Peleas

1.7K 114 10
                                    

—¡Violeta!—regañó Chiara señalando a Alba que miraba a su madre con la boca abierta. Nunca la había visto así de enfadada.

—Alba, entra dentro—ordenó Violeta con dureza.

A Alba se le llenaron los ojos de lágrimas ante la reprimenda de su madre, sentía que le estaba regañando sin haber hecho nada ella y Violeta, al ver que no le hacía caso, se desesperó.

—¡Te he dicho que entres!

Sunshine, es solo un minuto, ¿vale? Luego vemos pelis y comemos lo que tú quieras.

Chiara le abrió la puerta a Alba para que entrara y, después de mirar a su madre con pena, hizo caso, apremiada por las manos de Violeta, y se metió dentro de la casa. Violeta no había mirado hacia su hija en ningún momento, la había instado a entrar a la casa sin girarse. No quería que escuchara nada de lo que iban a decir.

—Que qué haces en mi casa—volvió a gruñir Violeta.

—Chiara, enséñale modales a esta chica.

Chiara, que antes había estado bastante apática a la situación, esperando a que su madre sentara las pautas del encuentro que iban a tener, frunció el ceño y se colocó al lado de Violeta.

—Te ha hecho una pregunta, respóndele.

Emma miró a la pareja enfadada, nunca se hubiese esperado que su hija perdiera toda la educación que ella le había inculcado de pequeña por una chica cualquiera. Le horrorizaba pensar que había perdido a su hija por culpa de una pordiosera que estaba manipulando a su hija. Intentó recomponerse, había ido allí para recuperar a su hija y si tenía que fingir que aguantaba a la pelirroja, lo haría.

—¿Podemos hablar solas?

Chiara negó con la cabeza, Violeta se iba a quedar.

—No, Violeta también se merece escuchar lo que tengas que decir.

—No le incumbe, yo quería hablar contigo.

—Claro que le incumbe, no solo me ofendiste a mí la última vez que nos vimos, la insultaste a ella.

Emma tragó saliva y con ella, se tragó también su orgullo. Asintió levemente y bajó la cabeza.

—Yo quería pedirte perdón—giró la cabeza hacia Violeta cuando vio que su hija la señalaba.—Y a ella también. Perdón.

—¿Perdón por qué?—preguntó Violeta como hacía con Alba cuando se portaba mal.

Emma respiró profundamente, no se lo estaba poniendo nada fácil.

—Perdón por insinuar que solo querías el dinero de mi hija y por incomodarte a ti y a tu hija.

—Eso es lo de menos—dijo Violeta con una ceja arqueada.—Pídeme perdón, pero pídeme perdón por romperme el corazón, porque es lo que pasaba cada vez que veía a tu hija completamente destrozada porque la loca de su madre había decidido que yo era de cierta manera sin conocerme. Pídeme perdón porque durante semanas le he estado limpiando las lágrimas a mi hija porque la Chiara que ella adora no era capaz de levantarse de la cama porque su madre le había roto el corazón. O, mejor, ¿por qué no me pides perdón por haber insinuado delante de mi hija que ni ella ni yo somos suficientes para Chiara? Yo no te voy a perdonar nunca y es que no puedo ni verte.

Violeta se despegó de Chiara, que la miraba con la boca abierta, y llevándose una mano al puente de la nariz, cosa que hacía siempre que quería evitar las lágrimas, entró a la casa. Emma miraba a la chica desaparecer desconcertada, esos meses había estado tan concentrada en lo que ella había estado sufriendo al perder a su hija, no se había parado a pensar en lo que había provocado en el resto.

Sweet nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora