Después de dejar a Alba en el colegio por primera vez y derramar alguna que otra lágrima, Violeta se aventuró a entrar en lo que antes era el bar de mala muerte en el que trabajaba. Al ver la fachada del edificio se quedó pasmada. Habían reformado el lugar y lo que antes era un edificio sucio y agrietado, ahora era una fachada blanca y un gran cartel que ponía "Williams' hotel". Juanjo no había mencionado que el bar iba a convertirse en un hotel y tampoco que era una cadena famosa de hoteles.
Al entrar, el sitio estaba completamente cambiado y la gente se movía ajetreada llevando cosas de un lado a otro. Violeta miraba con la boca abierta buscando alguien a quien preguntarle. Se acercó a recepción donde había una mujer morena de ojos oscuros tecleando en el ordenador.
-Hola, soy Violeta. Trabajaba en el bar que había aquí y me dijeron que teníamos trabajo aquí. Pero no sé muy bien a donde ir.
-Encantada, Violeta, soy Chenoa. Todos los empleados nuevos os tenéis que dirigir al salón del hotel, la jefa os va a dar una charla.
Violeta le dio las gracias y se dirigió a donde le había señalado la mujer de recepción. El sitio parecía mucho más grande después de la reforma. En el salón principal parecía acogedor y moderno a la vez. Impresionó a Violeta ver a tanta gente que iba a trabajar allí también.
-Buenas, me llamo Bea. ¿Tú también eres nueva?
-Sí. Hay mucha gente, ¿no?
-Sí, ¡qué nervios! Dicen que los Williams son muy exigentes. Pero es el primer hotel que ponen en España, no creo que hayan venido ellos en persona. ¿También eres camarera de piso?
-La verdad que no lo sé, nadie me ha dicho nada. Tendré que hablar con los jefes.
-Qué raro, no pensaba que fueran a dejar cabos sueltos. Aunque, bueno, todavía no es la inauguración.
Violeta le iba a responder pero la persona que estaba subida a las escaleras la distrajo. Llevaba el pelo negro recogido en un moño y sus ojos verdes estaban resaltados por el ligero maquillaje que llevaba ese día pero aún así tenía la misma sonrisa que le vio el otro día en el parque. Chiara.
La motrileña se quedó boquiabierta, no podía creerse que la dulce chica que había conocido en el parque, que la había hecho reír como hacía mucho que no le pasaba, fuese a ser su jefa. Un nudo incómodo se le apretó en el estómago. Había tonteado con su jefa. Empezó a pensar que la iban a despedir nada más la reconociera y entró en una espiral de pánico. No se enteró de nada de lo que dijo la morena, más allá de que era la hija de Emma Williams, la creadora de la cadena y que iba a estar administrando el hotel. No podía dejar de mirarla angustiada. Así que cuando terminó de hablar, se dirigió a pasos agigantados hacia ella.
-Kiki, eh, Chiara. Quiero decir, ¿Chiara Williams?
Chiara se giró y al ver a Violeta levantó las cejas con sorpresa y abrió la boca sorprendida.
-¿Violeta?
-¿Podemos hablar?
-Sí, pero aquí no.
Chiara la lleva a un despacho en la segunda planta. Tenía una ventana de cristal, un escritorio blanco en el centro y un sofá negro donde se sentó Chiara. Violeta la imitó pero poniendo bastante distancia entre las dos.
-Es Chiara Oliver.
-¿Eh?
-Que me llamo Chiara Oliver, no Chiara Williams. Pero tú me puedes llamar como quieras.
Ante la mirada divertida de Chiara, Violeta solo pudo boquear sin saber qué decir.
-Eres mi jefa.
-Eso parece, pero la verdad es que no recuerdo haberte contratado. Y créeme, me acordaría de ti.
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Sweet nothing
RomanceVioleta Hódar tiene una hija que mantener y su único sustento es un bar cochambroso que acaba de ser vendido a unos ingleses desconocidos. Chiara Oliver es la heredera de una empresa millonaria, pero no todo es tan fácil como parece. Su madre la ti...