CAPÍTULO 5

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31 de octubre, 2028

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31 de octubre, 2028

Kiara

Lo primero que veo cuando mis ojos se abren es la hora en el reloj que se encuentra en mi mesita de noche. Vale, es un poco temprano. Intento volver a dormir, no lo consigo. Imagino que es la emoción, Halloween es de mis festividades preferidas. Me desperezo y ato mi cabello antes de ir a asearme, hoy haremos galletitas temáticas.

Acomodo todo en la cocina y saco los ingredientes; agradezco que Lois sea igual de previsor que yo, siempre hay lo necesario para hornear ya sean galletas o pasteles. Pongo música a bajo volumen y tarareo mientras echo en un bol todo lo necesario para que mis galletas queden deliciosas. Aprendí a hornear con una de las nanas que mamá contrataba para cuidar de nosotras mientras ella trabajaba, desde entonces he encontrado en la cocina un espacio seguro para desfogar cualquier emoción que pueda estar llenándome el cuerpo, ya sea estrés, alegría, tristeza. Todo se drena cuando cocino.

Pongo a precalentar el horno mientras yo amaso lo que resultó de la mezcla y utilizo los moldes que compré hace dos años, hay de calabaza, de murciélago, de escoba y demás. Son bastante prácticos y fue una compra cien por ciento responsable. Vale, puede que eche de menos los moldes de estrella que compró Lois el verano pasado. En temas de cocina me entiendo a la perfección con mi cuñado, no sé si Ayla me resulte tan buena compañera de cocina, más que nada por el hecho de que Ayla es bastante similar a mi hermana, ninguna puede entrar a la cocina sin quemar o romper algo.

Termino de cortar las galletas y las pongo en una fuente mientras yo preparo el fondant que usaré para decorarlas. Reviso la hora, asegurándome de que me alcanzará el tiempo y sí, aún son las cinco, mi primera clase es a las ocho.

—¿Qué haces? —la voz de mi hermana me hace voltear.

—Galletitas —respondo.

—¿A las cinco de la mañana?

—Exacto —sonrío —. ¿Quieres un poquito de masa?

—Vale.

Se olvida de las quejas y viene a donde estoy para probar un pedacito de la masa que sobró. Le pregunto por Jane y me dice que sigue durmiendo, igual que Lois.

—Él siempre se levanta a las cinco y media, no quise despertarlo antes —termina de saborear lo que se metió a la boca—. Voy a querer una, ¿vale?

Me rio mientras introduzco la fuente en el horno.

—No pienso llevarme todas a la universidad, así que tranquila.

—Entonces unas cinco por lo menos —me da un beso en la frente —. Voy a entrenar, tendré la música alta así que, si me necesitas, me tocas la puerta.

—Está bien.

La veo desaparecer por el pasillo, tener el gimnasio aquí dentro facilita muchísimo el que no necesite salir, de modo que rara vez la veo renegando por los paparazzi que aún se mantienen afuera del edificio.

ENTRE CORAZONES Y LETRAS © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora