CAPÍTULO 33

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3 de julio, 2029

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3 de julio, 2029

Simon

Estoy teniendo un sueño bastante bonito y entretenido, o al menos eso era hasta hace unos cinco segundos, que es cuando abrí los ojos para encontrarme a una rubia inquieta entre mis brazos. Por lo general se mueve entre sueños, a veces la siento, pero esta vez es de manera consciente y lo compruebo en cuanto se lo pregunto.

—Voy a levantarme —me dice, en voz baja.

—¿Quieres ir al baño?

Niega y quita mi brazo de su cintura. He escuchado que algunas chicas sueñan que sus parejas las engañan y se enfadan por ello, Kiara es celosa, ¿será que eso ha sucedido? Vuelvo a rodearla.

—Simon, quiero levantarme.

—No te estoy engañando —afirmo.

—Vale, gracias por la precisión, no te lo pregunté, pero lo tendré en cuenta.

—¿Qué sucede entonces?

—No sé, ahora empiezo a preocuparme por tu confesión.

Me siento, soltándola, ella me imita.

—Lo dije por si acaso.

Ella frunce el ceño y yo explico el porqué de lo que dije. Kiara se echa a reír con fuerza.

—Eres idiota, quiero levantarme porque necesito escribir.

—¿Ah?

—Se me ha ocurrido una escena y necesito escribirla.

—Kia, son las... —miro mi teléfono—. Son las tres y trece de la madrugada, joder, ¿no puede esperar al amanecer, por lo menos?

Niega, decidida y se destapa para bajar de la cama, por un segundo me distrae la vista de sus piernas, tuvo calor y durmió solo con unos shorts que, para ser sincero, parecen ropa interior. Sacudo la cabeza y me levanto también, siguiéndola. Camina descalza hasta la sala y toma su laptop de la mesita donde la dejamos anoche, queda muy poco para concluir el libro, un par de capítulos y, ahora con la relación consolidada, Kiara se ha explayado narrando escenas románticas entre Harland y Selene, imagino que una de esas se le acaba de ocurrir.

La veo ponerse cómoda sobre el sofá, donde abre la laptop y empieza a teclear, sin pensárselo demasiado. Yo la miro desde la pared sobre la cual apoyo la espalda, cruzado de brazos.

—Mira, no te he pedido que me acompañes —murmura, sin dejar de mirar la pantalla.

—¿Estoy quejándome?

—No tienes, precisamente, una sonrisa feliz —ahora si me mira.

—Son las tres y quince, Harmony.

—Puedes volver a la cama.

—No quiero hacerlo, no solo, al menos.

—Volveré en un rato —insiste.

ENTRE CORAZONES Y LETRAS © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora