Vampiro; no ángel

84 12 43
                                    



El catzul y el vampiro ignoraron la mirada intensa del capitán de remo, siguieron caminando hacia la salida hasta que Eric detuvo el motor y cerró las ventanas del vehículo, dispuesto a descender.

Gian gruñó incómodo sin entender el origen de su recelo. Sacudió la cabeza y se apartó de Ángel. Sentía que actuar así estaba mal, pero no quería siquiera saludar a Eric.

—Adiós, nos vemos después —se despidió de su amigo con prisa, dejando unas palmadas en su espalda—. Haz caso al doctor. ¡Que estés bien!

—Ah, ¡Nos vemos! —Ángel alzó la mano para despedirse. Lo vio convertirse en gato para correr a la parada de autobús, del otro lado de la calle, justo en la dirección contraria a la que él debía caminar.

El vampiro tampoco quería cruzarse con Eric, ni siquiera siendo ambos miembros del club se saludaban ni hablaban, no le simpatizaba en absoluto pues su intuición vampírica lo fichaba en lista negra incluso desde antes de enterarse de su interés "romántico" por Gian.

«Una peste. Pasar ante ti es una peste», rezongó internamente. Aún así caminó, siguió su camino con la frente en alto y claro desprecio en su expresión sin importar si debía pasar ante el desagradable personaje, pues no le temía.

Su padre lo había logrado; su pequeño y temeroso vampiro hacía tiempo dejó de temer a todo el mundo, confiando en sus habilidades cada día mejor pulidas. ¿Y qué si el capitán de remo era alto y fornido? Él era un vampiro, uno casi adulto, cuyo único rival digno debía ser el sol.

Llevando el conflicto a flor de piel, Eric resopló al verse ignorado. Sujetó y tiró a Ángel por el brazo cuando este pasó ante él y se inclinó a hablarle demasiado cerca para gusto del vampiro.

—Sabes que no tiene caso —increpó Eric entre dientes, refiriéndose a Gian—. No ganas nada con él.

—Le dije la verdad —espetó el vampiro de vuelta, zafando de su agarre de un tirón. Lo miró de pies a cabeza con rojo en las pupilas—. Entendí que él quiere a otra persona y di un paso al costado por su bien.

—Ya te rendiste. Cobarde como siempre —resopló con desprecio.

—Al menos yo lo besé —rió burlesco—. ¿Tú qué, amigote? ¿No notas cómo huye de ti?

—No necesito rebajarme a rogar por lo que es mío; volverá suplicando otra vez, él sabe que Jonas se irá y que soy su única opción. ¿Pero, tú?, no estás ni en la fila, haberlo besado no te quita lo arrastrado que te ves a su lado.

—¿Es tuyo, dices? —abió bien los ojos, sin dar crédito al descarado optimismo con el que Eric hablaba—. ¿Arrastrado yo? Sólo trato de recuperar su amistad y aconsejarlo para que sea feliz con quien le corresponde. Quien lo quiere, ¡a quien él quiere! Eso me da paz.

—Sí, claro, "amigos". Gian debe ser el único ingenuo que cree tu discurso. ¿De qué mierda te sirve seguir a su lado esperando limosna?

—Pobre humano —lamentó sarcástico—, un alma pequeña como la tuya jamás entendería lo que nosotros realmente valoramos... Tu aura es negra, Eric —lo miró de pies a cabeza con una mueca asqueada—. Tan lleno de odio.

—Lo dice un vampirito de vitrina —alzó los hombros con las manos en los bolsillos, haciéndose a un costado con desprecio—. Un chupasangre débil e impuro... No es como que me importe.

—Cuida tu resentimiento —alzó la voz con seriedad—. Leo tus intenciones; si perjudicas a Gian o a su amo Jonas —agregó de mala gana, mas asumiendo lo que era realmente correcto—; entonces sabrás de lo que este "vampiro de vitrina" es capaz. Quien se convierta en una pieza de taxidermia podrías ser tú.

Corazón FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora