Sangre
Al finalizar este primer día Ragna fue a buscarla para llevarla a su habitación.
—Tienes aquí lo necesario para vestirte y limpiarte —habló la mujer—. Ahora entrégame el uniforme, mañana te daré algunos limpios.
Silje obedeció y se desvistió, mientras Ragna le explicaba que ella misma se haría cargo de la limpieza de estos, le entregó la ropa a la mujer y fue a buscar la bata para cambiarse. Al hacerlo, Ragna no pudo evitar ver de nuevo las cicatrices en su espalda baja. Iba a marcharse cuando Silje habló:
—Disculpe, Señora...
—Por favor... sólo Ragna —la corrigió.
—Ragna... ¿cuándo me colocarán el candado?
—No usarás un candado mientras estés aquí —eso la extrañó demasiado.
—¿Por qué? —preguntó evidentemente confundida.
—El Señor Clemens no permitirá que su heredero sea engendrado por una mujer con un candado en el cuello —sin decir más salió del lugar, para después cerrar con llave.
Pensó en ese nombre “Clemens”. Le pareció raro que Ragna se refiriera a él como Señor Clemens, por su nombre y no su apellido, que hasta ahora no tenía idea de cuál era.
Silje pasó casi todo un mes trabajando en la cocina, y en la limpieza de los pasillos. Ni aun volviendo a ser una esclava doméstica, y realizando prácticamente las mismas tareas, se sentía como en la casa de su anterior amo, ya no tenía ese peso en el cuello, y no había sido llevada a la habitación de su amo hasta tres veces en una semana.
Más de una de las sirvientas de la casa, había intentado hablar con ella sobre cómo había sido su vida antes de llegar a esta casa, las que lo hacían eran amables, no le hablaban o trataban como esclava, a veces ese trato la incomodaba. Las que no se dirigían a ella, podía escucharlas muchas veces insultándola a sus espaldas. Nada que no hubiera vivido antes.
Al menos cuatro de las mujeres habían intentado hacerla hablar sobre cuándo comenzaría a realizar su verdadera “labor” en esa casa, pero sin importar cuánto trataran de preguntarle Silje no decía nada. Del primer tema simplemente no hablaría, no había razón para saciar la curiosidad de las mujeres sobre la vida de las esclavas, después de todo, las preguntas solían ser muy insensibles. Mientras del segundo tema..., ni siquiera ella sabía cuándo comenzaría con eso.
Tanto Ingrid como Ragna se preocupaban mucho por mantenerla bien alimentada. Cada mañana la hacían beber tés bastante amargos. No estaba segura de qué estaba hecha la infusión, pero le habían asegurado que eran muy buenos para su fertilidad.
Había tenido una larga y confusa charla con Ragna a la segunda noche de su llegada, le explicó lo que ocurría en el cuerpo de la mujer durante su ciclo, esos días en los que todas o casi todas sangraban. Un tema demasiado confuso, pero no tan confuso como la concepción de un bebé, a pesar de que Ragna había tratado de explicárselo lo mejor posible no lograba comprender del todo cómo era exactamente que eso pasaba; cómo es que funcionaba. Aunque después de todo, al verla enredarse en sus propias palabras, comprendía que era un tema, el cual la propia Ragna no entendía del todo. Silje sólo comprendió que para lograr concebir tenía que unirse a un hombre, de la misma manera en que aquellos hombres la habían tocado antes.
Era desconcertante caer en la resolución de que la habían traído aquí para ese objetivo. Eso la dejaba muy confundida, no sabía si quiera qué pensar. Ragna le había dicho que, al parecer, esto era más común de lo que se pensaba, sólo que era algo de lo que no se hablaba, y claro ni siquiera se podía tener la certeza de qué hijos de nobles eran totalmente legítimos. Incluso había habido un par de rumores entre la sociedad, pero todo siempre atribuido a malas lenguas. También entendía que la razón de que hasta ahora no hubiese tenido un bebé, era que su cuerpo aún no estaba preparado para ello.
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Silje
Narrativa generaleSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.