Compensación (RJLupin)

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Deja que la imaginación desborde...

Omnisciente

A mediados de noviembre, Ari recibió otra lechuza de Santiago, avisando que llegaría a Hogwarts tan pronto como saliera de vacaciones. Faltaban unas dos o tres semanas para eso, pero ella ya estaba ansiosa por volver a ver a su amigo después de no verlo por más de un año.

Por otro lado, no había visto a Remus en un par de días, era raro que pasara, pero no imposible. Había notado que algunas ocasiones se desaparecía de clases y de la biblioteca dos o tres días y reaparecía de la nada. Pero nunca se animó a preguntar por qué, no eran asuntos de su incumbencia y no había llegado al punto de confianza con él como para preguntarle.

Además, por más que quisiera ayudarle de ser necesario, no tenía mucho tiempo del cual disponer: tenía clases, después trabajo en la biblioteca, quidditch y tareas los fines de semana. Le gustaba mantenerse ocupada. Disfrutaba mantener su mente y cuerpos agotados u ocupados para evitarse pensar en sus propios problemas. 

Verás, ella no tenía problema tan grandes como otras personas, pero aún así, es casi imposible librarse de las dificultades que la vida te puede poner. Desde su tercer año en Hogwarts, varios compañeros y algunos chicos y chicas a los cuales ni siquiera conocía se habían empeñado en remarcarle lo rara y fea que era, con insultos de lo más deplorables y poco inteligentes que la chica habría imaginado, pero al fin y al cabo, era acoso.

Jamás llegaron al punto de golpearle o acosarle físicamente, no eran  lo suficientemente idiotas como para arriesgarse a dejar evidencia. Pero adoraban recordarle que ella no pertenecía a ese lugar, que debería "volver al establo del que llegó". Ella era completamente consciente de que no era originaria de ese lugar y de que aquellos imbeciles jamas llenarían de intentar hacerla sentir mal, pero no dejó que eso la detuviera.

Santiago fue de bastante ayuda en ese entonces, la respaldo todo el tiempo y aunque no necesitaba de su presencia todo el tiempo, su figura alta y, sí, algo tonificada, servían bastante bien para asustar a los más cobardes. Pero emocionalmente hablando, Santiago nunca la dejó sola, por eso tenía tanto miedo de que se fuera, porque no tendría ese soporte emocional con el cual siempre había contado.

Desde que Santiago se había ido, las molestias habían permanecido iguales, no habían ni aumentado ni disminuido, pero había tratado de evitar toparse con esos idiotas lo más que podía.

Al parecer, ellos siempre la encontraban.

-¡Ey! ¡Tú, rarita! -le chistaban unos ineptos del otro lado del corredor, mientras ella se dirigía hacia la biblioteca para cumplir con su turno de trabajo.- ¡No te hagas la sorda, ya se que me escuchaste!

Siguió caminando, tratando de ignorar a sus acosadores, los cuáles reían burlones ante los múltiples apodos que le ponían a la chica. La cual seguía caminando, pasándolos de largo, completamente acostumbrada a esas actitudes. Pero hoy, específicamente en ese periodo de días, estaba teniendo la mecha de la paciencia bastante corta. Era capaz de hacer que corriera sangre, no solo la suya ¿me captan?

-Ya no tienes quien te cuide ¿verdad? -Rió el inepto mayor.-Tú novio ya te dejó, ratita. Lo hartaste tanto que se tuvo que ir a otro país para alejarse de ti -atacó el mismo desgraciado con su tono de superioridad falsa.

-¿Sabes algo? No estoy de humor para aguantarte. Vete a molestar a alguien más. -Dije al tiempo que sacaba mi varita y la apunté a su pecho.

-Puede que te hagas la valiente con él porque por ser niña, no te hará nada, -una de las chicas del grupo dió un paso hacia adelante, parándose frente al chico que le gritó primero. - pero yo sí te dejo sin dientes.

"Relatos de una maga sin magia"(One-Shots) Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora