Ruptura

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El amor no siempre es suficiente... o necesita el tiempo adecuado para germinar. Aquella noche, con todo su amor y la mejor de las intenciones, Jonas rompió tres cosas sumamente importantes para él. No obstante, al menos en aquella ocasión, no fue por mala suerte ni su culpa, las que él consideraba la misma cosa.

Lo roto y lo lastimado ya se tambaleaba frágil, dirigiéndose a un quiebre inevitable desde antes...

Aunque, siendo francos, si a alguien se podía culpar era a Gian.

El primer crack estuvo en el floreciente y mutuo afecto, libre de vergüenza y culpas mal repartidas, que apenas se asomaron a disfrutar. En la complicidad que a ambos protegía... Apenas era un brote echando raíces en la tierra hostil del corazón felino, no estaba listo para ser expuesto.

Se resquebrajó al ser forzado en palabras.

El "te amo" que Jonas pronunció debió ser devuelto, pero se perdió. Él sabía que sus palabras irían al aire, ¡estaba seguro de comprender y soportar aquel silencio! El que se extendió cuando más vulnerables e íntimos debían sentirse. Aunque no escuchara una respuesta, aún así podía percibir el afecto de Gian de muchas otras formas, fuerte y claro cada día. Estaba bien con eso. O eso creía.

Antes de aquel "te amo" Gian pidió quedarse en su regazo unos minutos. Porque lo amaba, aunque no pudiera deciro.

Ni treinta segundos después de su confesión, Jonas sintió el pecho frío al levantarse el catzul que cobijaba. Gian huyó de la situación, fue a la ducha con mirada esquiva, amedrentado por montones de basura que hacía mucho trataba de esconder en su cabeza.

Jonas lo hubiera seguido al baño, con el nivel de intimidad que manejaban fácilmente se hubiesen duchado juntos, repartiendo besos y arrumacos bajo el agua caliente. Pero ya no. No se sentiría cómodo mantener la boca cerrada ni cambiar de tema por la fuerza. Aunque Gian no puso seguro a la puerta, su amo no fue tras él, no era "tan tonto", percibía densa y pesada la incomodidad que sus palabras causaron. «Mierda, se lo dije muy pronto», lamentó de camino a la cocina en busca de su jersey y papel para limpiarse.

Dio un par de vueltas en la cocina y entre sus pensamientos, sopesando cómo remediar el desastre emocional que, sabía, debía estar estallando a solas en la ducha. Se lavó las manos, pero no podía limpiar lo dicho ni retractarse. «¿Por qué, joder, ¡¿por qué?! No entiendes ni quieres entender», discutía solo en sus pensamientos, podía adivinar cuál sería la posición del felino si osaba poner el tema sobre la mesa; "no, no, no y no", Gian estaba %5000 seguro de que el amor romántico y las parejas nunca terminaban bien, y oír de algunos casos aislados no aplacaba su recelo hacia el abismal porcentaje de fracasos.

De insistir, Jonas se arriesgaba a ser rechazado directamente y todo se iría a la mierda. Por la magia de la casa Anwandter Gian olvidaría cada interacción romántica que vivieron juntos, «sería catastrófico para ambos —reconocía el mago atajando unas cuantas lágrimas de impotencia—. Ser su amo, sólo su amo, dejaría un vacío en él, volvería a sentirse solo y desconfiado como siempre. Y yo... No, joder, ¡no! No quiero vivir a su lado como si nada hubiera pasado. No lo soportaría, pero tampoco podría irme».

Él no podía volver a casa, ni Gian a Robert. Era lo más triste; sentirse entrampados en lo que podía, y él estaba seguro de que aún podía, ser una hermosa relación.

—Espero lo pase por alto y ya —murmuró buscando algo en su bolso cinturón, el que seguía junto a la puerta principal desde que llegó con su amado gato dentro de la chaqueta. Una lágrima se le escapó por aquel detalle—. Todo estaba bien minutos atrás, ¿por qué mierda siempre termino jodiendo todo?

Corazón FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora