Gato pegajoso (+18)

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¿Reconciliados? ¿Ya todo estaba bien, no habría más disputas ni malentendidos? Por las malas Jonas aprendió que ronroneos, besos y abrazos no aseguraban nada hasta aclarar correctamente las cosas, así que haría caso a su tía en un cien por ciento.

A mitad de la madrugada, abrazando a su chico por la espalda, hundió el rostro en su cabello como tanto le gustaba. El catzul siempre olía al perfume de los productos para el cabello, pero «es la primera vez que huelo que no te bañaste», notó preocupado, no porque Gian oliera realmente mal, sino por el descuido que significaba por parte del felino.

21.- Los gatos son muy limpios; si descuidan su pelaje es porque están enfermos o algo les duele.

La lista de "lo que aprendo de los gatos" que le escribió la señora Sandra seguía siendo una de sus guías felinas.

No debía angustiarse más de la cuenta, tomando en cuenta lo sucedido, entendía que Gian no tuvo tiempo ni ánimos para ducharse en las últimas tres noches, y la ducha que le dio a Capuchino no tenía que ver con su forma humana. «Tendré que darte un baño como humano entonces», su imaginación voló acariciando y estrechando la cadera ajena un instante, besando la nuca a su disposición, mas atajó sus intenciones a tiempo.

«La carta. Tengo que escribirle una carta... que sea clara, precisa, y de alguna forma lo invite a aclarar todas mis dudas». Su estómago se retorció un poco al meditar cuán difícil sería escribir tal cosa, la facilidad con la que podía ser malinterpretado y, lo que realmente odiaba; ¡sería una carta!, una vez escrita y en manos del catzul él no podría intervenir para acotar ni aclarar nada.

Reconocía su facilidad para hablar, las palabras fluían de su boca sin prisa ni descanso pero, ¿escribir una carta?, nunca había hecho algo así. De todos los puntos que su tía lo hizo anotar, sólo la contención física le parecía fácil de aplicar; lo de guardar silencio esperando momentos oportunos para tratar ciertos temas, cuidar las palabras con las que se expresaba, ¡y escribir una carta!, la que se convertiría en su más importante medio de comunicación para llegar a un mutuo entendimiento... todo eso era muy difícil para él o, quizá, estaba temiendo por adelantado.

Pronto entendería que lo más difícil de escribir aquella carta no sería hallar las palabras correctas, sino un mínimo tiempo a solas para plasmarla en papel.


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Viernes 24 de septiembre de 2004


Durmió mal. Durmió poco por voltear a cada movimiento en la cama persiguiendo a su amor, temiendo perderlo otra vez. También porque el felino amodorrado ronroneaba cada vez que él se acomodaba para abrazarlo y, aunque agradable, el vibrar de ese "motorcito interno" tronaba en el silencio nocturno.

Temprano, poco antes de que sonara el despertador, era cuando Jonas mejor y más profundamente dormía. Al fin. Pero, para bien o mal, el catzul ya estaba despierto. Gian lo había dejado solo en la cama hacía un rato, mas regresó buscando su calor bajo las mantas, arrimándose para frotar el rostro contra su cuello.

Corazón FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora