Epilogo

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*Carlos*

Estaba nervioso, más nervioso de lo que jamás había estado en mi vida. La boda estaba a punto de comenzar y mi corazón latía con fuerza. No podía evitar pensar en todo lo que había sucedido, en todas las vueltas que la vida nos había dado a Charles y a mí, y todo lo que tuvimos que pasar para llegar a este preciso momento.

La iglesia estaba bellamente decorada; había flores blancas y azules adornando cada rincón, creando un ambiente casi mágico. Mi mente era un torbellino de emociones. De repente, la música comenzó a sonar y quería llorar al reconocer que era la misma canción con la que bailamos aquella noche, noche en la que la cercanía de nuestros cuerpos delataba nuestro amor. Todos se levantaron. Charles apareció en la entrada, y mi corazón se detuvo un instante.

Vestía un elegante traje blanco, con una camisa del mismo color y una corbata azul que resaltaba sus ojos. Su rostro, que tantas veces había visto marcado por el dolor y la tristeza, ahora brillaba con una chispa que no había visto desde hace años, desde aquellas últimas semanas antes de que lo secuestraran. Parecía más fuerte, más sereno. Era como si hubiera encontrado una paz interior que siempre le había sido esquiva.

Caminó hacia el altar con paso firme, y no pude evitar sentir un nudo en la garganta. Charles estaba radiante, y yo era el hombre más feliz en esos instantes porque mi ángel era feliz y eso era suficiente. Cuando llegó al altar, pude notar cómo su rostro se iluminó aún más, y supe que esto era lo correcto para él.

El sacerdote comenzó la ceremonia, hablando sobre el amor y el compromiso, y yo observaba a Charles, tratando de memorizar cada detalle de ese momento. Cuando llegó el momento crucial, el sacerdote miró a Charles y preguntó:

-Charles Marc Hervé Perceval Leclerc, ¿aceptas a Noah O'Brien como tu legítimo esposo?

Charles, con una sonrisa que reflejaba una felicidad pura, respondió:

-Sí, acepto.

El sonido de esas palabras resonó en mi mente, y me di cuenta de que esto era un cierre para ambos. Un cierre que, aunque doloroso, también traía consigo una sensación de liberación. Aplaudí junto con todos los presentes, sintiendo una mezcla de alegría y melancolía.

*Charles*

Bailar con Noah en nuestra boda era un sueño hecho realidad. La música suave llenaba el aire mientras nos movíamos al compás, y yo no podía dejar de sonreír. Sin embargo, en el fondo de mi mente, los recuerdos de Carlos seguían presentes. Sabía que siempre ocuparía un lugar especial en mi corazón.

Recordé la última vez que lo busqué en Francia. Había vuelto decidido a encontrarlo, a explicarle todo y esperar que él me pudiera entender, pero cuando llegué al hospital, Lando, quien me dijo ser uno de sus mejores amigos, me comentó que Carlos ya se había ido y no sabía a dónde. Fue un golpe devastador. Fui a la casa de Checo, quien me confirmó que efectivamente Carlos se había ido. Lo último que dijo fue que no podía soportar vivir en un lugar donde ya nada era igual. Eso me devastó, saber que tal vez no fueron correctas mis decisiones, pero ya no podía cambiar el pasado, así que decidí dejar que él también sanara y en ese momento entendí que tal vez no estábamos destinados a estar juntos.

Cuando me mudé a Londres, no tenía idea de lo que estaba haciendo ni por qué, pero tal vez era el universo quien me estaba guiando. Conocí a Noah en el peor momento de mi vida. Estaba en terapia, luchando por superar mis demonios, y él era mi psicólogo. Noah me brindó una comprensión y apoyo que nunca había experimentado. Recuerdo cómo, al principio, me resistía a abrirme, pero su paciencia y bondad derribaron mis barreras. Nos enamoramos lentamente, de una manera que se sintió tan natural y verdadera.

Entre Sueños y Realidades (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora