012; La Sombra

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La habitación se hubiera sentido más fría de no ser por los enormes brazos que me tenían sostenida entre las sábanas. Lo primero que veo al abrir los ojos, es al doppelganger; abrazando mi cintura desnuda, con sus grandes manos en mi cuerpo. El cabello revuelto, la respiración pacífica, su cabeza sobre la mía y su enorme cuerpo protegiéndome del frío de la habitación.

Cuando hago un movimiento con intenciones de levantarme, las grandes manos de la criatura se aferran a mi cintura y me evita escapar, sin embargo, cuando miré al reloj en la mesa de noche, la hora conmocionó mis pensamientos. Llegaría tarde al trabajo.

-Francis... Tengo que irme-dije, mientras me soltaba y este, de forma obediente, me hacía caso-, levántate.

Gruñó, ignorando mi pedido Pero dejándome libre. Tapé mi cuerpo con su enorme camisa y me fui hasta el baño. Una ducha caliente era todo lo que pedía. Cuando por fin estuve lista, me faltaba algo; mi sujetador.

-¿En dónde está? Estaba segura de que lo había traído...-dije, buscando en cada rincón del baño.

Sali y me encontré con Francis vistiendose, bastante despierto.

-¿Por qué me miras así?-lo interrogé.

-¿Buscabas esto?

En sus manos, enormes y pálidas, traía a mi sujetador cautivo.

-¿En dónde estaba? Dámelo, lo necesito.

-No, me lo quedaré-dijo, mientras lo ponía en su boca para amarrarse los cordones de los zapatos.

-¿Qué? Por supuesto que no, dámelo, tengo que irme a trabajar.

-Es mío. Necesitaré con que entretenerme hasta tu regreso.

-Es el único cómodo que tengo para el trabajo, dámelo, puedes sacar otro del cajón.

-No es lo mismo, este huele a ti.

Me sonrojé al momento de ver como olfateaba mi sujetador, así que, no tuve más remedio que sacar uno de los incómodos e irme al trabajo con ese. Me arreglé el cabello mientras veía por el reflejo del espejo a Francis recostado en la cama, muy tranquilo, aparentemente con el rostro enrojecido y una sonrisa.

-Ya me voy. Conoces las reglas.

-Ya lo se.

La manera en que sus manos inspeccionaban mi sujetador me ponía nerviosa, algo en mi palpitaba y rogaba por salir pronto de casa, para tener aún que fuera un solo momento de tranquilidad. Pero las escenas de la noche anterior eras vividas en mi mente, no podía olvidarlo, de alguna forma su inexperiencia era... Atrayente.

-¿Volverás antes del anochecer?

-No, tengo un compromiso.

-¿Qué es un compromiso?-se levantó al instante, viéndome mientras me ponía los zapatos que estaban junto a la puerta.

-Es algo que aceptas y una vez que lo haces no puedes negarte.

-¿Cómo el sexo?

-Piensa en otra cosa que no sea eso, ¿Está bien?-lo miré una última vez, pero ya no se encontraba sobre mi cama, si no que detrás de mi, apoyado sobre la puerta de la casa, con sus ojos puestos en mi.

-¿Cómo podría pensar en otra cosa que no sea en tí? O la forma en que estabas conmigo anoche, eso sí que fue divertido.

-Tal vez para ti... Déjame pasar, me estoy atrasando, debo estar en mi puesto en diez minutos.

Sus enormes manos se acercaron hasta sujetar mi cadera, y de pronto, como siempre, sus labios se encontraron con los míos. Su lengua se introdujo sin permiso, recorriendo mi boca que ya conocía demasiado bien. Intentó deslizar una de sus manos bajo mi blusa, pero lo detuve; ya estaba bastante incómoda con el sujetador y no podía llegar a mi trabajo en ese estado.

bloody strawberries (Milk Man y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora