Capítulo 13

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Señora Henriksen

El resto del camino de regreso a la mansión transcurrió en silencio. La mayor parte del tiempo, la joven estaba mirando hacia las cortinas, pero de vez en cuando bajaba la mirada hacia la mano que mantenía sobre su vientre, más bien hacia la sortija dorada en su dedo. Pasó tanto tiempo tan ensimismada, que el viaje de vuelta, le pareció transcurrir más rápido que el de ida.

Cuando finalmente llegaron, al entrar a la residencia, fueron recibidos por Ragna. Kaira y Aina también estaban presentes. Al adentrarse al recibidor Clemens no detuvo su paso, rodeando a las tres mujeres se dirigió hacia el piso superior.

Inmediatamente después de que el hombre pasara junto a ella, Ragna se acercó a Silje. La joven embarazada dirigió la mirada hacia el hombre que subía las escaleras, sin regresar la mirada a la mujer parada frente a ella habló:

—Me casé con él —casi fue un susurro, Ragna no estaba segura de si se lo había dicho a ella o si hablaba consigo misma—. Soy su esposa —expresó, como no pudiendo creérselo.

—Sí, lo eres —habló la mujer tomando su mano, ante tal acción, Silje dirigió la mirada hacia ella.

Ragna elevó su mano para ver su sortija, guardando silencio un par de segundos, con una acomplejada expresión. Soltó su mano y elevó la mirada hacia ella, mostrándole esta vez una tranquilizadora sonrisa.

—Les serviremos el almuerzo en media hora, deberías ir a descansar a tu habitación —dijo posándose detrás de ella para quitarle la capa—. Es el último día que pasarás ahí.

Ragna se acercó a las jóvenes sirvientas y le entregó a Aina la capa. A su vez, ambas chicas le dirigieron a la joven recién casada compasivas sonrisas.

—Anda —le habló la mujer—, descansa hasta la hora del almuerzo.

En un abrupto silencio y sin ningún gesto la chica fue hacia las escaleras que dirigían al piso superior, mientras que Kaira y Aina fueron tras ella. Silje sentía su estómago apretándose, su cabeza empezaba a dar vueltas y el aire parecía no entrar en sus pulmones.

Al llegar a su habitación, se dirigió inmediatamente hacia el balcón. Kaira y Aina pensaron que tomaría asiento en su lugar de siempre, pero en vez de esto, la chica se dirigió hacia el barandal y colocando ambas manos sobre éste, inclinó su cabeza hacia abajo. Aina y Kaira intercambiaron una preocupada mirada al escuchar como su respiración estaba agitada.

Antes de que alguna preguntara si es que se sentía mal, Silje se apartó del barandal y se acercó a su silla para sentarse. La joven mantuvo su mirada fija en algún indefinido punto frente a ella, su ceño estaba fruncido en una expresión de desconcierto. Finalmente elevó su mano y centró su mirada en su sortija de matrimonio, había visto muchas veces antes este tipo de joyas, pero no pensaba que algún día ella podría usar una, los esclavos no usaban ese tipo de joyas, simplemente no usaban ninguna.

Ella siempre llevaba puesto el brazalete que el Señor Clemens le había dado al llegar a los tres meses de embarazo, pero esto era absolutamente diferente. Un anillo de matrimonio.

Aún no terminaba de asimilarlo, estaba casada con ese hombre, estaba casada con el Señor Clemens, realmente era su esposa. Mientras trabajaba en la casa de su antiguo amo, veía a muchas nobles jóvenes casadas de más o menos su edad, las veía embarazas y teniendo hijos, siempre se preguntó porque ella no podía tener algo así, pero ahora estaba casada y estaba por tener un hijo, ¿significaba eso que ella ahora era como esas nobles?

Pensó nuevamente en el Señor Clemens, ahora era su esposo, él era mucho mayor que ella, no estaba segura de cuántos años tenía, tal vez tenía el doble de lo que ella tenía. Las mujeres jóvenes a las que veía casadas, muchas veces era también con hombres mayores que ellas, a veces mucho mayores, siempre supuso que era lo normal.

SiljeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora