001: Infierno

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Canción recomendada: Inferno, Bella poarch.

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Antes solía creer que el Inferno estaba bajo nosotros, ahora, me doy cuenta que nunca estuvo bajo nuestros pies, siempre vivimos en el.

Los nervios van encogiendome el estómago, saco de mi mochila un pequeño tubo con crema, mi sabor favorito, fresas. Esparzo la crema por mis brazos, llegando hasta mi cuello y mi rostro. Nerviosa, reviso que mi uniforme esté en orden.

Reproduzco el casete frente a mi en la videocasetera, la cinta es un poco extraña, pero entiendo las reglas.

"Se cómo Henry, Pero mucho mejor"

Mi ceño se frunció al escuchar, intento acercarme a la videocasetera para oír otra vez, Pero de pronto, está comenzó a secretar humo, haciéndome toser. Un video de la D.D.D se reproducía en la pequeña caja de cables y vidrio, dejándome nerviosa y algo asustada, me puse a verlo. Todo esto apuntaba que, sin remedio alguno...

Era la nueva portera del edificio.

—Henry, dónde sea que estés... Espero que estes ardiendo en el maldito infierno—murmuré, todo esto era su culpa.

Tras ser compañeros en la escuela, sabía lo leal e ingenuo que era. No era lo suficiente para estar en este trabajo, pero así como a mí me eligieron seguirían eligiendo jóvenes al azar para hacerse cargo de estos trabajos. Todo debido a la baja en la población adulta asesinada por Doppelgangers, la cifra subía y subía y cada vez era más preocupante. Los culpables de todo; Los Doppelgangers. Esos monstruos eran los culpables de todo y la raza humana estaba en un estado crítico, muriendo lentamente.

Me doy la vuelta para observar el calendario, luego suspiré

Febrero de 1955. Y estoy atrapada en este lugar, tratando de controlarme mientras mis manos juegan con el bolígrafo entre ellas.

Un hombre de traje y máscara extraños se paraba en frente de mi para explicarme y darme las indicaciones y precauciones que debía tener en mi nuevo empleo. No puedo evitar sentirme pequeña por su tono de voz, que era fuerte y grave, sin lugar a dudas era un adulto.

Sabía que la D.D.D lidiaba con Doppelgangers a diario, sabía que esas cosas eran iguales a nosotros, Pero, ahora, la idea de estar parada frente a uno me asustaba muchísimo más de lo que habría creido. Y aún que odiara el hecho de que esas cosas hubieran invadido nuestro planeta, no podía hacer nada, todos estábamos condenados a lo mismo; la muerte.

¿Se lo imaginan? ¿Morir entre sus propios brazos?

—Y recuerde que es Febrero de 1955, le deseo mucha suerte.

Sonreí forzosa para luego asentir. El peso del trabajo estaba sobre mis hombros como un montón de rocas. Me mantuve en silencio durante su explicación, y como si mi expresión de horror no fuera notable, el hombre no tuvo ni una pizca de amabilidad o delicadez en su voz.

En el momento en que me quedé completamente sola me puse a pensar en como salir de allí. Corriendo, gritando, o siquiera con vida. En mi mente resonaba la idea de que, prácticamente, cualquier error me costaría la vida, en este y en el resto de días que me quedaban por trabajar ahí.

El edificio era tétrico por donde se le mirase. Oscuro, vacío, y con un silencio infernal. Me moví en la silla nerviosa mientras recordaba el día en que me habían llamado para meterme aquí, mi corazón se detuvo y les diré porqué:

Estar aquí es como si te hubieran dicho la fecha de tu muerte, mientras te dejan a merced de monstruos o humanos. Con El hecho de que en algún momento efectivamente, vas a morir y sabrás cuando, pero no el momento exacto ni como. Nisiquiera la maldita hora.

Y si no es por los doppelgangers, es porque seguramente te suicidaste antes de recibir a tu primer inquilino.

Sentí eso y mucho más, pero mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando la primera persona llegó.

—Hola, buenas tardes.

La mujer se limitó a verme, sin embargo, sus ojos estaban vacíos. Cuando levanté la mirada hasta ella, podía ver el mismisimo infierno en aquellos ojos, su cabello pelirrojo caído por su rostro pálido, los labios abiertos, dientes afilados, nariz puntiaguda.

Su cuerpo manchado en un color rojo vino. Sentí mi cuerpo paralizarse, mirándola, y ella mirándome a mi, como si fuera un depredador viendo a su presa.

—¿Qué pasa, querida? ¿No estoy en la lista?. Debe haber un error, estoy ahi, verifique de nuevo.—me dijo, con una sonrisa que estoy segura jamás había recibido.

Una sonrisa terrorífica, sus dientes embarrados en, lo que me parece, era sangre.

Mi mente era un manojo de nervios y mi cuerpo no respondía, más la presencia de la mujer que no era para nada normal, sus ojos parecían estar inmersos en juzgarme y tratar de convencerme que yo lo estaba imaginando todo, cuando, en el fondo, sabía que no era así.

La mujer se quedó allí en silencio, al igual que un árbol, inmóvil.

Mi expresión debió haberla hecho enfadar como para que la aparente mujer permaneciera de pie mirándome con una ceja levantada desde su sitio, evidenciando su molestia creciente al no verme dejarla entrar.

Lentamente, mis manos tocaron el escritorio, obligando a mis pies a alzarse, todo para alcanzar el maldito botón que me mantendría con vida. Maldije en mi interior una y otra vez cuando mis dedos se encontraron con el botón, bastó nada más un toque para activar la alarma.

Rápidamente escuché el chillido del monstruo, y, mientras la coraza de metal bajaba para protegerme, pude ver cómo su rostro petrificado se transformaba en una bestia irreconocible, aquellos ojos vacíos habían desaparecido en cosa de segundos, me quedé paralizada mientras los golpes de su cuerpo atacaban a la coraza metalizada.

El miedo me consumió Pero no podía moverme, aún así mis piernas temblaban del horror, haciéndome sentir débil. Cómo si este trabajo no fuera suficiente, debía lidiar con estos monstruos que me quitaban el sueño y la humanidad.

Tomar el teléfono me costó más de lo que pensé, pero finalmente marqué al 3312. Sintiéndome más calmada, me dejé caer sobre la silla, con el pecho a punto de estallar de lo horrorizada que me sentía, como si estuviera a punto de un ataque cardíaco.

Se acaba de comunicar con el D.D.D. Se ha enviado un grupo de agentes a su edificio. Por favor espere a que se ejecute el protocolo de limpieza.

Mis ojos se dispararon en diferentes direcciones, paranoica.  Me dediqué a esperar al destino actuar, de por sí ya estaba sudando, Pero al oír los ruidos y gritos me sentí mucho más atemorizada.

Puse mi cabeza entre mis manos, tratando de apaciguar el ruido. Fueron unos segundos que para mi que se sintieron eternos, en dónde las luces pararon abruptamente y la coraza se abrió sin mucho más, haciéndome pegar un salto del susto.

Mi pulso se redució al ver a una persona con traje, como la que había visto al principio de mi introducción como portera.

—El Protocolo de limpieza ha Sido completado. Puede continuar con su trabajo.

Él hombre enmascarado simplemente se fué, dejandome sola.

Y ahí me dí cuenta, con horror...

Estoy sola en el infierno.

bloody strawberries (Milk Man y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora