8 Déjame cuidarte

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---Poco a poco desperté, agobiado por un dolor insoportable en el área del abdomen. Me encontraba en una cama mucho más grande que la mía habitual. Normalmente no cabía en mi cama, que en realidad era un sofá, porque Esteban pocas veces me dejaba dormir con él. Decía que mi cuerpo le daba asco y que molestaba mi presencia; solo cuando deseaba intimidad y estaba muy cansado para sacarme de su cama podía dormir en ella.Reaccioné lentamente, sintiendo cómo el dolor se extendía por todo mi cuerpo. Al incorporarme, gemí del dolor que se intensificaba con cada movimiento. Observé a mi alrededor con más detenimiento. La habitación era sencilla pero amplia, con una cama king size con sábanas negras, un escritorio y una estantería repleta de libros que contrastaban con el aspecto sombrío del lugar. Había también un sofá y una puerta que supuse conducía al baño, así como un balcón con acceso a través de un ventanal grande por donde entraba la mayor parte de la luz. En el balcón, se encontraban plantas de distintos tipos.A la par de la cama, había una mesilla con una lámpara y un bote de medicamentos. Una pregunta surgió en mi mente: ¿Dónde estaba? Esta no era mi casa. Estaba bien cuidada y solitaria. No se oía ruido afuera, como normalmente escucharía.Me levanté con cuidado, agarrándome de un porta sueros que estaba al lado de la cama, donde me di cuenta de que estaba conectado a una bolsa de suero, y además tenía puesta una bata como si estuviera en el hospital. Fue entonces cuando caí en cuenta de todo lo que había pasado. Esteban me había apuñalado.Miré hacia la puerta que se encontraba al fondo y me encaminé hacia ella, deseando que esto no fuera real, que despertara y me encontrara en mi casa y que Esteban estuviera a mi lado. A cada paso que daba, me dolía otra parte de mi cuerpo, incluyendo mi pierna que todavía tenía el yeso. Poco después, terminé en lo que se supone que era la cocina. Era un lugar amplio, del mismo color que el cuarto. Todo estaba organizado. Tenía un mesón de concreto y unas sillas que eran casi de la altura del mesón.—¿Cómo te encuentras? —preguntó una voz que reconocí detrás de mí, haciéndome dar un brinco y casi caerme por la poca estabilidad de mi cuerpo. Fui detenido por los brazos del doctor.—Lo siento, no quería asustarte. Ven, siéntate aquí —me guió hacia un sofá que estaba a pocos metros de donde nos encontrábamos, sintiendo un leve dolor al sentarme que se reflejó en mi cara.—Lo siento de verdad, no quería asustarte ni mucho menos lastimarte. Esa no es mi intención.—¿Por qué estoy aquí? —fue lo primero que pregunté con voz audible por el miedo que tenía.—Eso es una buena pregunta. Quiero aclarar que no te secuestré ni nada por el estilo.—Eso lo sé, pero lo que no sé es por qué estoy aquí y por qué me estás ayudando —pude notar cómo el Doctor Carlos se rascaba la nuca con nerviosismo antes de hablar.—Mira, no sé qué me pasó. No tiendo a entrometerme en la vida de mis pacientes, pero algo en ti me llamó para que te ayudara y no podía dejar que algo malo te pasara.—Gracias, pero necesito irme a mi casa. Seguro mi novio me estará buscando.—Charles, no puedo dejarte con él. Es muy arriesgado. No puedo permitir que te lastime otra vez.—Él no me lastima, Doctor.—Entonces, ¿me dirás que todos los golpes que tienes en el cuerpo te los hiciste tú?—Por favor, Doctor, no me pregunte más. Solo llévame a mi casa, por favor.—Solo déjame cuidarte. Hagamos un trato.—¿Cuál? —pregunté, tratando de sonar lo más calmado posible. Después de unos segundos que parecieron eternos, él contestó.—Déjame cuidarte en lo que mejoras, porque tu herida es reciente y tu pierna no aguantaría que te cayeras otra vez de las escaleras. Así que déjame curarte y te prometo que cuando estés mejor, yo mismo te llevo con tu novio.No sabía qué hacer. No quería meter en problemas al doctor, pero tenía razón. No aguantaría que me volviera a golpear.— prométeme que no va volver a ayudarme.—Claro, haré lo que esté en mis manos para que te recuperes rápido y, si así lo deseas, no me interpondré más ni en tu relación ni en tu vida —terminó de hablar y me sentí mal por su respuesta, pero era lo mejor. No quería meterlo en problemas, y mucho menos por una persona que ya estaba rota en todos los sentidos.---

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Entre Sueños y Realidades (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora