1.3 Madre

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Aemond, deja escapar un grito cuando siente un nuevo dolor punzando en su espalda baja, los dolores se han vuelto constantes y le impiden seguir de pie como había estado. Camina lo mejor que puede por la habitación, deteniéndose en uno de los muros y un gruñido abandona sus labios.

Una vez escucha decir a Rhaenyra, que el campo de batalla de los omegas es el parto. Aemond nunca está de acuerdo con ello, sabes el dolor que vendrá en una batalla, te preparas para ello y luchas. Durante el parto no sabes cuando el dolor vendrá, ni cuánto es que durará.

— Dioses — gime sosteniendo una mano en su vientre, se esfuerza a seguir caminando.

Los maestres le han recomendado que camine para que el bebé encuentre su camino fuera de su cuerpo, pero su hijo no parece estar en camino.

— Mis hijos nacieron con facilidad, ni siquiera me di cuenta y ya estaban fuera de mi cuerpo — escucha a Aegon decir a las criadas que lo acompañan.

Aemond gruñe mientras ve a su hermano quien está sentado en una de las sillas bebiendo una copa de vino como si asistir el parto fuera un evento entretenido. Sabe que está mintiendo porque estuvo presente en uno de sus partos y Aegon gritaba como un jabalí herido.

Su madre hace un gesto a Aegon ordenándole que guarde silencio. Su hermano se encoge de hombros.

— Su majestad es tiempo de revisarlo de nuevo — pide uno de los maestres. Él camina hacia la silla de parto, se recuesta en ella y aprovecha para aferrarse cuando otra de las contracciones lo hace gruñir con fuerza. — Está listo para pujar — anuncia el hombre, las criadas que asisten su parto se acercan de inmediato.

Aemond empieza a pujar, sintiendo como sus músculos empiezan a temblar, deja de pujar y toma aire, inhalando y exhalando rápidamente mientras vuelve a pujar. Su hijo quiere salir de su cuerpo y lo quiere hacer ahora. Tan demandante como el padre que lo engendro, tomando todo lo que puede de él.

Madre y Aegon están a su lado, su hermano ha tenido la decencia de dejar la copa y está sonriendo cuando Aemond desea más que nunca golpearlo. Madre sostiene su mano con afecto, ayudándolo en el camino a traer a su hijo al mundo.

Vuelve a empujar con fuerza y puede sentir todos sus músculos temblando por el esfuerzo y se deja caer en el respaldo de la silla.

— Puje su majestad — apura el maestre Harbor.

Aemond se esfuerza por hacerlo y resopla, puede oler su sangre en el aire. Sabe que debe estar desgarrado ahora, aún así el bebé sigue empujando y Aemond también lo hace.

Un llanto a traviesa la habitación.

— Es un varón — anuncia el hombre beta.

Aemond se deja caer tratando de recobrar la respiración, su madre está acariciando su mano y sus ojos se asoman hacia su nuevo nieto. Aegon también lo hace.

Aemond sonríe radiante cuando el maestre le entrega a su bebé, un pequeño con cabeza casi calva pero aún así pelusa de color oscuro sobre su cabecita.

— Aemond — dice su madre, ella deja escapar un suspiro antes de compartir una mirada con Aegon.

A él no le preocupa lo que su madre tenga por decir, acuna a su hijo en sus brazos y deposita un beso en su frente, él aún está sucio cubierto con los últimos vestigios que quedan de que estuvo en su interior hasta hace unos momentos.

— Bienvenido —le dice, sujetando su mano y también dándole un beso en ella. Es tan hermoso, como pensó que seria.

Las sirvientas han limpiado a su hijo adecuadamente y el maestre ha terminado con su parto cuando su madre y Aegon se acercan a su cama. Aemond está acunando a su bebé, cobijado con una manta que representa los colores de la casa de su esposo.

Omega Inadecuado (Lucemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora