—Alba, cariño...
Alba había salido corriendo hasta su cama, escondiéndose entre las sábanas y dejando caer las lágrimas que se habían formado al escuchar a su madre. Violeta había ido a su busca al momento, no se podía creer que Alba se hubiese enterado así. Se merecía una conversación calmada y atenta, llena de comprensión y amor y no a su tío hblando de lo mucho que odiaba a su padre. Se metió en la cama con ella, adentrándose entre las sábanas y secándole las lágrimas.
—¿Es malo? El Tito Álex ha dicho que es malo
—Mi niña... Samuel no es malo, era un niño y se equivocó—intentó defenderlo Violeta, realmente no creía que fuera un niño, tenía veintidós años y sabía lo que estaba haciendo, pero no podía decirle lo que realmente pensaba.
—Pero hoy te ha hecho daño. Yo no quiero ser mala como él, Mamá—lloró Alba.
Violeta sintió que se le rompía el corazón otra vez y maldijo a Samuel y su estupidez.
—Escúchame, Alba, tú no eres, ni vas a ser mala. Tú eres la niña más buena que conozco y da igual cómo sea Samuel, tú vas a seguir siendo buena y no me vas a hacer daño—Alba asintió.—Además, te voy a contar un secreto; no nacemos buenos o malos, eso es algo que se enseña, ¿y a que yo no te he enseñado a ser mala?
Alba negó con determinación.
—No, y Kiki tampoco, y los titos tampoco y los abuelos tampoco.
—¿Has visto? Entonces no vas a ser mala.
Alba se pegó a su madre, abrazándola.
—Si es mi padre, ¿tengo que conocerlo?
—No lo sé, ¿tú quieres conocerlo?
—No sé, hoy me ha dado miedo.
—Ya lo sé, pero estoy bien, Kiki estaba ahí para ayudarnos, ¿verdad?
—Sí, si lo conozco, ¿puede venir Kiki? Me da menos miedo cuando Kiki está conmigo.
Violeta sonrió sobre el pelo de su hija y le dejó un suave beso.
—Se lo podemos preguntar luego, pero estoy segura de que le encantaría.
—Pero no sé si quiero conocerlo. Él no quería ser mi papá, ¿verdad?
Suspiró con pesadez, no sabía cómo contestar sin crearle un trauma.
—Él no quería ser el papá de nadie, quería trabajar mucho y pensaba que si tenía que cuidar de un bebé no iba a poder trabajar tanto como quería, ¿lo entiendes?—Alba asintió seria.—Pero, cariño, eso no quiere decir nada. Yo te quiero tantísimo... Más que nada en el mundo. Y los titos, los abuelos... Kiki, todos te quieren muchísimo.
Alba se quedó en silencio un gran rato y Violeta contuvo la respiración, no quería que Alba sufriera, no se lo merecía y menos por un hombre con el que no había tenido más de tres conversaciones. A veces pensaba en eso, si hubiese tenido más cuidado, si no hubiese decidido tenerla... Quizás ahora su hija no tendría que sufrir este rechazo. Pero era una tontería, entonces no tendría a Alba y no habría conocido a Chiara y no se podía arrepentir de nada que le hubiese traído hasta las dos personas más importantes de su vida.
—Kiki sí quiere ser mi mamá, ¿a que sí?—dijo Alba con una pequeña sonrisa.
Violeta no sabía cómo responder, no se imaginaba que su hija fuese a preguntarle eso y nadie le había dado un manual sobre cómo llevar esta situación. Ella sabía que Chiara quería a Alba como si fuera su hija y cuando Alba la había llamado así... Sabía que a Chiara le había encantado, lo había visto en su cara. Habían pasado tanto tiempo con la morena, que era normal que Alba identificara la figura de Chiara como la de una madre, aunque eso no hacía que le diera menos miedo. Miedo porque, aunque conociera a Chiara y supiera que también quería todo esto, siempre le quedaba la voz que le decía que Chiara se cansaría de ellas, que en muy poco tiempo le había cambiado la vida por completo y que ya mismo se daría cuenta de que no era eso lo que quería. Pero no, eso solo era una voz y pesaba mucho más todas las veces que Chiara había estado, tanto para ella como para su hija. Siempre las había puesto por delante de todo, de su familia, de su trabajo... Violeta no iba a quedarse atrás, aunque le diera miedo lo que significaba dejar entrar a Chiara por completo en el corazón de su hija, pensaba hacerlo. Las tres se lo merecían. Tenía que darle la oportunidad.
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Sweet nothing
RomanceVioleta Hódar tiene una hija que mantener y su único sustento es un bar cochambroso que acaba de ser vendido a unos ingleses desconocidos. Chiara Oliver es la heredera de una empresa millonaria, pero no todo es tan fácil como parece. Su madre la ti...