[pausada y en corrección] TROLLHUNTERS: un nuevo tiempo.

CAPÍTULO 18: En la caverna de los Kruberas.

—¡El merodeador! —exclamó Clara, incorporándose.

Le tenue luz de la piedra corazón apenas iluminaba el ambiente.

—Tranquila —murmuró Toby—. Estás en Mercadotroll. Usar tú magia agotó tus energías.

La joven se llevó una mano a la cabeza, adolorida.

—¿Que... que hora es? —miró a Toby y luego cerró los ojos. Todo su cuerpo estaba entumecido y su cabeza daba vueltas.

—Las seis con cinco —dijo el Cazatroles mirando su teléfono.

—Ay, no —se sentó, de modo que sus piernas quedaron colgando y emitió un quejido de dolor—. Tengo... tengo que ir a casa.

Cuando se puso de pie, sus rodillas fallaron y calló al suelo. Le zumbaban las orejas y todo era confuso.

Tobías la ayudó a ponerse de pie.

—No puedes irte así a casa —replicó Toby—. Sospecharían.

—Tampoco puedo quedarme aquí, ¡me matarían!

Tobías soltó un suspiro y se llevó una mano al mentón.

—Podríamos.... —soltó un sonidito de frustración—. Iré a ver qué podemos hacer. Blinkie tendrá una solución viable.

Seguido a eso, salió del lugar. Sin poder evitarlo, la joven volvió a recostarse.

***

Un estruendo retumbaba por las paredes del lugar. Algo la asechaba por detrás. Una sensación extraña le recorría el cuerpo.

Un arbusto se sacudió a sus espaldas y ella se volteó, a la defensiva.

Una figura gigante comenzó a emerger de las sombras, lo único or lo que podía distinguir su silueta era por el hecho de que en ciertas zonas, un amarillo brillante invadía su cuerpo.

—¿Por qué no me salvaste? —dijo con cierto lamento la figura.

La joven retrocedió dos pasos.

—No... —negó con la cabeza—. Y-yo no...

—Confiaba en tí...

Una lágrima calló por su mejilla. Involuntariamente, creó un portal debajo de sus pies y terminó en el Reino de las Sombras.

El rostro de Jim se reflejaba por todos lados, como si su mente quisiera recordarle que no había logrado hacer nada por él.

Otró portal se abrió y por accidente calló en... la sala de Jim. Bárbara, sentada en uno de los sofás, lloraba desconsoladamente. Toby tenía una mano posada en su hombro, y también lloraba, pero de manera más sutil.

—Tranquila, doctora Lake —su mirada se posó en Clara, fría, desconfiada y hostil—. ¡Vete de aquí! ¡Ella confiaba en tí!

—Yo no... —un nudo se asentó en su garganta y las palabras se atoraban, impidiendo que salieran por su boca—. Yo... lo intenté, en serio que lo hice, pero...

—¡No pudiste salvarlo! —le espetó Tobías.

Algo la tomó por detrás, haciéndola dar un respingo.

—¿Por qué? ¿Por qué no me salvaste?

***