21 desespero

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No he dormido bien desde que Charles desapareció. Paso los días y las noches recorriendo estaciones de policía, buscando alguna pista que me dé esperanza. Recuerdo la primera vez que vi a Charles en una foto en mi teléfono. Sentí una conexión instantánea, como si ese ángel estuviera destinado a cuidarme. Sus ojos verdes tenían una chispa inigualable que volví a ver en él en estas últimas semanas. No puedo dormir porque lo único que viene a mi mente cuando cierro los ojos es la imagen de Charles siendo golpeado una y otra vez.

Me recuerdo a mí mismo cuando me mudé a esta ciudad, siendo rechazado por todos. Mi único consuelo era la foto de Charles, que me calmaba en los momentos más oscuros. Ahora, aunque tengo esa foto, nada se compara con conocerlo en persona. Charles es mi ángel, y ahora está perdido, sin saber dónde podría estar.

Cada día, visito estaciones de policía, hospitales, cualquier lugar donde pueda encontrar información. Un día, decido ir al apartamento de Esteban, con la esperanza de encontrar alguna pista. El portero del edificio me dice que Esteban se ha mudado, y lo único que encuentro es una mancha de sangre, recordando el momento en que encontré a Charles desvanecido.

Con una determinación renovada, decido encontrar a Esteban. Voy al hospital y reviso cada uno de los registros hasta que encuentro la información que necesito:

*Nombre:* Esteban José Jean-Pierre Ocon-Khelfane

*Nacionalidad:* Francia

*Ciudad de nacimiento:* Évreux

*Fecha de nacimiento:* 17 Sep 1996

*Peso:* 66 kg

*Altura:* 186 cm

*Padres:* Laurent y Sabrina Ocon

Busco a los padres de Esteban, quienes no viven lejos de aquí. Al llegar, noto que no es una casa normal, sino una mansión. Estaciono mi auto y me bajo. Al llegar a la puerta, todo lo que espero es que los padres me puedan dar alguna información sobre mi ángel.

—Sí, ¿buenos días? —responde una mujer de estatura media, cabello oscuro y ojos cafés que denotan cansancio.

—Buenos días, usted debe ser Sabrina Ocon.

—Sí, esa soy yo. ¿Quién es usted? —pregunta con curiosidad.

—Mi nombre es Carlos Sainz, mucho gusto —digo mientras estrecho su mano.

—Igualmente, ¿le puedo ayudar en algo, señor Carlos?

—No me gustaría mentirle, señora Ocon. Estoy aquí porque me gustaría saber dónde está su hijo.

—¿Tiene algún problema con él? —pregunta con un tono de preocupación.

—Verá, él secuestró a mi ángel y estoy desesperado. No puedo dormir sin pensar en lo que podría estar haciéndole —digo, denotando desesperación en mi voz.

—¿Y por qué piensa que mi hijo lo hizo? —pregunta con incredulidad.

—No lo creo, estoy seguro. Mire, yo no soy la persona correcta para decirle las cosas, pero su hijo no es una persona agradable, por decirlo suavemente. Entiendo que enterarse de que era gay los afectara y lo corrieran de su casa, pero no puedo permitir que le haga daño a mi ángel, ya no más —digo, tratando de mantener la calma.

—¿De qué habla? Nosotros no corrimos a nuestro hijo por eso. De hecho, no estábamos enterados de las preferencias sexuales de mi hijo. Lo echamos porque se drogaba, y créame, como madre duele ver cómo tu hijo echa a perder su vida de esa forma —dice, con lágrimas en los ojos.

Entre Sueños y Realidades (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora