Ser madre
No pudo dormir mucho esa noche, hasta la madrugada había estado sumida en un llanto que no lograba contener, desgarrador y sofocante, aun así, cuando los rayos de sol entraban por esa ventana, ella ya había abierto los ojos, aunque seguía incapaz de levantarse de la cama.
Y sin hacerlo, esperó como todas las mañanas a que Ragna le llevara su desayuno, no obstante, cuando esta apareció en su habitación, no llevaba consigo la bandeja con su comida, sino un vestido en sus manos, eso la extrañó un poco.
—Vamos, levántate y vístete —le dijo la mujer, al entrar.
Sin cuestionar, la joven se levantó y se quitó la bata para dormir, para ponerse el vestido que Ragna traía, era similar al que había usado el día que llegó a esa casa.
—Vamos —le dijo Ragna, una vez que estuvo vestida, dirigiéndola hacia la salida—. Debe ser frustrante pasar tanto tiempo encerrada.
Silje no dijo nada ante sus palabras, y sólo la siguió por los pasillos, hasta que llegaron a una habitación, al entrar se encontró con un pequeño salón con una chimenea, había dos ventanas en una de las paredes de la habitación, Silje observó la luz natural que entraba por la ahí, afuera de éstas parecían haber frondosos árboles, y arbustos. Hacía semanas que no veía el exterior.
—Vamos, siéntate —la llamó la mujer, mientras esta misma se dirigía hacía una mesita sobre la que se hallaba una bandeja con comida y té—. Toma tu desayuno.
La joven se acercó a la mesita, cerca de la chimenea, que se hallaba apagada, tomó lugar en uno de los asientos, mientras que Ragna se sentó en el otro.
—¿Aquí? —preguntó Silje extrañada, la mujer asintió— ¿Por qué? —inquirió muy confundida, solía tomar todas sus comidas en la habitación.
—Como dije, debe ser muy frustrante estar todo el día encerrada —dijo con una amable sonrisa—. No eres un animal que tenga que estar enjaulado.
—¿Por qué aquí? —preguntó la joven mirando la habitación a su alrededor.
El lugar era algo amplio y reconfortante, tapizado y con varias mesitas como para tomar el té, había algunos baúles y estantes con objetos de porcelana, libros y candelabros. La luz que entraba por ambas ventanas llenaba de luz la habitación, dando un toque más cálido, en comparación a su lúgubre habitación, que era tenuemente iluminada por aquella pequeña ventana en lo más alto de una pared.
Volvió a dirigir su mirada hacia una de las ventanas, observando el verde de las hojas de los árboles y sintiendo la brisa fresca que se filtraba en la habitación.
—Este es nuestro salón de descanso, o más bien lo convertimos en eso, esta habitación está en los más profundo de la mansión, el Señor Clemens nunca viene por aquí, y nunca tiene uso. Así que lo limpiamos y lo acondicionamos para venir aquí en nuestros respectivos tiempos libres a tomar el té, tejer, bordar o sólo conversar —explicó la mujer, observando como Silje no dejaba de mirar el exterior.
—¿El Señor Clemens me dejó salir? —preguntó bastante sorprendida.
—No, no realmente —dijo la mujer levantándose de su asiento para dirigirse a uno de los estantes, del cual tomó un pequeño cofre—. Pero mientras no se entere está bien —dijo regresando hacia la mesa, encontrándose con la mirada de terror de la joven, de pronto se puso de pie bruscamente, preocupando a Ragna.
—¡Debo regresar! —exclamó la joven evidentemente aterrada— Me meteré en problemas.
La mujer dejó el cofre sobre la mesita y tomó la muñeca de la chica, tirando de ella hacia abajo para hacerla volver a sentarse, Silje obedeció el gesto.

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Silje
General FictionSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.