su mente repasaba una y otra vez los eventos de los últimos días, buscando señales, pistas, cualquier cosa que pudiera explicarle por qué Chiara había reaccionado así. Habían estado tan cerca, tan increíblemente cerca, y sin embargo, algo siempre se interponía entre ellas. Las imágenes de los momentos compartidos, de las caricias y los besos, se mezclaban con la sensación de vacío que ahora la consumía.
Con el amanecer, una resolución comenzó a tomar forma en su mente. Necesitaba protegerse, tanto emocionalmente como profesionalmente. Había tomado el trabajo de guardaespaldas para mantener a Chiara a salvo, no para complicar su propia vida personal. Se prometió a sí misma que mantendría las cosas estrictamente profesionales a partir de ahora. No podía permitir que sus sentimientos nublaran su juicio o pusieran en riesgo su trabajo. Sabía que debía alejarse de Chiara en el ámbito personal, aunque la decisión le rompiera el corazón.
Por otro lado, Chiara pasó la noche debatiéndose con sus propios demonios. Se sentía atrapada entre su deseo por Violeta y sus propios miedos e inseguridades. Había algo en la intensidad de su conexión con Violeta que la aterrorizaba, la hacía sentir vulnerable de una manera que nunca había experimentado antes. Sin embargo, al mismo tiempo, la idea de alejarse de Violeta le resultaba insoportable. Después de horas de insomnio, llegó a una conclusión. No podía seguir huyendo de sus sentimientos. Necesitaba enfrentarlos y averiguar si Violeta sentía lo mismo.
Con esa determinación, Chiara decidió que hablaría con Violeta durante el desayuno. Estaba decidida a expresar sus sentimientos y ver a dónde las llevaba eso. Cuando se levantó, encontró a Violeta ya despierta y preparando el desayuno. El aroma del café llenaba la cocina, y el sonido del tostador era el único ruido en la silenciosa casa. Violeta se movía con precisión, casi mecánicamente, mientras preparaba la comida.
—Buenos días —dijo Chiara, tratando de sonar casual mientras tomaba asiento en la mesa.
—Buenos días —respondió Violeta, sin levantar la vista de la cafetera. Su voz era fría, distante, lo que hizo que Chiara se sintiera aún más nerviosa.
Violeta sirvió el desayuno en silencio y se sentó frente a Chiara, evitando su mirada. Chiara tomó un sorbo de café, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Violeta, sobre anoche... —comenzó Chiara, pero Violeta la interrumpió.
—No hace falta que hablemos de eso —dijo Violeta, su voz firme pero tranquila—. He estado pensando y creo que es mejor si mantenemos las cosas profesionales entre nosotras. Tienes una gira que preparar y mi trabajo es asegurarme de que estés a salvo. Nada más. —Finalmente levantó la vista y miró a Chiara a los ojos, su expresión decidida y seria.
Las palabras de Violeta cayeron como un balde de agua fría sobre Chiara. Quería protestar, explicar, pero la firmeza en la voz de Violeta la dejó sin palabras. Solo pudo asentir, sintiendo que el nudo en su estómago se hacía más grande.
—Entiendo —dijo Chiara finalmente, su voz apenas un susurro.
El resto del desayuno transcurrió en un silencio incómodo. Violeta se centró en comer rápidamente, deseando terminar cuanto antes. Chiara, por su parte, apenas tocó su comida, su apetito completamente arruinado por la tensión entre ellas.
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La guardaespaldas
FanfictionLa cantante Chiara Oliver se ha visto involucrada en varios acontecimientos incómodos en los últimos meses, por lo que su equipo ha decidido contratar a una guardaespaldas para llevar a cabo la difícil tarea de mantener a salvo la reputación de la a...