Reportera

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Chiara llevaba una semana comprando como una loca. Había llenado un armario solo con ropa que pensaba que le gustaría a Alba, juguetes que veía por las tiendas y que le parecían graciosos acababan desperdigados por su piso y había mandado pintar las paredes de la habitación de invitados. Violeta no había dejado todavía a la niña en su piso, pero llevaba toda la semana buscando trabajo y Chiara estaba convencida de que la iban a contratar donde quisiera. Así que se pasó toda la semana preparando el piso para Alba, quitó todas las cosas que pudieran romperse, guardó los cuchillos en cajones con cerraduras a prueba de niños y tapó los enchufes de su apartamento con la ayuda de Ruslana y una visita al Ikea.

Violeta y ella hablaban todas las noches por teléfono. Siempre empezaban igual, ella le contaba cómo le estaba yendo la búsqueda de trabajo como periodista y acababan hablando de otras cosas, la última serie que habían visto, la canción que les había recordado a la otra... Sin embargo, no habían tenido contacto en el hotel. Violeta salía pronto todos los días para buscar trabajo y Chiara intentaba no mostrar favoritismos delante de sus trabajadores y de Lucas.

Chiara llevaba toda la mañana intentando cuadrar el presupuesto del mes de octubre antes de su reunión semanal con su madre. Era el peor momento de la semana, sin lugar a dudas. Su madre intentaba buscar cualquier defecto o error que hubiese cometido y se cebaba con ellos mientras que Lucas se regodeaba a su lado. Llevaba ya una semana ultimando el cuadrante para que su madre pudiera darle el visto bueno de una vez por todas y dejar de estar encima suya constantemente. Bajo su punto de vista estaba perfecto, aún así había llamado a Ruslana y a Lucas para que lo criticaran antes de enseñarselo a su madre.

Ruslana llevaba siendo su mejor amiga desde que tenía uso de razón. Martin y ella habían formado un vínculo que equiparaba al que tenía con sus hermanos. Sin embargo, sabía que Ruslana sería sincera con ella y corregiría el presupuesto sin miedo a herir sus sentimientos. De hecho, la chica estaba sentada en el sillón de su despacho con un bolígrafo rojo y una expresión seria dibujada en el rostro, Lucas imitaba su gesto mientras leía su copia en silencio.

La puerta del despacho abriéndose con fuerza rompió con la concentración del momento. Violeta entraba a la habitación a paso rápido y con una sonrisa enorme en la cara. Chiara pensó que nunca había visto una sonrisa tan bonita.

-¡Kiki! -Chiara se asustó, Violeta nunca se había dirigido a ella así en el hotel y no pudo evitar sonrojarse al mirar la expresión de sorpresa que tenían Ruslana y Lucas. -¡Me han contratado! ¡No me lo puedo creer!

Violeta se lanzó a los brazos de Chiara para darle un abrazo que hizo que la inglesa diera dos pasos atrás intentando no caerse.

-Eh, nosotros nos vamos a ir yendo-dijo Ruslana mientras arrastraba a Lucas fuera de la habitación.

Ninguna de las dos se giró para despedirlos.

-Vio, eso es genial. Sabía que te contratarían. Estoy muy orgullosa.

La pelirroja se separó para mirarla. Parecía que estaba brillando.

-Gracias. Dios, no puedo creérmelo. Encima es en una cadena súper importante. Lo malo es que no me han dado tiempo para planear nada. Empiezo esta tarde. Tengo que llamar a Álex para ver si se puede quedar con Alba. Oh, también tengo que dimitir-añadió con una risa.

-Te dije que me quedaría con Alba y lo sigo manteniendo. Y lo de dimitir no es ningún problema, en cinco minutos tenemos todos los papeles listos.

-Kiki, no quiero molestarte. Sé que te quedaste con ella cuando estaba mala pero ahora que está bien tiene mucha energía y puede ser un poquito pesado estar con ella toda la tarde.

-No pasa nada. Yo también tengo mucha energía.

-Bueno, si estás segura...

Violeta se fue corriendo a prepararse para su nuevo trabajo después de haberle dado mil instrucciones a Chiara sobre el horario de la niña y consejos para no dejarse manipular por la pequeña de cinco años. Chiara reía ante la actitud de madre preocupada de Violeta y asentía despreocupadamente. Lidiaba con inversores y empresarios todos los días, dudaba que una niña de primero de primaria fuera capaz de manipularla.

Sweet nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora