Chiara buscaba nerviosa entre los cajones un bolso que combinara con su vestido, Violeta le echaba miradas furtivas desde la cama en la que estaba sentada con Alba, sus manos se movían ágilmente por su cabeza, recogiendo mechones de pelo rizado en una trenza.
-Kiki, ¿estás segura de que quieres que vayamos?
-Pues claro, ¿por qué dices eso?
-Hombre, estás atacada. Llevas toda la tarde sudando y estamos en pleno diciembre-le dijo preocupada Violeta.
Chiara dejó de rebuscar en los cajones y se giró para encararlas. Esa noche irían a la cena de Navidad que el hotel organizaba para todos sus empleados, era una fiesta en el salón del hotel que había estado organizando durante semanas y a la que asistiría su familia. Había pensado, en un momento efímero de valentía, en presentarle a su madre y a sus hermanos a Violeta y Alba. Violeta había accedido encantada, pero al ver los nervios de la menorquina, empezó a echarse atrás.
-Estoy un poco nerviosa, hace mucho que no veo a mi madre-suspiró Chiara un poco avergonzada. Una mujer de veintisiete años asustada del juicio de su madre.
-Lo entiendo. Es por eso que si no quieres que la conozcamos no me voy a ofender.
-No, quiero que la conozcáis. Estamos buscando un piso juntas. Creando un hogar. Mi madre tiene que saberlo.
Violeta asintió orgullosa. A decir verdad, ella también estaba nerviosa. Se había arreglado como nunca antes, llevaba un vestido blanco ceñido con una apertura en el centro que le quedaba genial y se había arreglado el pelo en unas ondas cortas. Alba iba adorable, con una trenza suelta y un vestido muy navideño. Quería darle una buena impresión a la madre de Chiara, que la considerara digna de estar con su hija y ganársela un poco.
Violeta acabó prestándole un bolso verde que iba a juego con su vestido a Chiara y se dispusieron a ir al hotel. Alba estaba emocionada, en las semanas que habían pasado desde su cumpleaños, Ruslana se había ganado a la pequeña con regalos extraños y piques tontos y ahora contaba los días que faltaban para poder verla de nuevo.
El hotel estaba especialmente decorado para la ocasión, luces de Navidad y guirnaldas colgaban por la fachada del mismo, las luces de dentro encendidas y el ruido de la muchedumbre que había dentro dejaban entrever la fiesta que había dentro. Violeta entrelazó sus dedos con la mano libre de Chiara, que llevaba a Alba sujetada con la otra. Nada más entrar, un niño de la misma edad de Alba se abalanzó encima de Chiara.
-¡Joey!-exclamó Chiara con una sonrisa enorme.-Qué grande estás, I can't believe it.
-Keeks, te hemos echado mucho de menos. Mamá, Jas y Papá hablan todo el tiempo de ti.
Chiara torció el gesto ante la mención de su padrastro pero lo disimuló rápidamente.
-Yo también os he echado mucho de menos, pero he estado muy ocupada-dijo mientras se giraba para mirar a Alba y Violeta que observaban curiosas.-Quiero que conozcas a Alba y a Violeta.
-Hola, me han hablado mucho de ti. Tenía muchas ganas de conocerte-le dijo Violeta, agachándose para mirarlo a los ojos.
-Wow-exclamó Joey anonadado ante Violeta. Se sonrojó y agarró la mano de su hermana, avergonzado, haciendo que Chiara riera.
-Está un poco starstruck-rió Chiara.-Ahora se le pasará. Mira, Joey, esta es Alba, tiene tu edad más o menos.
Alba, siendo la más extrovertida de los dos, fue la primera en dar el paso y declarar que Joey iba a ser su nuevo mejor amigo, se lo llevó de ahí a rastras con el pretexto de un nuevo juego que se había inventado y que involucra salir a la terraza del hotel, Violeta lo permitió mientras rezaba a quién la estuviera escuchando por que su hija no se metiera en líos esa noche.
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Sweet nothing
RomanceVioleta Hódar tiene una hija que mantener y su único sustento es un bar cochambroso que acaba de ser vendido a unos ingleses desconocidos. Chiara Oliver es la heredera de una empresa millonaria, pero no todo es tan fácil como parece. Su madre la ti...