028: El escape

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Escuché un golpeteo apresurado en la puerta de mi departamento, lo que me llevó a incorporarme rápidamente en la cama y cubrir mi cuerpo desnudo con las sábanas. Una enorme mano acarició mi espalda, y al girarme, me encontré con un enorme alienígena de color violeta sonriéndome.

—Alguien toca la puerta… —mencioné, mientras me preparaba para levantarme y abrir la puerta.

—Me esconderé —dijo Francis, levantándose y expresando su decisión.

Asentí ante su apresurada elección y me vestí rápidamente antes de acercarme a la puerta de la sala.

Caminé por la sala, sintiendo un repentino frío en los pies que contrastaba con la cálida sensación de la cama. Me detuve frente a la puerta, consciente de que Francis me observaba desde la habitación, y abrí la puerta sin quitar el seguro, encontrándome con agentes de la D.D.D. al otro lado.

—¿Residente número 016? —inquirió el hombre, identificando mi apartamento.

—Sí, ¿en qué puedo ayudarles? —respondí.

—Se está llevando a cabo una evacuación de emergencia. Debe llevar sus pertenencias al primer piso para el registro de residentes —explicó el agente.

—¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo? —pregunté, sorprendida por la noticia.

—Se ha detectado actividad alienígena en el condominio. Por favor, abra la puerta para comenzar la inspección.

En ese instante, sentí una suave caricia en la pantorrilla y me percaté de la presencia de un gato negro a mi lado. Recogí al felino entre mis brazos mientras escuchaba susurros que indicaban que debía dejar pasar a los agentes.

—¿Qué hago con el gato? —pregunté con preocupación.

—Déjanos entrar, él también debe ser examinado —respondió el agente.

Con un suspiro, abrí la puerta y permití que los agentes ingresaran. Observé cómo revisaban mi hogar con meticulosidad, sacando mis pertenencias de su lugar. Cuando intenté dirigirme a mi habitación, uno de los agentes me detuvo.

—Debemos examinar a su mascota.

—Pero es solo un gato, ¿es realmente necesario? —cuestioné, sosteniendo con cuidado al felino en mis brazos.

Los agentes intercambiaron miradas, y uno de ellos, con una expresión seria, se acercó un poco más.

—Lo entendemos, pero debido a la situación, debemos asegurarnos de que no haya nada sospechoso, incluso en las mascotas—dijo, extendiendo la mano hacia el gato.

—Es solo una mascota...—repetí, sintiendo que la ansiedad me invadía. Miré a mi alrededor, tratando de encontrar una forma de proteger a mi, por ahora, pequeño compañero.

—Estamos aquí por su seguridad—insistió el agente—. No tomaremos más de un par de minutos.

Con un suspiro resignado, bajé la mirada hacia el gato negro que se acurrucaba en mis brazos, sus ojos brillando con curiosidad.

—Está bien—dije, alzando la vista hacia el agente—. Pero, por favor, sean gentiles.

El agente asintió, y con cuidado, lo tomó de mis brazos. El gato, que había estado tan tranquilo hasta ese momento, comenzó a protestar, maullando en voz alta mientras el agente lo sostenía.

—Tranquilo, pequeño—le murmuré, sintiendo una punzada de preocupación en el estómago.

Mientras tanto, el otro agente comenzó a revisar mis pertenencias, abriendo los cajones y revisando cada rincón de la sala.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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