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Eran las tres de la mañana cuando Carlos y Charles se despertaron al mismo tiempo, ambos sintiendo una sed inexplicable. Se encontraron en la cocina, sorprendidos por la coincidencia.
—Parece que los dos tenemos insomnio —dijo Carlos con una sonrisa, abriendo la nevera para sacar una botella de agua.
—Parece que sí —respondió Charles, tomando un vaso y llenándolo con agua.
Se sentaron a la mesa de la cocina, el silencio de la noche envolviéndolos. Después de unos momentos de beber en silencio, Carlos comenzó a hablar, recordando algunas de las aventuras que había compartido con su padre.
—Mi papá y yo solíamos ir de expedición juntos. Vimos las Cataratas del Niágara una vez. Fue increíble, el sonido del agua cayendo, la fuerza de la naturaleza... nunca había visto algo así.
Charles escuchaba atentamente, fascinado por las historias de Carlos.
—¡Qué impresionante! ¿Fuiste a más lugares con él?
Carlos asintió, sus ojos brillando con los recuerdos.
—Sí, subimos montañas, exploramos bosques... Recuerdo una vez que nos perdimos en un bosque. Fue aterrador al principio, pero luego mi papá me enseñó a orientarme con las estrellas. Siempre encontraba una manera de convertir una situación aterradora en una lección.
—Suena como un hombre increíble —dijo Charles, sonriendo—. ¿Tienes alguna otra historia?
Carlos se rió.
—Oh, muchas. Una vez, mientras escalábamos una montaña, nos sorprendió una tormenta. Nos refugiamos en una cueva y mi papá hizo una fogata. Pasamos la noche contando historias y asando malvaviscos. Fue una de las mejores noches de mi vida.
La conversación continuó, llena de risas y recuerdos. Carlos contaba anécdotas divertidas y emotivas, y Charles se sentía cada vez más conectado con él. Después de un rato, ambos se sintieron cansados y decidieron volver a sus habitaciones.
—Buenas noches, Carlos —dijo Charles, bostezando—. Gracias por compartir tus historias conmigo.
—Buenas noches, Charles —respondió Carlos, sonriendo—. Me alegra haber compartido estos recuerdos contigo.
Charles se dirigió a su habitación, pero no podía dejar de pensar en lo que Checo le había dicho: "No puedes evitar sentir, y si lo oprimes, nunca vas a poder vivir. Si Carlos es quien te hace sentir, arriesgarte puede ser lo mejor que puedas hacer."
Con esas palabras resonando en su mente, Charles se detuvo frente a la puerta de la habitación de Carlos. Dudó por un momento, su corazón latiendo con fuerza. Finalmente, decidió arriesgarse. Estiró la mano para tocar la puerta, pero justo en ese momento, la puerta se abrió y allí estaba Carlos.
Ambos se miraron, sorprendidos. Charles no perdió tiempo y se acercó a Carlos, sus labios encontrándose en un beso apasionado. Carlos respondió al beso, envolviendo a Charles en sus brazos y profundizando el contacto.
Se movieron hacia la cama de Carlos, dejándose llevar por el momento. La tensión acumulada durante semanas se desvaneció mientras se entregaban el uno al otro. La ropa fue desapareciendo poco a poco, y sus cuerpos se unieron en una danza de deseo y amor.
Los susurros y gemidos llenaron la habitación mientras exploraban cada rincón del otro, sus caricias intensificándose con cada segundo. Charles sentía que finalmente estaba dejando atrás todo el dolor y el miedo, encontrando consuelo en los brazos de Carlos.
La pasión los llevó a nuevas alturas, y finalmente, exhaustos y satisfechos, se quedaron abrazados en la cama, sus respiraciones entrelazadas.
—Te quiero, Carlos —susurró Charles, acariciando suavemente el rostro de Carlos.
—Y yo a ti, Charles —respondió Carlos, besando suavemente la frente de Charles—. Siempre estaré aquí para ti.
Con esas palabras, ambos se quedaron dormidos, sintiéndose más conectados que nunca.
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Entre Sueños y Realidades (Charlos)
FanfictionEn una tarde de vacaciones aparentemente ordinaria. Lo que comienza como un simple acto de diversión, tomando fotos en teléfonos desconocidos, se convierte en el inicio de una conexión inesperada que se extiende a lo largo de los años. Sin embargo...