El mago que trabajaba captando turistas en el mercado fluvial no era uno de los Anwandter, pero aunque débil, poseía linaje mágico; eso era lo suficientemente inusual. ¿Mago del bosque? Últimamente quien solía creer ser un idiota y no poseer ningún talento descubrió mucho de sí mismo; que su carisma era realmente útil y valiosa, la amplitud su magia, y que esta poseía dones insospechados pues -a diferencia de los dilemas sufridos por el ancestral-, aprendió cada hechizo que se propuso, claro, siemrpe que correspondieran a su linaje.
Aquel día en el puerto ostentó controlar la que antes hubiera sido una difícil situación. Charlaba con un grupo de turistas de tercera edad cuando Bam, el husky, los interrumpió. Su breve juego hizo reír a las señoras, nada de qué preocuparse, hasta que un gato grande y gordo llegó a arruinar la fiesta, no sólo atacando al perro que, cobarde, salió corriendo con el rabo entre las patas, sino quedándose alterado y confuso en un lugar que podía resultar peligroso para él mismo.
El gato corrió, o eso intentó. Hubiera salido disparado hacia la calle, huyendo de la gente, de no ser por los rápidos reflejos y un buen truco de su amo. Jonas lo traía listo desde que lo aprendió; el collar de Capuchino estaba hechizado, vinculado a la pulsera de macramé que Hilario le enseñó a hacer -Jonas también aprendía ese tipo de cosas si le mostraban paciencia-, y ¡éxito!, una cuerda mágica apareció entre ambos, reteniendo al gato que enloqueció girando, bufando y tirando.
El amo se disculpó, realmente no quería tener que hacerlo, pero le fue necesario para evitar que Capuchino se hiciera daño con el collar. Lo despistó y atrapó por el pellejo de la nuca. Sólo un instante, fue rápido, al meterlo dentro de su chaqueta... Temió que sus garras le dejaran el torso a cuadritos, mas Capuchino reaccionó reconociendo el aroma y aura mágica de su amo. Detuvo sus chillidos y arañazos de golpe, comenzando a ronronear desorientado, pero seguro.
Al fin se calmó, hubiera sonrojado buscando un agujero en la tierra de no estar en su forma felina, la que sin importar el desorden causado encantó a los turistas y lo hizo reír internamente. «Soy adorable, maldita sea», asomó su cabeza por el cuello de la chaqueta de Jonas enamorando a las viejitas, maulló amable y, con la explicación de su amo, ganó su confianza.
¿Fastidiar a Bam? Claro que sí. Capuchino pronto pasó de mano en mano, cargado como un bebé, recibiendo mimos y elogios por su pelaje y rechoncha figura. De pronto deseaba que el hecan disfrutara de su buena vista, para que viera cómo le sacaba la lengua a la distancia, y que las señoras amaban incluso ese ridículo gesto.
Las siete señoras subieron al barco del señor Beiroa para el paseo, llevando a Capuchino con ellas. El gato abordó y rondó por la cubierta victorioso, lomo y cola en alto, buscando dulce venganza. Hallando la cabina del capitán abierta entró y maulló al pie del señor Iker.
—¡¡Oooh!! ¡¿Quién está aquí?! —el hombre amante de perros y gatos se derritió por dentro, cargó y abrazó al inconfundible gato—. Capuchino, el Rey de Ange.
—¡Prrñawñawñaw!
Incluso Jonas, quien estaba ocupado recibiendo a más turistas, miró de reojo el descaro de su gato. Sentado a sus pies estaba Bam, con una bandita en la nariz y encorvado por el regaño que le había dado su amo al llegar. Estaba advertido de que no debía acercarse a oler a Gian ni fastidiarlo intencionalmente. El rasguño; se lo había ganado.
Pero Gian había hecho lo suyo también, merecía un correctivo. ¿El castigo? Él y Bam fueron obligados por sus amos a posar juntos en la foto del grupo de señoras a quienes sus pleitos habían preocupado. Se vieron adorables juntos, la verdad, el husky y el gato himalayo compartían el mismo color de ojos, como una mala jugarreta del destino.
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Corazón Felino
Fantasy🏳️🌈Jonas odia a los gatos, pero Gian es más gato que humano ¿Entonces qué? *** Un par de adolescentes torcían sus sendas en la vida cuando estas se cruzaron. Podían definirse como dos grandes errores de crianza; Jonas, el mago a quien se le había...