La Casa del Chisme

32 8 17
                                    


27 de septiembre de 2004

3:PM

Días atrás Jonas visitó la dimensión Anwandter por petición de Luther, mientras Gian escribía su carta solo en casa.

Aunque su líder aseguró que no tenía de qué preocuparse, que sólo necesitaba pedirle un favor, el novato del club entró a la dimensión con cautela. Su intuición decía que algo malo sucedería pronto.

Luther esperaba en su lugar favorito de la dimensión, la glorieta de cristal en el jardín de la biblioteca. Junto a Ángel descansaban sentados en el sofá columpio como si este fuese estrecho, tan juntos y confidentes que, al verlos desde el umbral de la puerta a la biblioteca, Jonas sonrió tieso sintiéndose un mal tercio. Pero ni modo; fue el mismo Luther quien lo había llamado.

De todos los favores descarados o engorrosos en los que Jonas había pensado, ninguno le fue pedido. Se quedó de pie ante sus amigos, confundido con la cabeza ladeada.

—¿Cómo que un pastel? —dudó mirando a Luther de reojo, aún desconfiado—. ¿Me hiciste venir aquí para pedirme un simple pastel?

—¡Ooh! —exclamó el ancestral rodando los ojos. Cruzó una pierna sobre la otra y se inclinó al frente—. Lamento que te hayas fracturado las patas por caminar unos metros, Jony, pero no me has escuchado ni tres cuartos; te estoy pidiendo —pausó sus palabras gesticulando con sus manos—, un pastel, de garash búlgaro, preparado... con la receta ¡se-cre-ta!... de Mariel Anwandter.

—¡Aaah... —Jonas inhaló comenzando a entender, mas fue interrumpido.

—Lo que te estoy pidiendo es una proeza, ¿la dimensionas? —insistió el ancestral—. Ni siquiera sé si hay registro escrito de esa receta, o si Gian recuerda cómo hacerla. Sé que él no se ha sentido bien ultimamente, por eso prefiero que seas tú quien lo averigüe —sonrió y pestañeó zalamero—. Serás abundantemente recompensado por la familia Anwandter, antes y especialmente después de que lleves el pastel a mi casa, ¿te parece?

Fue cuando el ancestral presentó ante el novato la burbuja de energía que su bisabuelo había creado. La hizo aparecer girando su mano, extendiéndola ante él como un flamante obsequio. Jonas la tomó boquiabierto, a pesar de ser la primera vez que veía una en persona, podía sentir la energía que contenía.

OK... —asintió con el ceño fruncido. Decir que el obsequio recibido era "caro" se quedaba corto—. Entonces... ¿Este es el primer pago? Comienzo a preguntarme si la misteriosa receta es ilegal, peligrosa, o si llevará alguno de mis órganos en la mezcla —su expresión asustada hizo a Ángel estallar de risa, tumbándose a un lado en el sofá— ¿Cuál es la verdadera urgencia por ese pastel? —insistió Jonas—, ¿no es más seguro encargarlo a un mago repostero profesional?

—¡No cualquier mago tiene un don para la repostería! —enfatizó Luther indignado, dejando una dura palmada en el trasero al vampiro para que tomara el asunto con seriedad—. ¡Ángel! No ayudas. ¡Agh! Escucha, Jonas, Gian dice que cocinas igual o mejor que Mariel ¡pongo mi esperanza en que eso sea verdad y no un efecto del amor que lo que lo tiene tonto por ti! Necesito el pastel, ese preciso pastel, para dárselo a mi bisabuelo... Sabes que tiene alzheimer y demencia senil, ¿cierto? ¡que ya tiene más de 130! Las canicas que no le botó la guerra se las terminó de tirar el tiempo hace más de veinte años. Viste que a veces se pone mal, ¿no?, como cuando mencionaste a Gian. Él no puede escuchar ese nombre, ¡¡su hijo explotó en la guerra!! —exclamó dando un brinco que le desajustó los anteojos—. En su demencia y por culpa de los relatos de Robert cuando se emborrachaba, literalmente siente estar ahí ¡en pleno bombardeo! Tal estrés es un peligro mortal para un enfermo cardíaco como él.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Corazón FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora