Charles
Esa noche no pude dormir. Mi mente estaba inquieta, llena de pensamientos y recuerdos que no me dejaban en paz. Me revolvía en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero nada funcionaba. Finalmente, decidí salir de la habitación y caminar un poco. Tal vez el aire fresco me ayudaría a calmarme.
Salí al patio trasero, donde la piscina reflejaba la luz de la luna, creando un ambiente tranquilo. Me acerqué al borde, mirando el agua, perdiéndome en mis pensamientos. Pensé en Esteban, en los momentos oscuros que habíamos compartido. La paz de la noche me llevó a un lugar de reflexión profunda.
Mis pensamientos se volvieron más oscuros y pesados, y de repente, sentí cómo el suelo bajo mis pies se volvía resbaladizo. Intenté mantener el equilibrio, pero fue en vano. Caí al agua con un fuerte chapoteo, y mientras me hundía, mi mente se llenó de recuerdos brutales.
Flashbacks de los momentos más oscuros con Esteban comenzaron a invadir mi mente. Recordé la primera vez que me golpeó. Estábamos discutiendo sobre mi familia y cómo me habían echado. Esteban, furioso, me empujó contra la pared y, antes de que pudiera reaccionar, sentí el dolor intenso de su puño golpeando mi rostro. Me caí al suelo, aturdido, incapaz de comprender cómo alguien que decía amarme podía hacerme tanto daño.
Otro recuerdo surgió con una claridad dolorosa. Estábamos en su apartamento, y yo había cometido el error de mencionar mi deseo de volver a ver a mi familia. Esteban perdió el control y comenzó a gritarme, acusándome de no ser lo suficientemente leal. Me agarró del brazo con tanta fuerza que sentí que me rompía. Me empujó contra la mesa, y sentí el dolor de su puño en mi estómago una y otra vez. Caí al suelo, luchando por respirar, mientras él seguía gritando, su ira desbordándose.
Cada golpe, cada insulto, cada momento de dolor se repetía en mi mente mientras me hundía en el agua. Sentía el frío y la desesperación, la impotencia y el miedo. Pero en medio de esos recuerdos oscuros, comenzaron a aparecer momentos de luz, momentos con Carlos.
Recordé la primera vez que me cuidó como curo mis heridas. Su presencia calmante, su voz suave, sus manos cálidas que me sostenían nunca me habia sentido tan seguro. Sentí su apoyo incondicional, su cariño sincero. Recordé las risas compartidas, las conversaciones hasta altas horas de la noche, y el beso en el lago. Esa conexión profunda que habíamos sentido, el amor y la esperanza que me había dado.
Carlos
Me desperté de repente, mi corazón latiendo con fuerza. Había escuchado un ruido, un chapoteo en el agua. Me levanté de la cama rápidamente y salí al patio trasero, preocupado. Cuando llegué a la piscina, vi a Charles en el agua, luchando por mantenerse a flote.
—¡Charles! —grité, corriendo hacia él.
Sin dudarlo, me tiré al agua y nadé hacia él. Lo agarré por la cintura y lo llevé hasta el borde de la piscina. Lo saqué con cuidado, susurrándole palabras tranquilizadoras mientras lo hacía.
—Estás bien, estoy aquí. Estás a salvo.
Lo coloqué en el suelo, sus labios estaban azules y su respiración era superficial. Comencé a realizarle la reanimación cardiopulmonar (RCP), presionando su pecho con firmeza y soplando aire en sus pulmones. Sentí el tiempo detenerse mientras luchaba por salvarlo, mi corazón latiendo con fuerza.
—Vamos, Charles, no me hagas esto —susurré, mi voz cargada de desesperación.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Charles tosió y comenzó a respirar de nuevo. Lo abracé con fuerza, sintiendo una oleada de alivio y gratitud.
—Gracias a Dios —murmuré, abrazándolo—. Pensé que te había perdido.
Charles me devolvió el abrazo, su cuerpo temblaba.
—Calos, gracias. Me salvaste.
Nos quedamos abrazados durante un largo rato, sintiendo la calidez del otro. Finalmente, Charles se apartó un poco y me miró a los ojos, sus lágrimas mezclándose con las gotas de agua en su rostro.
—Calos, hay algo que necesito decirte —dijo, su voz temblaba.
—Lo que sea, Charles. Estoy aquí para ti.
—Te amo, Calos. Me he dado cuenta de que, a pesar de todo, eres la única persona que me ha hecho sentir seguro y amado. No puedo seguir negando lo que siento.
Mi corazón se llenó de alegría y alivio al escuchar sus palabras. Lo abracé de nuevo, esta vez con más fuerza.
—Yo también te amo, Charles. Desde el primer momento en que te vi, supe que eras especial para mí. Te prometo que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase.
Nos quedamos allí, abrazados bajo la luz de la luna, sintiendo la paz y la esperanza que nos envolvía. Sabía que el camino no sería fácil, pero también sabía que juntos, podíamos superar cualquier cosa. Charles había encontrado su refugio en mí, y yo había encontrado mi hogar en él.
Después de un rato, nos levantamos y nos dirigimos de regreso a la casa. Mientras caminábamos, no podía apartar la vista de sus ojos. En ellos, vi una mezcla de alivio, gratitud y algo más profundo, algo que me hizo sentir una conexión aún más fuerte con él.
Dentro de la casa, me aseguré de que Charles estuviera seco y cómodo antes de acostarnos nuevamente. Mientras Charles se acomodaba en la cama, no podía dejar de observar cada uno de sus movimientos. Sus ojos se cerraron lentamente, pero antes de dormirse por completo, volvió a abrirlos y me miró.
—Calos, gracias por todo. De verdad, no sé qué haría sin ti.
—No tienes que agradecerme nada, Charles. Estoy aquí porque te amo. Siempre estaré aquí para ti.
Sus ojos brillaron con una intensidad que me hizo sentir una profunda conexión. Luego, lentamente, sus párpados se cerraron y su respiración se volvió más tranquila. Me quedé observándolo, sintiendo una profunda paz y gratitud por tenerlo a mi lado.
Esa noche, mientras dormíamos, supe que habíamos dado un paso importante en nuestra relación. En los ojos de Charles, vi la esperanza, la fuerza y el amor que nos unirían en los momentos más difíciles. Sabía que habría desafíos por delante, pero también sabía que juntos, podríamos enfrentarlos. Charles era mi hogar, y mientras estuviéramos juntos, todo sería posible.
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Entre Sueños y Realidades (Charlos)
FanficEn una tarde de vacaciones aparentemente ordinaria. Lo que comienza como un simple acto de diversión, tomando fotos en teléfonos desconocidos, se convierte en el inicio de una conexión inesperada que se extiende a lo largo de los años. Sin embargo...