Sucia
Cuatro días después de dejar de sangrar, que para Silje habían sido realmente cinco, el Señor Clemens la visitó por primera vez en su habitación. Ragna ya le había advertido sobre esto a la joven, así que no la tomó por sorpresa. Esa noche por primera vez en varios días Ragna volvió a asegurar su puerta.
Esa noche estaba sentada en el borde de su cama, usando su bata para dormir, cuando escuchó la cerradura abrirse, la luz que iluminaba el pasillo exterior la ayudó a visualizarlo al entrar a la habitación, vestido de manera bastante ligera, con sólo una camisa blanca y unos pantalones oscuros bastante sueltos. El hombre cerró la puerta tras de sí, volviendo la habitación de nuevo a la oscuridad y se acercó a la cama.
Ella no tenía miedo, ni siquiera podía asegurar que estaba nerviosa, sólo se sentía muy triste. Había pasado mucho tiempo; más de un mes en el que no había sido tocada por un hombre, y se había sentido muy agradecida por eso, aunque sabía que era algo solo temporal. Ahora comenzaba de nuevo.
Silje apenas podía distinguir su silueta, no tenía encendida la vela de su habitación, sólo iluminaba un poco la luz de la luna que se filtraba por la pequeña ventana.
La chica sabía lo que tenía que hacer; ser obediente, sumisa y tranquila, así, probablemente, no le harían daño. De inmediato, se levantó para quitarse la bata, mirando hacia algún punto en la oscuridad, deshizo el lazo sobre su pecho y cuando llevó las manos a sus hombros para deslizar las mangas hacia abajo, él las detuvo.
Ella lo observó sintiéndose extrañada, no pudo ver realmente su rostro, a apenas y distinguía sus facciones, pero creyó comprender que él mismo quería hacerlo, así que bajo sus manos. Sin embargo, él sólo la hizo sentarse. Tomó el rostro de la chica y lo movió hacia donde llegaba la Luz de la luna, por lo cual ella también tuvo que girar su cuerpo, después él deslizó su mano por su mejilla.
Todo eso sólo la hizo extrañar más.
Finalmente, el hombre apartó su mano se quedó parado ahí unos segundos observándola en la oscuridad, para después salir de la habitación.
La chica se sintió muy confundida, ¿no la tomaría esa noche? ¿Por qué había hecho todo eso? Estaba anudando de nuevo la cinta de su bata cuando el Señor Clemens volvió a entrar en la habitación, esta vez con una vela encendida en sus manos, sin decir nada, encendió la vela que se hallaba en la mesa junto a su cama y colocó la otra sobre ésta. Después fue hacia la cama y se sentó junto a Silje, ella se giró hacia él.
Ella miró hacia las velas, sintiéndose acomplejada y triste. No quería luz. Su antiguo amo siempre tenía la habitación totalmente iluminada. Clemens llevó su mano otra vez a su rostro haciéndola mirarlo, ella sólo mantuvo sus ojos sobre su hombro.
—Al fin puedo verte —murmuró el hombre.
Silje se sobresaltó un poco al oírlo, ya había olvidado lo grave que era su voz.
—Mírame —habló esta vez con un tono más autoritario. Ella de inmediato lo hizo. No había visto su rostro directamente desde el día que la compró.
Clemens pasó su pulgar sobre sus labios, para después acariciar su mejilla con sus nudillos, todo observándola minuciosamente, su mirada era distinta a la que tenía el día que la examinó antes de comprarla.
Reconoció esa mirada, deseo.
—Sí que eres hermosa —susurró. Bajando su mano por su cuello.
No detuvo el descenso de su mano hasta llegar al nudo de su bata, volviendo a deshacerlo. Después llevó ambas a sus hombros para bajarla hasta su cintura, dejando al descubierto sus senos, Silje iba a ponerse de pie para que pudiera terminar de quitársela, pero él la detuvo y la hizo volver a sentarse.

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Silje
General FictionSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.