018; Infiltrado

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Permanecimos tendidos en la cama hasta el amanecer. La curiosidad de ___ parecía insaciable y se reflejada en sus constantes preguntas: "¿De qué planeta venimos? ¿Por qué lo abandonamos? ¿Sigue vigente el plan de destruir a la humanidad?"

—Entonces... ¿En tu planeta las mujeres son aburridas?—sus torpes labios articulan las palabras con dificultad, apenas audibles para mí. La observo fijamente. Su cabello despeinado, su cuerpo cálido, sus ojos expectantes, esperando una respuesta que no soy capaz de darle. Su belleza me cautiva.—. ¿Francis?—su voz me devolvió al presente. Tomé un respiro profundo, intentando ordenar mis pensamientos.

—No es que sean aburridas, ___ —dije con suavidad—. Es diferente. En mi planeta, las relaciones son más... transitorias. Aquí, he descubierto algo que no conocía: el deseo de compartir mi vida con una sola persona, para siempre. Son aburridas en el apareamiento. Ellas no hacen los deliciosos ruidos que ustedes los humanos. En ellas no puedo meter mis dedos en su segunda boca y-

—Basta.—me dice, sonrojada.—¿Crees que esto me hará cambiar de opinión sobre ti?—hace una mueca, como pensando seriamente si creer o no en mis palabras.

Negué con la cabeza, tomando su mano entre las mías. —No, ___. Lo que siento por ti va más allá de la curiosidad. Es un compromiso, un deseo profundo de estar contigo, de aprender y crecer juntos. Eres la única persona con la que quiero estar, ahora y siempre.

—Esa salida nocturna te volvió más... No lo sé, un poco menos alienígena. ¿Cómo esperas que los humanos se rindan ante ustedes? La D.D.D está planeando un ataque fuera de los límites, tu gente podría estar a punto de ser atacada en cualquier momento, deberías... Deberías avisarles, ustedes deberían volver a su planeta, Francis. La tierra es un lugar hostil y cruel, aquello que no es normal, los humanos lo destruyen. Tú y tu gente pueden encontrar un mejor lugar para vivir , un lugar donde perduren.

—No podemos —le informé—. La nave que conducía se estrelló aquí y nuestras mujeres y sus crías están muertas. Solo tenemos ocho mujeres adultas, de las cuales solo dos pueden tener hijos. Ellas detestan a los hombres, son muy independientes, realmente no nos necesitan.

—Espera, ¿la nave que conducías? —preguntó ___, sin comprender del todo.

La miré fijamente y asentí. —Sí, yo soy el líder de mi especie. Fue mi responsabilidad llevarnos a salvo, y fallé.

Sus ojos se abrieron en sorpresa y sus mejillas se tiñeron de un ligero sonrojo. Murmurando algo:

—¿He estado teniendo relaciones con el jefe de una comunidad alienígena?—lo que me hizo reír.

—Con las mujeres humanas podríamos repoblar un nuevo planeta —dije, pero ella me detuvo rápidamente.

—No, Francis. No pueden obligar a las mujeres a tener crías medio humanas medio aliens. Nadie se hará pareja de nadie si las humanas no aceptan —dijo con firmeza.

Asentí, admirando su determinación por cuidar de su especie—Así será, mi humana. Soy el jefe y mis hombres no harán nada que yo no autorice. Cualquier macho que quiera estar con una humana deberá esperar su aceptación... Oye, ¿Tus consejos sobre el cuidado de tus humanos es una afirmación de que aceptas ser mi pareja?

Sus mejillas se tiñeron de rojo una vez más, ella negó con la cabeza, rompiendo uno de mis dos corazones.

—Francis yo... Disfruto de mi planeta, disfruto ser humana aunque a veces sea agotador, ¿Entiendes?

Asiento. Pero realmente no entiendo nada, solo sé que ya la he hecho mía y que no podrá negarse, de seguro ya tiene una cría mía en su vientre.

—Está bien, mi humana.

bloody strawberries (Milk Man y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora