Parte 2

734 42 3
                                    


Eran las 12:00 am y, mientras esperaba un taxi repasaba nuevamente aquel informe memorizando cada una de sus palabras. Chiara Oliver, 20 años, menorquina con residencia en Barcelona. Concursante del programa musical "Operación Triunfo'23". Ex estudiante de la ESMUC. 

Todos aquellos datos eran banales, no profundizaban en la forma de ser de la artista. Y Violeta necesitaba indagar más hondo. Quería estar preparada ante aquella nueva oportunidad que le había ofrecido Noemí. No era un simple trabajo de guardaespaldas, debía influir en el comportamiento de aquella chica y limpiar un poco su imagen. Realmente necesitaba saber qué era aquello de lo que tanto hablaban y que preocupaba a sus padres, porque lo único que había encontrado hasta ahora eran titulares amarillistas sin sentido. Una bocina le sacó de sus pensamientos. Frente a ella, un taxi del que baja un señor de unos 50 años de edad, para ayudarle con sus pertenencias.

- ¿ Es usted la señorita, Hódar? - se acercó con cautela esperando aprobación. En cuanto la pelirroja le indicó que estaba en lo correcto llegó hasta ella para coger alguna de aquellas maletas. El trayecto hasta su nuevo "hogar" fue un tanto largo, pues el tráfico a esa hora era insoportable. No conseguía sacar de su cuerpo esa sensación tan extraña que le hacía pensar que al aceptar aquel trabajo, su vida cambiaría por completo. No sabía en qué sentido, ni por qué le inundaba ese presentimiento, pero sabía que no volvería a ser la misma después de aquello.

Cuando por fin bajó de aquel vehículo quedó frente a un edificio enorme y moderno del centro de Barcelona. La fachada, completamente acristalada, reflejaba los tonos azulados del cielo. Era completamente precioso, aunque fuera del alcance de una persona media como Violeta. En aquel edificio debían vivir solo personas adineradas, famosos y empresarios.

Tomó una bocanada de aire llenando los pulmones para aplacar aquella bola de nervios que le carcomía en su interior. Tenía miedo. Tenía miedo de no estar a la altura de aquel trabajo, de defraudar a Noemí y sus socios, de no poder dedicarse al trabajo de sus sueños, de no poder librarse de la loza que aquella niña rica le había colocado. 

Tras darse a conocer aquella noticia no sintió apoyo de sus compañeros ni de sus amigos. Pero lo que más le había dolido fue la reacción de su novia, que había desaparecido sin dar explicaciones. La mañana después del suceso, al despertarse, vio que ya no estaba. Había recogido sus pertenencias. Solo dejó una pequeña nota con un "adiós". Aquello le había dolido en lo más hondo. Amaba a Lucía con todas sus fuerzas, pero ésta la abandonó en su peor momento sin creer nada de lo que ella le había contado. Lloró su partida durante días, no podía comer, ni dormir, solo se aferraba a su recuerdo mientras las lágrimas salían a borbotones.

Por suerte, sus padres no se habían enterado de aquel suceso gracias a que la empresa pudo guardar su anonimato. Pero su vida se vio truncada en aquel momento, todo se había vuelto negro, sin sentido. Durante aquel tiempo encerrada había comprendido que la vida o es blanca o negra, que no hay matices, y que el amor incondicional no existe. En aquel encierro se había jurado no volver a amar, ser fría, calculadora. Nadie iba a poder jugar con ella nunca más.

El ascensor era bastante amplio y en estos momentos le dirigía hacia su nueva vida. Una vida donde se centraría en su trabajo, donde sería la nueva Violeta que se había prometido días atrás, donde callaría bocas y sobre todo, donde nadie la conozca ni pueda juzgarla.

El sonido de llegada a su destino la sacó de aquellos pensamientos y caminó con paso decidido por el largo pasillo hasta llegar a la puerta "7". Justo en aquel momento cayó en que no sabía como actuar en estos momentos. Tal vez, su nueva clienta no sabía que llegaría ese día o simplemente estaba ocupada. Sí, estaba nerviosa. Y es que después de su anterior experiencia laboral quería tener la fiesta en paz y no causar la más mínima posibilidad de pasar por la misma situación.

Con dedos temblorosos tocó el timbre e instintivamente se alisó la ropa. Había decidido ir con un simple pantalón chino, una blusa blanca y sus inseparables gafas de sol. Siempre le había gustado el aire misterioso que le proporcionaban, además de poder mirar sin ser vista. 

Los minutos pasaban y nadie abría aquella maldita puerta y comenzaba a impacientarse. Sacó su móvil y buscó entre la libreta de direcciones el número de Noemí.

- Hola, Violeta, ¿ya estás instalada en tu nueva casa? ¿Cómo ha reaccionado la señorita Oliver? - la voz de Noemí sonaba animada, como quien le pregunta a su hijo adolescente qué tal ha ido su primer día de instituto.

- Pues no lo sé, la verdad, llevo más de media hora esperando frente a su puerta y no recibo respuesta. - bufó tras soltar aquellas palabras con un toque entre enfado y desesperación. - ¿Ella sabía de mi llegada?

- Ayer mismo le confirmé a su madre tu aceptación y las condiciones. Acordamos que cuando llegaras estaría la señorita Oliver para recibirte. Tal vez habrá salido y está por llegar, no te impacientes. - Violeta puso los ojos en blanco. Odiaba esperar, odiaba la impuntualidad, odiaba a la gente irresponsable, y por lo que veía, aquella niña lo tenía todo.

- Está bien, esperaré aquí hasta que venga. Te informo cuando esté instalada. Adiós. - y colgó la llamada. 

Su enfado iba en aumento conforme avanzaba el tiempo y nadie parecía vivir en ese dichoso apartamento. Comenzaba a anochecer y su paciencia ya había sobrepasado los límites. Llevaba horas sentadas sobre aquel lustre suelo y le dolía todo, tenía hambre y la idea de abandonar aquel nuevo trabajo rodaba su mente.

Sacó nuevamente el teléfono de su bolsillo derecho buscando nuevamente el teléfono de Noemí. Sabía que aquel nuevo servicio era la única oportunidad de mantener su trabajo, pero tras sopesarlo toda la tarde, había tomado la decisión de abandonarlo. Si en su primer día, ni siquiera había conseguido entrar al apartamento de la artista, cómo sería su vida a partir de ahora. Estaba cansada de niñitas mimadas que no ven más allá y que la única preocupación que tienen es mirarse le ombligo.

- Sh Sh... - levantó su mirada hasta la figura que se erguía frente a ella. - No sé quién eres, pero estás apoyada en mi puerta y si no quitas tu precioso culo de ahí no podré entrar. - entrecerró los ojos para poder observar mejor a la persona que decía aquello. Era una chica de unos veinte años, de piel pálida. Algunos mechones caían sobre su cara impidiendo verla del todo bien. Vestía completamente de negro, con una blusa transparente que dejaba entrever un sujetador de encaje negro y una falda tableada del mismo color. Las piernas se intuían trabajadas bajo unas medias con pequeños patrones y por último unas botas militares. - Oye, de verdad, ¿te vas a quedar ahí mirándome o vas a moverte? - Arrastraba un poco las palabras mostrando algún síntoma de embriaguez. Violeta se levantó como pudo quedando entre la puerta y aquella chica.

- ¿Eres Chiara Oliver? - en aquel momento sintió como un escalofrío le recorría de pies a cabeza al notar la mirada de la morena recorrerla de arriba a abajo. - Soy Violeta Hódar. - Tendió su mano en un intento de saludo no correspondido.

- ¿Violeta Hódar? ¿Debo conocerte por algo? - Su aliento chocó contra su cara por primera vez confirmando el estado de la morena. Tenía una actitud chulesca que poco le gustaba a la pelirroja y que le estaba comenzando a impacientar.

- Pues sí, debe sonarte mi nombre. Soy tu nueva guardaespaldas. - Clavó su mirada en la de Violeta mostrando un malestar palpable.

- Ya le he dicho a mi madre que no necesito guardaespaldas. - Apartó el cuerpo de la pelirroja parra intentar abrir la puerta de su apartamento. Los movimientos torpes le impedían culminar aquella simple tarea. - Sé cuidarme solita, pero muchas gracias por tus buenas intenciones. - Intentó colar nuevamente la llave en la cerradura plateada sin lograrlo. Golpeó fuerte la puerta con frustración y apoyó la frente contra ella en una señal de rendición. Violeta le quitó aquel manojo de llaves y con maestría consiguió abrir la puerta haciéndole una señal para que entrara.

- Sí, ya veo que te cuidas perfectamente sola.


-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Holiii!!!! Aquí nueva parte!!! :)

Muchas gracias por los comentarios, espero que os siga gustando.

¿Qué os gustaría que pasara? Quiero leeros!!! 


La guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora