Traumas compartidos.(Draco Malfoy, de nuevo)

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Imagina que...
Todos conocemos esas típicas historias donde los primogénitos de dos familias poderosas, adineradas o de la realeza son forzados a casarse por el "bien" del linaje y sus apellidos.

Pues algo así nos pasaría a mi y Draco Malfoy. La diferencia era que el compromiso nupcial, por más que haya estado arreglado desde que nacimos, no era algo a lo que deseáramos oponernos. Pero no había sido así siempre.

Habíamos crecido juntos, antes de los diez años no podía ni imaginarme casada con Draco, mi yo más pequeña decía : "¿Yo? ¿Casarme con él? ¡Pero si con suerte sabe lavarse las manos!" De verdad me parecía imposible amar a ese niño chiquito que cuando teníamos cinco años se cayó en la enorme piscina de su casa y lo tuve que sacar porque no sabía nadar.

Pero después de nuestro inicio en Hogwarts, lo empecé a ver más como un amigo y no como un niño que sentía que tenía que cuidar. Apenas comenzó el primer año escolar y Draco ya se estaba metiendo en problemas ¡con Harry Potter! Todo el mundo -a excepción de Draco y aparentemente su padre- amaba a Harry Potter, solo a Draco se le ocurrió molestarlo...

-...debes ser un Weasley. -Cualquiera podría notar su cara de desprecio a kilómetros de distancia.

Las expresiones de Potter y Weasley eran dignas de ser retratadas. No podían creer que alguien tan descarado existiera, y en ese momento yo también me lo cuestionaba.

Ninguno de los dos tenía palabras que expresar, parecían estar suficientemente confundidos como para plantearse algo más que decir. Por suerte, Minerva McGonagall interrumpió nuestro intento de conversación para darnos indicaciones.

Reprendí a Draco por arruinar sus posibilidades de amistad con El elegido, y además de eso, ganándose su desprecio. ¿No era consciente del provecho que podría haberle sacado a esa amistad?

De todas formas, después de ese desliz, Draco no volvió a insinuar nada ofensivo en contra de ellos, pero adoraba molestarlos con comentarios pasivo-agresivos bastante ingeniosos y ver sus caras de confusión.

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En el primer año logré empezar a verlo como un amigo; en el segundo año me di cuenta que era un niño arrogante y algo cretino, pero suficientemente astuto como para salirse siempre con la suya; en el tercer año, comencé a verlo como algo más que una carga algo torpe, lo vi como un chico ambicioso e interesante que podía ser bastante agradable.

Para nuestro cuarto año, entendí que simplemente debía dejarlo madurar un poco para poder apreciar quien era en realidad Draco Malfoy.

-Ey, Draco. -Lo llame entre nuestras clases del cuarto año, mientras caminaba por los pasillos.

-¿Hm? -Me buscó con la mirada y le señaló a Goyle que se apartara.

-¿Alguna vez te has puesto a pensar qué vamos a hacer cuando nos graduemos? ¿Con todo ese tema del compromiso y todo? -Le pregunté mientras caminaba siguiendo su paso lento y despreocupado. Mi voz era apenas algo mayor a un susurro, no hablábamos mucho de ese tema.

Frunció el ceño y mantuvo su mirada en un punto fijo frente a nosotros. -Supongo que tendremos que seguir con ese acuerdo y después... -hizo una pausa mientras analizaba el panorama, él era consciente de lo que seguía, pero se negaba a aceptarlo.

-No tendremos libertad alguna. ¿No te parece sumamente injusto? -Me quejé, era la única persona con la que me permitía quejarme.

-Sí. -Fue su única respuesta.

En nuestro quinto grado, descubrí la parte sentimental y ansiosa de su alma, la parte que aparentemente nadie más que él y yo compartimos con tanta precisión. Sí, era arrogante e impulsivo, pero también podía ser sumamente calculador y vivir rodeado de sus abrumadores pensamientos.

"Relatos de una maga sin magia"(One-Shots) Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora