Jonas tenía suerte de ser bienvenido en casa de Becky, a unas cuadras de la suya. Sus padres eran amigos, por lo que se conocían desde que tenían memoria y solían salir de vacaciones juntos, con cualquiera de las dos familias o ambas.
¿Romance? No. Aunque al inicio de la adolescencia eran curiosos y se besaron un par de veces, ser pareja no funcionó entre ellos. Prefirieron conservar su amistad... Y bueno, pronto notaron que la heterosexualidad no se le daba nada bien a Jonas, años en los que aún iba a la escuela secundaria y comenzaron a acusarlo de llevar pluma, dado a su personalidad llamativa y gustos exóticos.
Era afortunado, su mejor amiga nunca lo juzgó por su recién descubierta homosexualidad y más de una vez lo libró de problemas con sus mayores haciéndose pasar por su novia.
Delgada y morena, Becky era un rayito de sol de un metro y medio de estatura que no se arrugaba con el alcohol, por eso Jonas la apodó cariñosamente "frasquito de perfume". Risueña y divertida, cada vez que se veían armaban escándalo con sus risas, los chismes del barrio iban y venían arrancando el cuero a todo el mundo.
Pero no había sonrisa en el rostro de la chica de diecisiete al recibir a su casi hermano esa noche.
Pertenecientes a una misma villa, sus casas eran humildes, de ladrillo y tres plantas, pareadas una junto a otra en largas filas. El frente era tan estrecho que no cabía un vehículo, no obstante, Becky y su mamá se las habían ingeniado para tener un bonito antejardín con rosales.
Ellas hicieron pasar a Jonas al pequeño comedor entre la sala y la cocina. A juzgar por el frío semblante de las damas, por un segundo el muchacho temió que su papá estuviera ahí esperándolo.
Le dieron un suéter y Becky sirvió un plato de sopa de pollo con fideos. Ella se sentó ante él en la mesita redonda, apoyó el mentón en su mano y lo observó con la más profunda decepción y lástima.
Jonas moría de hambre y frío, la sopa ante él estaba caliente, pero no podía comer. No escuchando a la mamá de Becky tras ellos. La señora charlaba por teléfono con su papá, informando a su familia que él al fin había aparecido.
Un manotazo en la nuca lo hizo empezar a comer, su amiga estaba harta de sus estupideces y oír una disculpa tras otra. Jonas escuchó los 399.524 sermones de Becky y su mamá; charlas sobre lo mucho que sus padres se preocupaban y todo lo que hacían por él; el lío que armó; un "te dije que esos no son tus amigos" que lo apuñaló de ida y vuelta, como si la traición de esos idiotas no le doliera ya lo suficiente, ¡como si no hubiera explicado lo que pasó y las horrorosas horas que vivió! Estaba demasiado cansado y estresado para oír más, y sus padres no llegaban a buscarlo.
Avanzada la madrugada, solo y a oscuras, se acurrucaba en el sofá. Supuso que en cualquier momento su papá entraría y lo llevaría a casa tirando de su oreja, como tantas veces había pasado...
Pero la noche avanzó. Se durmió, y nadie llegó.
Lunes 28 de junio de 2004
«¡Oh! Me salvé, seguro se compadecieron de mí», supuso el maguito optimista al despertar por la mañana, los problemas resbalaban fácilmente de su consciencia. Buscando alguna sonrisa que apoyara la suya ayudó con el desayuno, su buen humor regresó con sólo recordar que la dirección de los dueños del gato debió llegar a la veterinaria.
Recuperaría el dinero, lo sucedido se olvidaría y todo sería como antes ¡Porque había aprendido la lección!, y con eso bastaba para él.
Becky sabía que mantener la seriedad sobre el asunto era la mejor forma de castigarlo, lo ignoró por la mañana y pronto se fue a la escuela.
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Corazón Felino
Fantasy🏳️🌈Jonas odia a los gatos, pero Gian es más gato que humano ¿Entonces qué? *** Un par de adolescentes torcían sus sendas en la vida cuando estas se cruzaron. Podían definirse como dos grandes errores de crianza; Jonas, el mago a quien se le había...