Los ingleses

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El silencio del bar reflejaba la hora que era. La hora favorita de Violeta, la de cerrar. Por fin podía ir a casa y dejar de sufrir (porque no tenía otro nombre) en ese sitio de mala muerte. Pasó un trapo por la barra, sin esperanza ninguna de que dejara de estar pegajosa. En sus primeros días se había dejado el alma en limpiar la barra sin ningún resultado y ya había aceptado que daba igual el tiempo que pasara limpiando en ese bar, todo iba a seguir igual de sucio.

-Violeta, Carmen. Dejad lo que estáis haciendo y venid aquí- Manda Juanjo, su jefe, con nerviosismo. - Como sabéis, no estamos pasando un buen momento. Este mes casi que no he podido pagaros el sueldo y no hay dinero para pagar todos los gastos. Lo que no sabéis es que hay una empresa que me ha hecho una oferta por el bar.

-¿Qué? Estarás de coña-Le dice Violeta enfadada. -Juanjo, hace un mes te compraste un coche nuevo. De los caros. Te acabas de mudar con tu novio. Tu familia es rica, por Dios.

-Bueno, vale. Aún así, el bar es una pérdida de dinero. Y esta gente quiere comprarlo. Y yo no tengo tiempo para esto. ¡Me voy a casar! -Exclama emocionado y enseñando un anillo que tenía en el dedo.

Carmen aplaude y Violeta le da un codazo y la mira enfadada.

-Y a mí qué me importa. ¿Qué pasa con mi puesto de trabajo? Con nuestro salario.

-Ay, Violeta. Cuando te pones así, eres insoportable.

-Juanjo, tengo una hija que mantener. Perdoname si me da igual tu boda de niño rico- Le recrimina enfadada. Los nervios le suben por el cuerpo y se pone roja. Empezó a pensar en todo lo que tenía que pagar, el comedor de la niña, el uniforme...

-Mira, he hablado con los ingleses estos que quieren comprar el bar y me han dicho que os pueden contratar. Eso sí, estaréis en un periodo de prueba y como es lógico no cobraréis el sueldo íntegro durante unos meses.

-¿Perdona? ¿Pero eso es legal?

-Ni idea, pero ni lo sé, ni me importa. Y bueno, yo me voy ya, que Martin me está esperando.

Violeta lo mira indignada y se pone delante de la puerta para que no pueda salir.

-Nos echas y encima piensas que te vamos a cerrar el bar. Pues no, guapo, cierra tú. Yo solo trabajo para los ingleses. Que también me van a escuchar.

-Violeta, ten cuidado. Que yo aguanto tu carácter porque soy tu amigo, pero los ingleses estos no van a aguantar tus desplantes. La semana que viene llegan. Yo que tú sería puntual.

Violeta le enseñó el dedo corazón, cogió su chaqueta y se fue dando un portazo.

La puerta del piso en el que vivía se abrió con un estruendo y Violeta maldijo en todos los idiomas que se le ocurrieron.

-Vio, tienes la comida en el microondas. La niña está durmiendo y Denna la ha dejado en tu cama.

Álex la esperaba en el sofá, tenía una sonrisa cansada. Su hermano llevaba diez años viviendo en Madrid mientras que ella había preferido en un principio seguir en Granada. Sin embargo, cuando se quedó embarazada y sola decidió que lo mejor que podía hacer era poner distancia e irse a Madrid, donde tendría más oportunidades. Aunque habían pasado cinco años desde que se mudó y seguía sirviendo copas y atendiendo a clientes maleducados. El labio inferior le empezó a temblar. los ojos se le llenaron de lágrimas y explotó. Álex se levantó como un resorte para darle un abrazo.

-Juanjo le ha vendido el bar a unos ingleses que no nos quieren pagar y no sé cómo le voy a pagar las cosas a Alba. Ayer necesitaba unos zapatos. Hoy ha empezado el colegio y seguro que necesita cosas nuevas y Juanjo me pagaba una miseria que no llega ni para pagar este piso de mierda y ahora los ingleses me van a pagar menos todavía. Mi hija se va a morir de hambre y yo no puedo más. Estoy harta. No sé qué hacer.

-Peque, nada de eso va a pasar. Si mi sobrina necesita unas zapatillas nuevas pues hago unas horas extras y le compro los tenis más chulos de todo Madrid. Y si no puedes pagar el piso, ya nos buscaremos uno más barato.

-No puedo haceros eso. Siempre os estoy molestando, Denna y tú hacéis tanto por nosotras. Siento que somos una molestia.

-Violeta, eres mi hermana. Te daría un riñón sin pensarlo. Y Denna te adora, eres su mejor amiga. Además, un día de estos te va a quitar a Alba, creo que la quiere más que a mí.

Violeta suelta una risa triste mientras se seca las lágrimas

- ¿Y si buscas trabajo como periodista? No tienes que trabajar para nadie si no te pagan lo que te mereces-Le dice Álex con suavidad.

-Sabes que lo he intentado mil veces, pero no me contratan. Nadie quiere a una madre soltera de veintisiete años de becaria. En fin, estoy cansada. No tengo hambre, creo que me voy a ir a la cama directamente.

Álex la mira triste pero asiente, le da un último achuchón antes de irse él también hacia su habitación.

El cuarto de Violeta no era nada del otro mundo. Las paredes eran blancas y tenía una cama de matrimonio en el medio que ocupaba casi todo el espacio. Las paredes estaban llenas de dibujos de princesas y cuentos hechos por su hija. En el centro de la cama, se encontraba la pequeña de cinco años y medio, el pelo ondulado y moreno le caía por la cara y Violeta sonrió al verla. Quizás su vida no era como la que había soñado cuando era pequeña pero no la cambiaría por nada del mundo. El lunes iría al bar, hablaría con los ingleses y se ganaría a quién se tuviese que ganar para que le subieran el sueldo. Alba se lo merecía todo.

Se metió en la cama y la abrazó con dulzura, quitándole el pelo de la cara.

holaaa, si os gusta subo el segundo que ya está escrito :))

Sweet nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora