Capítulo 7

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Tranquilidad rota

—¿Crees que él quiera conservarla? —murmuró Aina— Ya sabes... obligarla a ser su amante, le ha dado un lugar bastante cómodo para ser sólo la sustituta.

—Lo he pensado, no sé si eso sería algo bueno o no para ella —susurró Kaira—. Es decir, tendría que seguir estando con él.

—Bueno, ¿no sería mejor que estar en algún burdel? —replicó la castaña—. En el mejor de los casos el Señor la vendería a alguien que después la revendiera a alguna casa noble. Pero... también podría ser que fuera vendida a algún burdel. En ese caso, aquí sólo tendría que estar con un sólo hombre. Y... podría estar cerca de su hijo.

—Creo que sería tortuoso estar cerca del bebé y no poder reconocerlo como suyo, tal vez no podría tener ningún contacto con él, pero... tal vez sí sería mejor que estar en un burdel.

Las dos jóvenes sirvientas estaban a un lado de las puertas de balcón, dentro de la habitación, mientras Anty tomaba el sol, como los últimos días había hecho. Hablaban en voz baja, para que la chica no pudiera oírlas, o más bien, creyendo que no podía. Debían cuidar más su tono, puesto que la joven embarazada lograba captar todo lo que decían.

Aquello de que estuviera cerca del bebé y no pudiera tener ningún contacto con él, no le causaba nada, pero el que estuviera claro que el Señor Clemens la mantendría ahí sólo si decidiera convertirla en su amante la preocupaba bastante.

Y extrañamente no era porque tuviera que seguir estando con él, sino porque desde la última vez que la tuvo antes de que se confirmara el embarazo y que la movieran a esta habitación, él no la había buscado. Habían pasado ya seis días, y no había vuelto a ver al Señor Clemens.

Los primeros días se sintió tranquila porque él no fuese a buscarla por las noches, no obstante, mientras los días seguían pasando sin que el hombre la buscara, comenzó a tener algo de temor. Recordaba lo que Ragna le había dicho sobre que si él se mantuviera interesado en ella no terminaría en un burdel, si el Señor Clemens ya no la había buscado tal vez estuviera perdiendo interés en ella, eso no sería bueno.

La puerta de la habitación se abrió, pronto vio a Ragna entrar al balcón. Las chicas vinieron detrás de ella, se sintió aliviada al verla, hacía dos días desde que había venido a visitarla, y realmente quería hablar con ella de las angustias que la aquejaban estos días.

—¿Cómo te encuentras? —la saludó la mujer con una sonrisa.

—¿Puedo hablarte de algo? —preguntó la chica.

El tono de angustia en su voz y su preocupada expresión, asustaron a Ragna, de inmediato creyó que se trataba de algo referente al embarazo.

—¿Qué ocurre?

—No ha venido a buscarme —expresó la chica sin tapujos—, el Señor iba a mi habitación a tomarme varios días a la semana, y esta semana no se ha acercado a mí. Lo que dijiste aquel día... Creo que ya está perdiendo el interés en mí.

El que la chica hablara sobre eso, puso incomodas a las dos sirvientas paradas en la puerta, así que, sin decir nada, retrocedieron y volvieron a dentro, dejando a las otras mujeres su espacio para que hablaran de lo que tuvieran que hablar.

Al escuchar eso, Ragna se sintió muy aliviada.

—Anty... Escucha, este bebé es muy deseado para él, ya me imaginaba que probablemente él no intentaría tenerte en lo que dure el embarazo —explicó calmadamente—, se ha hablado sobre que mantener intimidad durante el embarazo puede ser peligroso. Él no va a arriesgarse a perder a este bebé. Así que no te preocupes por ello.

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