La brisa de la mañana se adentra a través de las ventanas causando que las vaporosas telas azules se agiten, no solo las telas se mueven, sino que su hijo pequeño también reacciona y se remueve inquieto sobre sus brazos, buscando pegarse mas a su calor. Tymond succiona como si quisiera pegarse a su pecho, lo cual siempre le ha resultado curioso ya que de sus tres hijos Tymond fue el único que rechazo beber la leche de su pecho.
Aemond logra mover su adormilado brazo sin despertar a su hijo y se da la vuelta para acomodarlo encima de su pecho, para evitar que Tymond continue con sus movimientos erráticos que casi hacen que Aerys caiga de la cama. Ty no esta acostumbrado a dormir con sus hermanos por lo que se incomoda por la cercanía a su alrededor. Su hijo abre los ojos y su boca se tuerce en un puchero, sabe que las lagrimas se aproximan y no tarda ni dos segundos antes de que un largo berreo salga de la boca de Ty quien se agita y sus pies golpean todo a su paso.
Tyan es el primero en despertar por el llanto descontrolado de su hermano, se incorpora de golpe sobre la cama y frota sus ojos apresuradamente, mas molesto que preocupado. Aerys a su lado solo protesta entre sueños y mueve su mano hacia una de las almohadas para cubrirse del ruido.
— Buen día— dice Aemond a sus hijos, tratando de consolar a Tymond dándole unas palmaditas en la espalda que pronto se trasforman en un masaje para ayudarlo a que controle su rabia. Tymond, debió haberlo heredado de algún lugar porque eso solo parece empeorar su estado y su llanto se torna en gritos y en golpes.
Aemond se incorpora sobre la cama renunciando a la idea de que podrá aplacar la rabieta de su hijo si permanece recostado, se desliza a través de las sabanas y comienza a caminar por los aposentos mientras mece a su hijo.
La puerta es abierta y una de las sirvientas que Lucerys trajo entra a sus aposentos. Aemond frunce el ceño ante la inesperada entrada de la mujer quien se sorprende de verlo, ella hace una reverencia y sonríe con timidez.
— Disculpe, príncipe— dice ella con nerviosismo, sus ojos permanecen puestos sobre el suelo. — Pensé que necesitaba ayuda con el pequeño Lord. El amo Lucerys nos dijo que debíamos atender a los niños.
Aemond mira a la mujer mientras sigue acariciando la espalda de Tymond quien solloza contra su pecho, sus pequeñas piernas golpean sobre su abdomen, pero permanece imperturbable, aunque por dentro este clamando a los dioses para que le concedan paciencia. Tymond se ha vuelto un bebé grande y sus rabietas lo lastiman.
— Si necesito tu ayuda te convocare— dice Aemond forzando una tenue sonrisa, no la siente, pero es mejor que empiece a ganarse a las personas de este castillo, sobre todo a las niñeras de sus hijos. Espera que Ludwin y Saehla lleguen pronto, pero mientras tanto esos omegas son quienes le ayudaran con el cuidado de sus hijos. — ¿Cómo te llamas? — pregunta, animando a la joven doncella quien levanta su cara no convencida de que le permita hacerlo. Aemond no entiende el gesto hasta que recuerda que no lleva el parche sobre su ojo.
— Mi nombre es Layssa, príncipe— dice ella, se las arregla para formar una sonrisa en sus temblorosos labios, pero es evidente que su mirada no puede evitar desviarse hacia su ojo. Aemond suspira y se da la vuelta arrullando a su hijo en sus brazos.
Durante su huida termino perdiendo su parche, así fue como aparecía ante Lucerys, no hubo ninguna entrada triunfal como esperaba que la hubiera cuando finalmente llegara a Driftmark como esposo de Lucerys, tal vez un par de años si los dioses lo permitían. Los planes salieron mal y Aemond llego como un mendigo a las puertas del castillo de su alfa, exponiendo ante todos lo que ocultaba debajo de su parche.
Tal privacidad solo la había permitido a personas de su entera confianza, no era algo que le gustara mostrar, menos a sus hijos quienes parecían curiosos por eso, pero tenían la amabilidad de no preguntar después de que hace años les dijo que esa historia se las contaría en un futuro cuando ellos entendieran.
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Omega Inadecuado (Lucemond)
FanfictionAemond ha intentado de todo con tal de cumplir su deber como Omega, dar un heredero. Pero nada parece funcionar y ha perdido el interés de su esposo, quien lo mira totalmente decepcionado cada luna que pasa y que no ha engendrado un hijo. Lucerys sa...