1.10 Verdad

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Durante el último día de su celo por fin los dolores se han reducido notablemente, ya no hay dolor que causa que se doble sobre su cama, pero aún hay una leve comezón en su bajo vientre que provoca incomodidad. Ha experimentado picos altos en sus calores, pero lo único que sentía en esas ocasiones era el desenfreno de su cuerpo pidiendo ser engendrado.

Sospechaba que esto se debía a los brebajes que el maestre de su casa había estado preparando para él minuciosamente, no se siente seguro como para confiar en nadie de esa casa y desconoce las intenciones que tengan por lo que su primer pensamiento es señalarlos a ellos como los responsables.

Permanece recostado abrazado a Lucerys hasta que siente la necesidad de levantarse de la cama para darle un último trago al frasco que quedaba de la cesta que el maestro Credence le envió para pasar su celo, el líquido amargo se desliza por su garganta, se frota el estómago con suavidad sintiendo como este hace un ruido por el hambre, recuerda que la última comida que obtuvo fue por la noche cuando Lucerys trajo carne y pan.

Deja escapar una maldición para sus adentros y después de picar un poco de pan que quedaba sobre la bandeja, permanece de pie admirando la figura del alfa recostado sobre la cama, Lucerys está descansando tranquilo dentro de su nido, su mano está sosteniendo la manta aferrándose a ella como si sintiera que todavía lo está sosteniendo.

Aemond se siente conmovido por el hecho de que Lucerys pasara el tiempo con él durante su celo, su alfa estuvo a su lado asegurándose que nada le faltara llevándole comida y cuidándolo cuando Aemond sentía que no podía soportar por más tiempo el calor, depositando besos afectuosos sobre sus mejillas y frente, su mano sosteniendo la suya durante sus calambres.

Ambos se conocen lo suficiente y en este punto conociendo su intimidad desde hace años, por lo cual no es necesario ser tan efusivos todo el tiempo. Disfruta ambos lados de su relación, ama que Lucerys pueda follarlo hasta que lo haga olvidarse de que existe fuera de esta habitación, que existe ajeno a Lucerys. Pero también ama que lo sostenga entre sus brazos y lo consuele, lo cuide y lo proteja. Ama las dos facetas de su relación. Come el ultimo pedazo de pan y vuelve a la cama para recostarse dentro de su nido antes de que pueda obtener otra porción de comida caliente.

Lucerys se mueve a su lado en la cama, abriendo un ojo por la sorpresa hasta que se percata que se trata de él y se desliza más cerca reafirmando su brazo sobre su cintura y atrayéndolo contra su pecho. Aemond inclina su cuello permitiéndole al alfa sembrar suaves besos sobre su cuello, tararea ante la sensación, mueve su cuerpo contra el del alfa, frotándose contra su regazo buscando tentarlo.

— Tu temperatura ha bajado — murmura Lucerys, su mano acaricia sus flancos posesivamente y sus labios encuentran su glándula de aroma y da repetidos besos sobre la piel enrojecida, su glándula se encuentra sensible como debería ser durante su calor y Aemond gime por las atenciones del alfa moviéndose contra su creciente erección.

— Me siento mejor— responde sosteniendo la mano de Lucerys e incitándolo a ir hacia abajo en su cuerpo.

— ¿Estás seguro? — pregunta el alfa con desconfianza, apoya su mentón sobre su hombro y sus ojos expectantes se mantienen esperando su respuesta, Aemond entorna su ojos y guía la mano de Lucerys entre sus piernas respondiendo con su gesto lo que no quiere admitir en voz alta.

Cada vez se torna más difícil pasar sus días lejos de Lucerys, lo extraña la mayoría del tiempo, añorando sus caricias y deseando que el alfa este cerca para que toque su piel, para tocar su piel y para besar con sus labios los suyos y perderse entre sus brazos, sin preocuparse por nada más allá de ellos dos compartiendo entre sí, amándose y perdiéndose el uno en el otro.

Las manos de Lucerys son obedientes y no vacilan en tocarlo tentativamente como si aun dudara de que en realidad se encontraba bien y no quisiera lastimarlo.

Omega Inadecuado (Lucemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora