Carlos
Salí de ahí lo más rápido que pude, pensando en cómo podía tener un corazón así de horrible para dañar a un ángel. Al llegar a mi carro y dejarlo en el asiento del copiloto, en un débil susurro Charles me habló.
-Por favor, no quiero ir al hospital, no quiero que me vean de esa forma -dijo Charles en un débil susurro, lo que me causó desesperación. ¿Qué le sucedía a Charles? No quería que lo llevara al hospital, la única opción que tenía era llevarlo a mi casa. Allí tenía casi todas las cosas necesarias para suturar su herida, solo tenía que conseguir suero y vendas nuevas, así que llamé a la única persona que sabía que me ayudaría.
-Hola -respondió una voz algo desconcertada. Hacía tiempo que no hablaba con él, pero esto era una emergencia.
-Max, qué gusto volver a oírte.
-¿A qué debo esta llamada? Porque no creo que Sergio te haya dicho que me llamaras.
-No, lo siento por haberme alejado, pero ahora no es tiempo para pedir disculpas. Necesito que vengas a mi casa y compres en la farmacia unas vendas y suero intravenoso, por favor.
-¿Para qué lo necesitas? ¿Estás bien? -preguntó Max en la otra línea, denotando un poco de preocupación por su ex-amigo y compañero de trabajo.
-Es para una emergencia, por favor, no hagas preguntas ahora. Solo necesito que lo traigas lo antes posible.
-Claro, en 10 minutos llego -dijo Max antes de cortar la llamada. Aceleré, saltándome algunos semáforos en rojo, llegando a mi casa donde un preocupado Max me esperaba.
-No te veo herido -dijo Max al verme.
-No es para mí -dije, cargando a Charles y sorprendiendo a Max.
-¡Por Dios, cómo lo trajiste a tu casa! Debemos llevarlo a un hospital.
-Lo sé, pero él no quiere, así que, por favor, ayúdame a suturarlo.
-Está bien, pero tienes mucho que contarme.
Al entrar, lo primero que hice fue tirar todas las cosas que estaban en la mesa y recostar a Charles en la misma. Max rápidamente fue por el botiquín de primeros auxilios y paños húmedos para comenzar a suturar la herida.
Max
Con manos temblorosas, preparé meticulosamente el pequeño espacio en la mesa de la cocina. Extendí un paño limpio y desinfectado y coloqué sobre él los elementos necesarios para la tarea que tenía por delante: un pequeño kit de sutura, una botella de whisky y unas pinzas esterilizadas.
A mi lado, Carlos observaba con expresión preocupada.
La luz tenue de la lámpara de la cocina apenas iluminaba el espacio, pero me concentré en cada detalle. Lavé mis manos con agua y jabón, asegurándome de eliminar cualquier rastro de suciedad o bacteria que pudiera interferir con el proceso. Carlos me ofreció un pañuelo limpio para secarme las manos.
Observamos juntos la herida en el estómago del chico, una herida profunda que por milagro no llegó a perforar la parte trasera del abdomen. Respiré hondo y comencé.
Apliqué una generosa cantidad de alcohol sobre la herida, la limpié cuidadosamente para eliminar cualquier rastro de suciedad o bacteria. El chico, que no parecía tener más de unos 22 años, yacía inconsciente en la mesa, su piel pálida y su respiración débil. Sabía que cada segundo contaba, así que trabajé con rapidez y determinación.
Con movimientos precisos y cuidadosos, comencé a suturar la herida, pasando la aguja y el hilo a través de la piel con destreza. Carlos observaba con atención. Podía sentir la tensión en el aire mientras trabajábamos juntos, pero nos mantuvimos concentrados en la tarea, asegurándonos de cerrar la herida de manera uniforme y segura.
A medida que avanzábamos, Carlos y yo pudimos ver cómo la herida se cerraba lentamente, los bordes de la piel volviendo a unirse bajo nuestras hábiles manos. Cada puntada era un pequeño paso hacia la curación, pero sabía que el chico necesitaba más que eso. Miré a Carlos con determinación, y supe lo que tenía que hacer.
Carlos, necesitamos sangre.
Si claro, tengo dos bolsas de su tipo de sangre, ¿crees que es suficiente?
Sí, tráelos.
Sin dudarlo, Carlos corrió hacia el refrigerador y regresó con una bolsa de sangre. Conectamos con cuidado uno de ellos al suero y comenzamos a dárselo al niño. Su cuerpo estaba debilitado por la pérdida de sangre y necesitaba este empujón vital para recuperarse.
Carlos y yo continuamos cosiendo la herida, trabajando juntos para cerrarla por completo. Después de unos minutos, que parecieron horas, la herida finalmente se cerró.
Limpiamos la herida con cuidado con una gasa esterilizada y la protegemos con una venda limpia.
¿Me puedes decir que es lo que paso? - Le pedí.
-Por supuesto, pero ahora tengo que cuidar a Charles te prometo que te lo diré pero no ahora – Suspiré, sabiendo que por mucho que lo intentara, Carlos no me diría nada. Después de unos minutos empaqué y me fui de allí, tratando de analizar quién era este chico y por qué Carlos se preocupaba tanto por él.
Hola, ¿Cómo están? Sé que me tardé en subir este capítulo, pero estuve en parciales. No se preocupen, ya estoy de regreso y espero poder subirles más capítulos esta semana. Muchísimas gracias por el apoyo.
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Entre Sueños y Realidades (Charlos)
FanfictionEn una tarde de vacaciones aparentemente ordinaria. Lo que comienza como un simple acto de diversión, tomando fotos en teléfonos desconocidos, se convierte en el inicio de una conexión inesperada que se extiende a lo largo de los años. Sin embargo...