Pureza
Las palabras de la mujer dejaron perpleja a Silje. ¿Él esperaba que le diera un hijo? ¿Ella? ¿Una esclava? ¿Cómo se suponía que ella podría darle un hijo?
—¿Cómo haría yo eso? —preguntó atónita la joven. Esta pregunta hizo que la mujer la mirara algo desconcertada.
—Realmente eres una niña... —la mujer la miró en silencio un momento, al parecer ella no sabía sobre estas cosas—. Eres muy bonita... ¿Algún hombre te ha tocado? —finalmente preguntó. Ante la repentina pregunta la chica sólo asintió.
—Entonces no eres pura, supongo que no es algo que importe en tu situación. Por lo que dices, supongo que no has tenido hijos —sólo negó—. Ya has sangrado ¿cierto?
—¿Sangrar? —ante su respuesta la mujer se vio preocupada.
—¿Estás segura de que tienes dieciocho? —nuevamente Silje sólo asintió.
La mujer permaneció en silencio unos momentos, la observó con cuidado, se veía pequeña y joven, le recordó a esas chicas de más de veinte años que a falta comida se veían más jóvenes de lo que eran, chicas que estaban secas; que jamás habían sangrado.
—Tienes dieciocho... Supongo que puede que aún tengas tiempo. «Pero si no pasa pronto, no estoy segura de qué va a pasar contigo» —pensó la mujer.
—¿Qué es eso de sangrar? —cuestionó Silje. La mujer volvió a tallar su cuerpo con la toalla húmeda, esta vez su espalda.
—Creo que tendré que explicarte algunas cosas después. «Te espera un camino difícil, Anty» —pensó, esta chica realmente era sólo una niña. Siendo tan linda, se imaginaba por todo lo que habría tenido que pasar.
Sin decir ni preguntar nada más, continuó ayudándola a asearse para posteriormente ayudarla a vestirse.
Se había puesto una bata ligera y sobre esta un vestido, dados ambos por la mujer, él vestido era largo, de un tono gris, cubría desde su pecho hasta sus pies, y con largas mangas sueltas, parecía más bien una bata, pero más suave y cálida que las que había usado a lo largo de su vida.
La mujer se encargó de peinar su cabello, este llegaba hasta sus hombros. Una vez lista la llevó por la casa hasta una terraza, en la cual estaba el hombre que la había llevado hasta ese lugar. Al fin lo confirmó, este era su amo, estaba sentado en una mesa comiendo con una mujer, suponía que era su esposa.
La mujer realmente se veía hermosa, su piel era sumamente blanca; pálida, su cabello era notablemente largo, muy claro, y tenía grandes ojos grises. Se veía frágil y al mismo tiempo muy elegante. En cuanto entraron a la terraza ambos dirigieron la mirada hacia ella, la mujer la miró sólo unos segundos antes de apartar la mirada de ella, se veía molesta e incómoda.
—Es una niña —dijo la mujer sin levantar la mirada—. ¿Compraste la más joven que encontraste? ¿Cuánto pagaste por ella?
El hombre no respondió al cuestionamiento de su esposa, sólo permaneció mirando a la joven, al cabo de unos segundos habló:
—Tiene tu mismo color de ojos y tu mismo cabello, será más fácil que hagamos pasar al niño como hijo tuyo en caso de que se parezca a ella —la mujer se vio realmente furiosa.
—¿Realmente esperas que acepte a su hijo como mío?
—Basta con que finjas frente a otras personas, si en casa no quieres ni mirarlo, no hay problema —dijo el hombre como si nada mirando a su esposa.
—Te supliqué que no lo hicieras. Esto es humillante, Clemens. ¿Cómo puedes atreverte a hacerme esto? Traer a esta niña a esta casa aún cuando te dije que no aceptaría esto —expresó la mujer tratando de mantener la compostura.

ESTÁS LEYENDO
Silje
General FictionSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.