Encanto (Lorenzo Berkshire)

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Imagina que...
La única luz que iluminaba mi camino era la luna; mientras caminaba por los pasillos del castillo a horas no debidas, mi única compañía eran las estrellas.

Con la poca luz que me alumbraba, doblé en la última esquina antes de llegar a la biblioteca, escuché el sonido de algo frágil romperse, como si alguien hubiera pisado una rama.

—¿Hay alguien ahí?—susurré en caso de que no fuera nadie.

Saqué mi varita, lista para defenderme si intentaban hacer algo sospechoso. Divisé una sombra moverse y escuche que maldecía en voz apenas audible; una mano se asomó del pasillo, sosteniendo una varita. No dude en defenderme.

—¡Expelli~!—Antes de que terminara de atacar, la persona, me contraatacó.

—Expelliarmus—el hechizo golpeó mi mano y mi varita salió volando.

—¡Ah!—me quejé con un suspiro y me agaché a recoger mi varita.—¿Quién eres, molesto extraño?

—Hola.—El molesto extraño que resultó ser Enzo, salió de la esquina y me saludó con un gesto de su mano.

—Lorenzo Berkshire,—hice una pausa para analizar lo acontecido. Me recargue en la pared y encarné una ceja.—¿me estás siguiendo?—interrogué entre molesta y entretenida, con una sonrisa hacia abajo.

—Si te digo que no, ¿me creerías?—indagó con una sonrisa pícara, mientras salía de su escondite y se quitaba el gorro de su capa.

—No—sonreí con una sonrisa más distinguible esta vez.

—Pues entonces sí, te estaba siguiendo.

—¿Se puede saber por qué?

—No tenía nada mejor que hacer. Así que cuando te ví salir de la Sala Común, no pude perder la oportunidad de molestarte—su mueca pícara se había convertido en una sonrisa de falsa inocencia.

—Mhm...—no me sonaba muy sincero, pero traté de no hacerle caso.—Bueno, supongo que ya lo has hecho.—Me encaminé a terminar mi recorrido rumbo a la biblioteca.—Cuándo necesite un guardaespaldas te avisaré, por lo pronto me despido y te sugiero que te vayas a dormir.

—Voy contigo, no puedes andar sola por los pasillos tan tarde.—Trató de excusarse—¿Y si alguien intenta pasarse de la raya contigo? —Hizo cara y muecas de disgusto mientras negaba con la cabeza exageradamente.

—Pues, mira, tú ya te has pasado de molesto. Además, nosotros somos los únicos despiertos a esta hora—me quejé en voz baja, pero no pareció escuchar.

—No te preocupes,—me pasó el brazo derecho por los hombros cuando me agarró el paso.—aquí tienes a tu buen amigo Lorenzo que te está cuidando.

—¿Qué sería de mí sin ti?—dije sarcástica.—No necesito tu protección, pero supongo que no podré hacerte cambiar de opinión.

—No, no puedes.—sonrió con suficiencia y me dió un beso en la mejilla.

—Déjate de cosas Enzo.—Empujé su cara que había quedado bastante cerca de la mía.

—Puedes negarlo, pero sé que te encantó—intentó alcanzar un beso un poco más arriesgado.

Pero no consiguió llegar a mis labios, pues me volteé pretendiendo no haberlo notado. Entré finalmente a la biblioteca y antes de alejarme a mis asuntos, lo miré seria.

—Voy a tomar un par de libros.—Lo señale tratando de parecer amenazadora.—No hagas ruido, no entres a la sección prohibida y por lo que más quieras, no hagas nada que yo no haría.

"Relatos de una maga sin magia"(One-Shots) Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora