19 Desgracia

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Charles se despertó envuelto en los fuertes brazos de Carlos. Al abrir los ojos y recordar lo que había sucedido la noche anterior, una sonrisa de felicidad apareció en su rostro. Con extremo cuidado, se deslizó fuera de la cama para no despertar a Carlos. Se vistió rápidamente y decidió sorprenderlo con un desayuno especial.

Salió de la casa, caminando hacia el supermercado que quedaba cerca. No vio la necesidad de llevar el coche de Carlos, aunque no sabía mucho de conducir. Mientras caminaba, sintió como si alguien lo estuviera observando, lo que le hizo acelerar el paso.

Llegó al supermercado y compró algunos tomates, huevos, albahaca fresca, queso y otras cosas para hacer tortillas. Sin embargo, al salir de la tienda, su corazón se detuvo al ver a la persona que más temía: Esteban.

Esteban estaba desgastado, con profundas ojeras y una vestimenta desaliñada. Llevaba una chaqueta raída y jeans sucios, y su mirada tenía un brillo de desesperación y locura. Antes de que Charles pudiera reaccionar, Esteban lo alcanzó y le inyectó algo en el cuello, susurrando: "Eres mío." El mundo de Charles se volvió negro.

Mientras tanto, Carlos se despertó y sintió un gran vacío al no encontrar a Charles a su lado. Lo buscó por la casa hasta que llegó a la cocina y encontró una nota que decía: "Fui al supermercado. Regreso pronto. Te quiero."

Carlos se relajó un poco, se duchó, se cambió y se preparó un café. Lo esperó pacientemente, pero a medida que pasaban las horas, comenzó a preocuparse. Decidió salir y buscarlo en el supermercado.

Al llegar al supermercado y no encontrar a Charles, su preocupación se intensificó. Llamó a Checo, esperando que tuviera noticias de él.

—¿Sabes algo de Charles? —preguntó Carlos con ansiedad.

—No, no sé nada —respondió Checo—. Relájate, tal vez ya esté en casa cuando regreses.

Carlos se dirigió al estacionamiento del supermercado. Al caminar hacia su coche, se detuvo al ver algunas cosas tiradas en el suelo. Sintió un pánico abrumador cuando reconoció las llaves de Charles.

El miedo lo inundó. Su mente estaba llena de pensamientos oscuros y aterradores. No sabía qué hacer. Se sentía impotente, como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor.

—¡Charles! —gritó desesperado, sabiendo que nadie le respondería.

Se quedó de pie, temblando, intentando pensar en el siguiente paso. Sabía que no podía perder la esperanza, pero el miedo y la preocupación lo estaban consumiendo. Con las manos temblorosas, volvió a llamar a Checo.

—Checo, encontré las llaves de Charles en el estacionamiento. Algo no está bien. ¡Necesito ayuda! —dijo Carlos, su voz quebrada por la desesperación.

—Tranquilo, Carlos. Vamos a encontrarlo. No estás solo en esto —respondió Checo con firmeza—. Voy para allá ahora mismo. Mantente fuerte.

Carlos asintió, aunque Checo no podía verlo. Apretó las llaves de Charles en su mano, decidido a no rendirse. Sabía que tenía que encontrar a Charles, y haría todo lo necesario para traerlo de vuelta, seguro y a salvo.

Carlos decidió no esperar y empezó a buscar por los alrededores del supermercado. Cada rincón, cada callejón, buscando cualquier pista que pudiera llevarlo a Charles. Se adentró en calles que normalmente evitaría, llamando el nombre de Charles con la esperanza de una respuesta.

Mientras tanto, Charles comenzó a despertar. Se encontraba en un lugar oscuro, atado a una silla. Su cabeza le dolía y la visión era borrosa, pero podía distinguir la silueta de Esteban frente a él. El miedo lo invadió al darse cuenta de su situación.

—¿Qué quieres de mí, Esteban? —logró murmurar Charles, su voz débil pero llena de determinación.

—Quiero lo que siempre ha sido mío —respondió Esteban, acercándose más—. No puedes escapar de mí, Charles. No puedes simplemente desaparecer de mi vida.

Mientras tanto, Carlos continuaba su búsqueda frenética. Finalmente, Checo llegó y, juntos, comenzaron a trazar un plan más estructurado para encontrar a Charles. Checo, con su experiencia en situaciones de crisis, ayudó a Carlos a calmarse y enfocarse.

—Carlos, necesitamos pensar con claridad. ¿Dónde podría haberlo llevado Esteban? —preguntó Checo, tratando de analizar la situación.

—No lo sé, Checo. Pero no voy a dejar de buscar hasta encontrarlo —respondió Carlos, con una mezcla de miedo y determinación en su voz.

La búsqueda continuó, y ambos amigos recorrieron la ciudad, preguntando a cualquiera que pudiera haber visto algo. A medida que pasaban las horas, la desesperación crecía, pero también la determinación de no rendirse. Carlos sabía que encontrar a Charles era su única prioridad y que haría cualquier cosa para traerlo de vuelta, seguro y a salvo.


Entre Sueños y Realidades (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora