A la mañana siguiente, las dos mujeres se levantaron con ojeras. Ninguna había conseguido dormir más de unas horas y Chiara tenía la cara hinchada de haber llorado. En algún momento de la noche, Violeta le había llevado un vaso de agua y Chiara bebía de él desesperada. Con el movimiento despertó a Violeta, que la miró con ternura. Chiara soltó el vaso y se volvió a pegar a Violeta, buscando que la abrazara y la mimara y ésta lo hizo gustosamente.
Un estruendo de alguien abriendo la puerta las despertó, haciendo que ambas salieran disparadas a comprobar lo que pasaba. En el salón, Juanjo y unos hombres con uniformes azules se llevaban el sofá.
—¡Eh! ¿Qué estáis haciendo?—preguntó a voces Violeta.
—Una mudanza—respondió Juanjo sin mirarlas.
Chiara y Violeta se miraron anonadadas. No se podían creer lo que estaban viviendo, era surrealista.
—¿Perdón? Esta es mi casa y yo no he autorizado esto—dijo Chiara poniendo su voz de jefa.
—La dueña de la casa nos escribió esta mañana para que viniéramos—se cruzó de brazos el hombre.
—Juanjo, ¿de qué coño estás hablando? Sabes perfectamente que Chiara es la dueña, hace nada estuviste aquí con Martin cenando. Y, ¿desde cuándo tienes una empresa de mudanzas?—soltó Violeta.
—La dueña de la casa nos ha dado las llaves y nos ha dicho que la desalojemos. Yo solo soy un mandado. Hay que buscarse las habas.
—¿Qué habas?—preguntó Chiara confundida.—Esta es mi casa, yo no sé.... Mi madre.
Violeta la miró sorprendida, pero en cuestión de segundos la sorpresa pasó a enfado y fue directa a la puerta.
—Ya está bien, hombre. Me he intentado controlar, pero esto es mucho. Se va a enterar Emma de quién soy yo.
Chiara la frenó agarrándola del brazo.
—No hay nada que hacer. Es lo que decidí ayer.
—Pero... esto es ilegal—le dijo Violeta.
—Es su piso, ella lo compró.
—Aún así, tú estabas viviendo aquí, no tiene derecho...
—Violeta, déjalo estar—dijo Chiara, más fuerte de lo necesario, haciendo que Violeta se alejara un poco de ella.—Perdón, Vio, no quería hablarte así. Tú estás siendo maravillosa y yo... Yo no sé qué hacer, no sé de qué voy a vivir, ni donde voy a vivir.
—Kiki...—Violeta colocó su mano en su mejilla y Chiara se derritió contra esta.—Vámonos a Motril a pasar las Navidades.
—¿Qué?
—Sí, vamos a Motril. Yo tengo vacaciones de Navidad y tú... bueno, tú ya no tienes que quedarte aquí. Podemos buscar piso desde allí y pasar las fiestas con toda mi familia. Álex también va a bajar y mis padres ya están allí.
Chiara se lo pensó durante un momento y la verdad era que no podía ponerle pegas al plan, nada la ataba ya a Madrid así que asintió con una sonrisa tentativa y Violeta la besó emocionada.
—Muy bonito, chicas. Pero si vais llevándoos vuestros objetos personales me lo podríais todo más fácil—se quejó Juanjo.
—Juanjo, duerme con ojo abierto—lo amenazó Violeta señalándole con un dedo. Chiara se la llevó a rastras, no sin antes mirar a Juanjo.
—Ya hablaré con Martin de esto.
—¡Chiara! Es trabajo...-se defendió Juanjo.
Unas horas más tarde, mientras Kiki arreglaba a Alba y hacía su maleta, Violeta ya había empaquetado el armario compartido que tenía con Chiara. Había avisado a sus padres de que irían a Motril y estos habían respondido ilusionados, su madre fue inmediatamente a preparar la habitación de Violeta y la de invitados.
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Sweet nothing
RomanceVioleta Hódar tiene una hija que mantener y su único sustento es un bar cochambroso que acaba de ser vendido a unos ingleses desconocidos. Chiara Oliver es la heredera de una empresa millonaria, pero no todo es tan fácil como parece. Su madre la ti...